La ausencia de avances en la crisis diplomática con Marruecos ha llevado finalmente al Gobierno a buscar la mediación de Felipe VI para intentar forzar un desbloqueo. Durante meses se especuló con que sólo la intervención del Rey podría contribuir a solucionar este conflicto pero ese paso nunca se dio. Hasta ahora.

Por primera vez, este lunes el Rey se ha implicado en el asunto, aprovechando su discurso en la recepción al cuerpo diplomático acreditado en España en el Palacio Real. "Con Marruecos, nuestros respectivos gobiernos han acordado redefinir conjuntamente una relación para el siglo XXI, sobre pilares más fuertes y sólidos", dijo, en lo que supone una referencia directa a las palabras de Mohamed VI en agosto pasado, cuando apostó públicamente por abrir una "nueva etapa inédita".

"Ahora, ambas naciones debemos caminar juntas para empezar a materializar ya esta nueva relación. Se trata de encontrar soluciones a los problemas que preocupan a nuestros pueblos", señaló el Rey, en presencia del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y del ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares.

Estas manifestaciones suponen un nuevo intento del Ejecutivo para atraer a Marruecos, tras dar por hecho en varias ocasiones que la crisis se había acabado. El propio Sánchez valoró días después el pronunciamiento de Mohamed VI como una gran oportunidad" para "redefinir las relaciones y los pilares sobre las que se sustentan" entre países "aliados y hermanos". Pero desde entonces nada ha cambiado. Ahora es Felipe VI quien da la réplica al monarca alauí, en un nuevo movimiento del Gobierno. Moncloa da el visto bueno a todas las intervenciones del Rey y, en ocasiones como sucede en este caso, se le urge a incluir determinadas consideraciones si se entiende que ayudan a los intereses de España o a los objetivos de la política exterior del Gobierno.

Horas después, en una comparecencia en La Moncloa tras reunirse con el nuevo canciller alemán, Olaf Scholz, el presidente secundó el llamamiento a Marruecos que había hecho el Rey y reafirmó que España considera este país un "socio estratégico, con el que tenemos que caminar juntos a lo largo de los próximos meses y próximos años". El jefe del Ejecutivo reforzó así el mensaje a Mohamed VI. El Gobierno lleva esperando desde septiembre una normalización de las relaciones diplomáticas que no ha acabado de llegar. Se esperaba que antes de final de año hubiera un encuentro entre Albares y su homólogo, Nasser Bourita, y la celebración de la Reunión de Alto Nivel (RAN) entre los dos países, que supondría el viaje de Sánchez a Rabat. Nada de esto se ha producido.

Un gesto sobre el Sáhara

No obstante desde Exteriores se minimiza constantemente la falta de interlocución con Marruecos y se destaca su colaboración en materia de inmigración y seguridad. Fuentes del Ministerio apuntaban este lunes que la prueba de que las relaciones son correctas es precisamente que "sale el Rey". Pero ningún hecho avala en estos momentos el deshielo. La embajadora en España, Karima Benyaich, no ha regresado aún a Madrid y hace unas semanas Mohamed VI dijo esperar de sus socios "posturas más atrevidas y claras", en referencia al conflicto del Sáhara Occidental. Un recado que claramente estaba dirigido a España, según confirmó El Periódico de España de fuentes marroquíes.

Ahora queda por comprobar si la intervención del Felipe VI provoca alguna reacción de Marruecos. Este es el propósito del Gobierno. Si hubiera "riesgo de naufragio", explican, no haría esas declaraciones. No obstante, fuentes del país vecino reiteran que lo que espera Marruecos es una "iniciativa concreta" por parte de España sobre el Sáhara, en línea con lo que está haciendo Alemania, que, tras el cambio de Gobierno, ha ido poco a poco acercándose a la propuesta marroquí de autonomía, frente a la histórica petición de referéndum de independencia del Polisario.

La postura española es que apoyará la solución acordada por las dos partes. Justo estos días, el enviado especial de la ONU para el Sáhara Occidental, Staffan de Mistura, ha comenzado una gira por la región para hablar con todos, incluidos Argelia y Mauritania.

Rabat, según fuentes diplomáticas españolas, sí pidió la implicación del Rey cuando la incomunicación entre los dos países era absoluta y no se atisbaba ninguna solución. En aquel momento el Gobierno optó por dejar al Felipe VI al margen porque no existían garantías de que su aportación pusiera fin al conflicto. Felipe VI y Mohamed VI tienen lazos de amistad heredados de la excelente sintonía entre sus padres, Juan Carlos I y Hassan II, que se consideraban 'hermanos'. Por este motivo su mediación tiene un valor particular en esta crisis.

Dos años de tensión

España y Marruecos han vivido dos años de enorme tensión. La crisis se inició en diciembre de 2020 con el enfado marroquí porque España no avaló el reconocimiento que Donald Trump hizo de su soberanía sobre el Sáhara. Una de las consecuencias inmediatas fue la cancelación de la RAN, prevista para dos semanas después. Otra, la llegada masiva de pateras a Canarias durante los meses siguientes. Pero el conflicto no fue oficial hasta meses después, cuando el Gobierno, a petición de Argelia, acogió al líder del Frente Polisario y presidente de la República Árabe Saharaui Democrática, Brahim Gali, para ser tratado de Covid en un hospital de Logroño.

La reacción de Marruecos fue castigar a España abriendo las fronteras para provocar una avalancha de inmigrantes a las costas de Ceuta, el pasado mayo. El Ejecutivo reaccionó con la presencia de Sánchez en la ciudad autónoma y el despliegue del Ejército. Tras meses sin interlocución con el país vecino, de quien España depende para controlar los flujos migratorios y las redes terroristas y de narcotráfico, el presidente, en la remodelación del Gobierno de julio, defenestró a la anterior ministra, Arancha González Laya, y la sustituyó por Albares, en un intento de congraciarse con Marruecos. Laya, responsable de la decisión sobre Ghali, era el precio exigido por este país. En aquellos meses, antes del relevo, es cuando se pensó en la intervención del Rey y se desestimó.

Albares recibió el encargo de Sánchez de solucionar la crisis con Marruecos. La intención de Exteriores es abrir una nueva relación de vecindad reforzada, más colaborativa pero también más sincera, para que no se vuelva a presionar a España con una llegada masiva de inmigrantes y que suponga el blindaje de Ceuta y Melilla. Fuentes del más alto nivel del Gobierno español consideran que Mohamed VI, una vez que consiga sumar el Sáhara, tratará de anexionarse las dos ciudades autónomas, y esta pretensión es la que se quiere apartar de antemano, dentro de un acuerdo global. Por el momento, a la espera de las consecuencias de la intervención del Rey, la apertura de esta etapa inédita está estancada.