El Gobierno sigue sin contar con los votos suficientes para convalidar en el Congreso el decreto ley de reforma del mercado de trabajo. Aún tiene semanas por delante para convencer a los grupos, pero por lo pronto ya les lanza un mensaje muy explícito: "Votar en contra de la reforma laboral es votar a favor de la reforma de 2012", la que dictó el Ejecutivo de Mariano Rajoy. Una reforma "brutal" contra los trabajadores, "impuesta, unilateral y absolutamente desequilibrada".

El presidente, Pedro Sánchez, conminó ayer lunes a los miembros de su ejecutiva y a los portavoces del partido y a sus ministros que hicieran pedagogía del texto pactado con los agentes sociales. Este martes, el titular de la Presidencia, Félix Bolaños, hizo esa labor. Defendió las bondades de la norma, de una ley "pactada" y "equilibrada", que da "seguridad jurídica" y "certidumbre" y que es fruto del acuerdo de patronal y sindicatos, porque son los protagonistas de las relaciones laborales, y ellos son los que deben llevar la pauta, adujo.

Por tanto, "es una norma a la que de manera natural se tienen que sumar la mayoría de los grupos", siguió, y singularmente los socios habituales. "Y quien no se sume tendrá que explicar por qué no se suma a una reforma laboral que mejora las condiciones de los trabajadores y que también mejora la situación de las empresas, y en ese contexto afrontamos la negociación, queda aún tiempo por delante". Como tarde, el pleno de debate de convalidación del decreto ha de celebrarse en la primera semana de febrero.

Bolaños sostuvo que tendrá contactos con todos los grupos —también los tendrá la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz—, aunque empezará por los aliados de izquierdas. Serán conversaciones, adelantó, "discretas", para asegurar que sean "eficaces".

Apoyo "mayoritario"

Cuando se le preguntó al ministro si el Ejecutivo está dispuesto a sacar adelante la convalidación con Ciudadanos (opción que desdeña el ala morada del bipartito), Bolaños insistió en que se abrirán los contactos con las fuerzas parlamentarias para convencerles de la pertinencia de una reforma laboral "muy positiva". La cultura del Gobierno es la del "diálogo" y la del "hablar con todos", esgrimió, para reiterar el aviso: "Me cuesta creer que haya formaciones progresistas que vayan a votar a favor de la reforma de 2012 [...], que en palabras de los ministros de aquel Gobierno era una reforma brutal contra los trabajadores". Las fuerzas progresistas, apuntaló, debieran "apoyar" la iniciativa, igual que las que tengan "sentido de Estado, sentido de la responsabilidad y sentido común", porque a juicio del Gobierno no cabe oponerse a un texto que ya viene consensuado por empresarios y trabajadores.

Precisamente por esa razón el margen de negociación es "ninguno", insistieron posteriormente fuentes del Ejecutivo. Los contactos, pues, estarán orientados a que el decreto se convalide tal cual está y no se tramite como proyecto de ley para que se puedan introducir enmiendas. Es decir, que el Gobierno no quiere que se aprueben modificaciones, porque "cualquier mínimo cambio" podría "desequilibrar" el acuerdo alcanzado con empresarios y trabajadores.

Precisamente, el portavoz del PSOE en el Congreso de los Diputados, Héctor Gómez, apuntaba este martes que el Gobierno hablará con todos los grupos parlamentarios con la voluntad de conseguir un apoyo "mayoritario" para convalidar la reforma laboral sin cambios, tal y como fue pactada con la patronal y los sindicatos. "Si hemos sido capaces de alcanzar un acuerdo con sindicatos, con empresas, lo que tenemos que hacer en el Congreso de los Diputados es respaldarlo porque es un avance notable, es un avance a la modernización de las relaciones laborales en nuestro país, no podemos seguir anclados en (la reforma laboral del PP de) 2012 con deficiencias".