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Crisis del coronavirus

Salvador Illa: "España actuó con decencia cuando estalló la pandemia"

El exministro de Sanidad, Salvador Illa, recuerda cómo fueron los inicios de una pandemia repleta de incertidumbres y que dos años después aún no ha acabado

El exministro de Sanidad, Salvador Illa.

Salvador Illa (La Roca del Vallès, Barcelona, 1966) no olvida ningún detalle de aquella decisiva semana en que España declaró el estado de alarma. Era marzo de 2020 y el ahora primer secretario del PSC y líder de la oposición en Cataluña ostentaba entonces el cargo de ministro de Sanidad. Desde su despacho en el Parlament, Illa asegura que la pandemia de covid-19 fue el momento "más intenso y excepcional" de su carrera política. Este mes se cumplen dos años de la aparición del virus.

¿Recuerda usted aquella primera reunión en que se decidió aplicar el estado de alarma?

La recuerdo bien. La semana que empieza el lunes 9 de marzo y que acaba el sábado 14 de marzo, con el Consejo de Ministros extraordinario que acuerda el decreto de estado de alarma, fue muy intensa. Empezó con una llamada telefónica de la consejera Nekane Murga del País Vasco: ahí tenían ya una situación complicada en la zona de Victoria que les llevó a aprobar la suspensión de actividades escolares y la restricción de aforos. El lunes hubo una reunión presencial con el consejero de la Comunidad de Madrid en el Ministerio para acordar lo mismo. El martes el consejo de ministro abordó la situación. El miércoles, la OMS decretó la pandemia mundial. El jueves, el Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC) decretó en Europa una situación de crisis de salud publica que afectaba al sistema sanitario. El viernes, día 13, a primera hora, tuve una llamada del presidente, que consultó mi opinión.

¿Y qué le dijo?

Me hizo tres preguntas. Una, si debíamos aprobar el estado de alarma: mi respuesta fue que sí. La segunda fue por qué: mi respuesta, porque la agilidad con la que debíamos tomar decisiones era incompatible con un sistema como el que tenemos ahora, que nos obliga a llamar y consensuar las medidas con 17 autonomías. Y la tercera pregunta fue si el Ministerio de Sanidad podía dirigir toda la sanidad en España, y yo le dije que no. Podía dirigir la crisis de salud pública, pero no toda la sanidad. Entonces me anunció que haríamos en breve una reunión por videoconferencia con miembros del equipo de Gobierno. Ahí fue unánime la opinión de todos de convocar un Consejo de Ministros y adoptar un estado de alarma. El presidente hizo las llamadas de rigor, al jefe del Estado y de la oposición, y lo anunció ese mismo viernes a primera hora de la tarde. Y ya estuvimos toda la tarde del viernes y madrugada del sábado trabajando en el texto del estado de alarma, que entró en vigor el 15 de marzo.

Se acuerda de los detalles de todos esos días.

Lo he tenido que contar varias veces y son cosas difíciles de olvidar.

¿Usted esperaba que estaríamos dos meses y medio confinados?

Nadie sabía cuánto tiempo estaríamos confinados.

¿Le preocupaba cómo transmitirle este mensaje a la ciudadanía?

Siempre tuve claro que a la ciudadanía hay que explicarle las cosas tal cual son, con transparencia. Hay que decir lo que sabes y lo que no. Teníamos plena conciencia de que pedíamos unos sacrificios muy relevantes y, por tanto, lo mínimo era contarle las razones que nos llevaban a tomar estas decisiones. Por otra parte, todo el mundo veía que esto estaba ocurriendo en todas partes, donde se tomaban decisiones similares. Había cuatro criterios que desde el principio tuvimos muy claros: ciencia, trabajo conjunto con las comunidades autónomas, coordinación con todos los organismos multilaterales a nivel europeo y a nivel internacional y transparencia. Trabajamos desde el principio en dos líneas de comunicación: una más técnica que básicamente recayó en Fernando Simón, y otra más política que recayó en buena parte en mí.

"Trabajamos en dos líneas de comunicación: una más técnica que recayó en Fernando Simón, y otra más política que recayó en mí"

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¿Cuál fue para usted el peor momento de la pandemia?

No hubo un peor momento, hubo varios momentos especialmente duros. Hubo días -hacia finales de marzo, primeros de abril- con una cifra de fallecidos muy alta. Llegamos a los 900 fallecidos algunas jornadas. Esto no te deja indiferente. Hubo también otros momentos en el plano más personal que me resultaron complicados, por ejemplo cuando el Secretario General del departamento en aquel momento [Faustino Blanco] tuvo un episodio cardiaco y hubo de ir a un hospital.

Fue escandaloso y doloroso ver cómo algunos geriátricos dejaron morir a sus ancianos. ¿Por qué España permitió eso?

No, no, no se permitió. Fíjese, en todo el mundo las residencias de mayores lo pasaron muy mal, no solo en España. En todo el mundo vimos que había unos colectivos más vulnerables, en concreto los centros de mayores. Desde el principio hicimos unos protocolos y creo que todas las comunidades, en el curso de la primera ola, tomaron la a mi juicio correcta decisión de poner las residencias bajo el mando de las autoridades sanitarias -en muchas autonomías estaban en el ámbito de los servicios sociales-. Me parece que esto tiene que llevarnos a unas conclusiones y aprendizajes para mejorar el modelo que tenemos de atención a las personas mayores.

