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Extrema derecha

Un relato coral del antifascismo

El periodista Miquel Ramos analiza en su libro 'Antifascistas' cómo se combatió a la extrema derecha en España desde los años 90

Una madre y su hijo del barrio valenciano de Orriols durante una manifestación de España 2000 en el año 2014. Heino Kalis

“Vente al bar y te cuento cómo echamos a los nazis del barrio". Arturo es un buen tipo con la espalda ancha y una barba salvaje. Tiene las manos cuarteadas de trabajar en la obra y en la muñeca izquierda una pulsera con la bandera LGTB. Es del barrio de Orriols de toda la vida. Un comanche. Mientras el chaval hijo de inmigrantes chinos pone la cerveza, cuenta como todo el barrio se movilizó contra España 2000 en 2013. Los ultras se colocaron en la plaza tras el colegio "rodeados de furgones de policía" a repartir comida "solo para españoles". Cuando un sudamericano con DNI español se acercaba, lo mandaban al final de la cola. Cuando un gitano se acercaba, al final de la cola.

"Fuimos a todos los comercios del barrio para contarles quién venia, y conseguimos que todos cerraran en repulsa". Todas las persianas bajadas y ni un alma por la calle para manifestar que los ultras no eran y no son bienvenidos. Al día siguiente la extrema derecha se manifestó por el barrio con a penas 40 personas y diez furgones policiales escoltando. Los vecinos reunieron a 500 personas para no dejarles respirar. "La policía intentaba mantenernos lejos. Me preguntaron 'qué estábamos haciendo' ¿Nosotros? Defendiendo el barrio".

Esta es una de las tantas historias que cuenta el periodista Miquel Ramos en su libro 'Antifascistas: Así se combatió a la extrema derecha española desde los años 90" (Capitán Swing, 2022). Desde que empezó a recortar noticias de este periódico con 14 años hasta hoy, se ha dedicado a documentar a las extrema derecha y a todas aquellas voces que la combaten. Desde los SHARP, pasando por el movimiento Lgtbi y feminista, personas migradas, el periodista Xavier Vinader, o los traumas colectivos que supusieron los asesinatos de Carlos Palomino, Sonia Rescalvo, y la puñalada en el corazón a Guillem Agulló.

Cientos de antifascistas se concentran en el barrio valenciano de Benimaclet, en repulsa a una manifestación neonazi. Año 2020. German Caballero

Miquel tenía 14 años entonces y conocía a Guillem. Por eso le marcó tan profundo cuando su profesor entró a clase y les explicó lo sucedido. "Marcó a toda una generación que no había conocido el franquismo y empezaba a interesarse por la política, pero que de repente vio como una determinada manera de pensar, vestir o entender el mundo les podía costar la vida", explica el periodista. Remarca que "no fue solo la crueldad de matar a un chaval de 18 años por sus ideas, sin también la impunidad que envolvió el juicio".

El libro habla de las personas que pusieron el cuerpo y sus voces para evitar que la extrema derecha ganara las calles. Y menciona otras tantas agresiones y asesinatos que no fueron traumas colectivos. Contra la Comisión Española de Ayuda al Refugiado, contra mezquitas, contra universidades, intelectuales, contra personas sin hogar y personas del colectivo Lgtbi. Ataques que se contaban por decenas pero subyacían al debate público. "El fascismo ha tenido en la C.Valenciana su laboratorio de pruebas, y eso se recoge en el libro, la cantidad de atentados, actos violentos y violencia a todos los niveles", opina Ramos.

Precisamente esa violencia tan amplia y contra todos fue la que permitió crear "esa conciencia antifa tan potente y tan grande en València". Aunque, como remarca el periodista, no existe un movimiento antifascista como tal, sino un crisol de batallas por la vivienda, contra el racismo, feministas, ecologistas, contra la lgtbifobia y la transfobia unidas bajo ese "pacto de mínimos que es el antifascismo". El legado lo recogen personas jóvenes "que saben de dónde venimos en València y todo lo que ha ocurrido en la C.Valenciana y han dicho 'hasta aquí'".

Miquel Ramos, periodista autor del libro 'Antifascistas'. Capitán Swing

Fascismo persistente

"La extrema derecha se sigue pensando impune, y hay muchos casos sangrantes". Ramos habla de los últimos 20 años, pero también de hace un par. De cuando en 2020 un grupo de neonazis se manifestaron en el barrio de Benimaclet escoltados por la policía, mientras miles de antifascistas se concentraban en repulsa frente a las vías del Tranvía. De los jóvenes de Pego para los que la fiscalía pide hasta 9 años de cárcel tras protestar contra la presencia de neonazis ultras de un equipo de fútbol en el pueblo. Del Delegado del Gobierno en 2009, Ricardo Peralta, que llegó a decir tras denunciarse atentados contra oenegés y partidos políticos por parte de la extrema derecha, que aquello formaba parte "de la normalidad democrática".

Pero ya no habla del 9 d'Octubre. Un acto en el que considera que se dio la vuelta al tablero y ayudó a generar conciencia del problema. "No era normal ver desfilar a gente con banderas nazis. Eso ha apelado a mucha gente y no solo a los que se identifican con la izquierda radical". Un sentimiento que, considera, "se ha forjado por la torpeza de la ultraderecha".

La diada del 2017 fue un nuevo trauma colectivo que arreó a los antifascistas. Las imágenes de un joven peleando con 10 ultras que intentaban apalear a una pareja dieron la vuelta al país y sirvieron para que la izquierda se pusiera en marcha. Al año siguiente una gran manifestación con consignas antifascistas recorrió las calles de València, y también el siguiente. "De un hecho traumático la gente en vez de dar un paso atrás da 20 pasos adelante, y más en València, donde topa contra un muro. Aquí existe una generación de gente joven que no ha vivido pero sabe lo que ocurrió en los 90 y no está dispuesta a volver a pasar por ahí y se ha ganado las calles de València", resume.

Antifascistas concentrados en el barrio de Benimaclet en repulsa a una manifestación neonazi German Caballero

Vaciar el movimiento de significado

Frecuentemente se les ha tratado como una tribu urbana, una moda o forma de vestir. Pero Ramos reivindica el antifascismo como mucho más que eso y más con todo lo que ha cambiado. "En los 90 el antifascismo surgió como la necesidad de defenderse de un grupo de personas que salía a cazar a otras por su orientación sexual, origen nacional, color de piel, ideología... Pero hay un momento y con el paso de los años en que los fascistas atacan a gente tan diversa que crea una conciencia colectiva .El antifascismo forma parte del ADN democrático de la C. Valenciana", remarca Ramos.

Los ultras tenían un plan muy bien trazado y cocinado a fuego lento, como han documentado periodistas e investigadores en el estudio "De los neocón a los neonazis: la derecha radical en el estado español" coordinado por el propio Ramos. Por eso asegura que "el tiempo ha dado la razón al antifascismo" y que "pocos reproches se les pueden hacer a un grupo de chavales que desde finales de los 90 venían alertando. La pregunta se la tendrían que hacer el resto '¿Dónde estaban ellos cuando estas cosas sucedían?'".

El libro de Ramos es un relato coral del antifascismo. Un documento tejido entre recortes de periódico y las voces de quienes peleaban en primera línea para ganar las calles. En 30 años el panorama ha cambiado, como reza el final de uno de sus capítulos "la ultraderecha llevaba años gritando '¿Dónde están? ¡No se ven, los amigos de Guillem!' Hoy, 'los amigos de Guillem', que siempre estuvieron, le han dado la vuelta al tablero".

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