Hubo comunidades que dieron órdenes expresas de no trasladar a los ancianos graves a los hospitales.

Mire, yo sobre esto he mantenido siempre una línea de mucha prudencia. Con la gente con la que yo trabajaba, que eran los consejeros de todas las comunidades autónomas, se hizo en todo momento todo lo que se pudo y un poquito más para atender a todos los ámbitos. Yo no voy a entrar en el 'pim pam pum' político. Otros lo han hecho. Creo que lo que hay que hacer es, cuando sea el momento, serenamente, sacar conclusiones de cómo han ido las cosas, de cómo hemos respondido a esto, de qué aspecto podemos y debemos mejorar para eventuales y futuras pandemias. Creo que España ha actuado con decencia, y creo que a la vista de cómo están yendo las cosas -que todavía no han acabado- nuestro país no lo ha hecho ni mucho mejor ni mucho peor que los otros. Ha actuado con licencia, gracias a un sistema nacional de salud muy resiliente, muy potente, que hay que dotar de recursos necesarios. Y claro que hay aspectos mejorables, por descontado que sí.

¿Cómo fue su relación con las comunidades autónomas?

De mucha complicidad. Todos fuimos muy conscientes desde el primer momento de lo que se nos venía encima potencialmente, y he de decirle que fue una relación de mucha complicidad no exenta de algunos momentos de discrepancia o tensiones; normal, por otro lado, cuando gestionas situaciones de este tipo. Quiero poner en valor el muy buen trabajo que han hecho con carácter general todas las comunidades autónomas.

"Los consejeros de todas las comunidades hicieron siempre todo lo que se pudo y un poco más. No voy a entrar en el 'pim pam pum' político. Otros lo han hecho"

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Pero sí que fueron sonoros -hablo de la segunda ola- los enfrentamientos dialécticos con comunidades como Madrid.

Yo no he tenido enfrentamientos dialécticos con la Comunidad de Madrid. Yo lo que defendí en todo momento era apartar la política de confrontación. Se intentó entrar en una dinámica de confrontación y a mí me parece que la ciudadanía lo que exige en esos momentos es que actuemos juntos. Y, en fin, creo que al menos lo intenté, evitar entrar en confrontaciones estériles que no servían para nada.

¿Le pareció en algún momento desleal la Comunidad de Madrid?

No voy a entrar en esto. Yo adopté las decisiones que creía que tenía que adoptar en base a la ciencia, las recomendaciones de los expertos, los organismos internacionales y multilaterales, las coordinación con las comunidades y la transparencia a la ciudadanía. Muchas de las medidas no fueron fáciles de adoptar y lo hicimos, e intentamos siempre hacerlo con la máxima complicidad de las autonomías. En esos momentos lo que no puedes es dudar de lo que hay que hacer. Si hay que hacer una cosa, hay que tener el coraje de hacerla y de explicarla.

¿Y con Cataluña hubo buena relación?

Yo tuve una relación buena con todas las comunidades autónomas, también con Cataluña. Las pandemias no entienden ni de ideologías ni de fronteras. Yo tengo posiciones políticas muy distintas a las que tenía la titular de Salut de Cataluña, pero trabajamos juntos. Hubo momentos en que discrepábamos, pero el trabajo fue correcto. Y creo que el esquema de cogobernanza que diseñamos para desescalar y para la gestión de posteriores oleadas ha funcionado razonablemente bien. Yo me siento bastante contento con esto.

¿Dónde está Fernando Simón?

Fernando Simón actuó como a mi juicio debe actuar un servidor público en situaciones de este tipo. Era -y es- el responsable del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES). Tuvimos la mayor emergencia sanitaria en 100 años. Desde su posición, actuó con mucha profesionalidad, con sentido del deber y de vocación muy excepcional, y demostró además unas habilidades comunicativas muy necesarias que no le eran exigibles para su posición. A partir de aquí, yo no debo ni puedo pronunciarme sobre el papel que está haciendo ahora. Estamos en una fase diferente, al principio había que comunicar a diario y Fernando lo hizo muy bien.

"Fernando Simón actuó como debe actuar un servidor público y demostró además unas habilidades comunicativas muy necesarias"

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¿Cómo fue su relación el?

De mucha complicidad. No nos conocíamos y prácticamente desde el primer día que puse los pies en Sanidad apareció el covid-19. Sintonicé muy bien con él, intenté respetar siempre su ámbito de decisión y sentí que el respetaba el mío como ministro. Sabe mucho de salud pública y epidemiologia, y tiene mucha vocación de servicio. Nació ya una relación de amistad. Hay mucha franqueza mutua.

¿Echa de menos su cargo?

Estoy muy ilusionado con el trabajo que hago ahora. A mí me gusta mucho la política entendida como servicio público. No esperaba lidiar con una pandemia, lo hice lo mejor que supe. Y ahora me toca una nueva responsabilidad en Cataluña que también me llena y que afronto con mucha ilusión. No echo de menos lo que hice, pero sí el equipo del ministerio.

¿Sabía que esto duraría tanto?

Sabíamos que esto no se iba a acabar en dos meses. Las pandemias tienen una duración y erradicarlas cuesta años. Tampoco preveíamos al inicio tener un conjunto de vacunas de forma tan rápido. Los primeros pronósticos hablaban de años y antes de un año tuvimos ya varias.

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