Hace cuarenta años, el 23 de mayo de 1982, Andalucía celebró sus primeras elecciones autonómicas con un resultado abrumador para el PSOE, 66 escaños y el 52,73% de los votos. Durante décadas, el PSOE encadenó cinco mayorías absolutas y otras cinco simples, hasta mantenerse en la Junta de Andalucía durante 37 años. El pasado diciembre de 2018, el resultado de los socialistas andaluces bajó justo a la mitad. El 27,95% de los votos y 33 escaños. No fue fruto de un momento. La caída en votos se venía registrando de forma sostenida desde 2008 motivada por muchos factores que los socialistas nunca se pararon a reflexionar.

El PSOE andaluz, el corazón que bombea sangre al partido en todo el país, el motor del socialismo y su principal granero de votos, se ha ido gripando durante algo más de una década. El próximo 19 de junio los socialistas se miden en las urnas para demostrar si esa curva, en descenso imparable en las cuatro últimas citas autonómicas, se frena o sigue hundiéndose. ¿Ha tocado suelo el PSOE en Andalucía? De eso dependerá en gran parte el futuro de Pedro Sánchez en el Gobierno y ante las próximas elecciones generales. El PSOE sabe que la idea de cambio de ciclo se afianzará si el PP logra una victoria en el fortín socialista por excelencia y que Alberto Núñez Feijóo se reforzará. En cambio, una victoria socialista, o al menos frenar la caída y empezar a remontar votos, daría oxígeno al presidente del Gobierno.

Andalucía, con ocho millones y medio de habitantes y seis millones en el censo electoral, seguirá siendo la comunidad que más votos aporte en conjunto al PSOE en números absolutos, por delante de Cataluña o Madrid. Eso es una obviedad pero esa contribución puede ser muy variable. Sánchez mejoró en medio millón de votos, en las generales de abril de 2019, y en 400.000 votos, en las de noviembre, la marca de Susana Díaz en las andaluzas de meses antes. A ese resultado aspira el PSOE para tomar aire tras una legislatura cargada de sobresaltos políticos. Caer de los 33 diputados de 2018 encendería las alarmas.

La cita electoral no es fácil. El desgaste nacional de la marca socialista es asumida por todos los dirigentes del partido. La fragilidad parlamentaria, la coalición con Podemos y la sensación de que Sánchez está en manos de partidos independentistas como ERC o Bildu no ayudan en Andalucía. Los más veteranos recuerdan que ya los socialistas andaluces sufrieron desgaste por el pacto del Tinell, en 2003 y el pacto del PSC con Carod Rovira (ERC) en la Generalitat. Sin embargo se muestran seguros en el PSOE de que ahora mismo en Andalucía las alianzas con los independentistas pueden dar un mordisco en votos, como dice el PP, que aspira a quedarse con esos electorales socialistas desencantados con el modelo de Pedro Sánchez, pero de forma poco importante. “Influirá pero no está ahí la clave de las elecciones andaluzas de junio”, señala un exdirigente que estuvo al mando de la nave del PSOE-A durante lustros.

Una izquierda débil

En las filas del PSOE se critica la oposición débil del partido durante dos años, hasta que llegó el candidato Juan Espadas y relevó a Susana Díaz. Se lamenta que el Gobierno, que ha lidiado una pandemia y una grave crisis priorizando “un importante escudo social”, no ha sabido vender su gestión en Andalucía. “Moreno (PP) llega entero, sin mácula, en una nube, y eso es fruto de que la izquierda no ha hecho bien su trabajo de oposición porque su gestión es muy mejorable”, insiste un histórico del partido que mira ya desde la barrera. Los líos internos en el PSOE y Podemos dieron alas durante la mitad de la legislatura a la coalición de PP y Cs. El PSOE afrontó además un gran caso de corrupción como el de los ERE y dos expresidentes de la Junta inhabilitados.

Manuel Pérez Yruela, profesor de investigación de Sociología del CSIC en el Instituto de Estudios Sociales Avanzados, es uno de los académicos que más ha estudiado sobre el fenómeno del PSOE en Andalucía. Suya es la teoría de la paradoja de la satisfacción, que alertaba del peligro de que el conformismo de la sociedad andaluza con los importantes avances en la comunidad durante la autonomía, privara de una reflexión crítica que permitiera un cambio en profundidad. Pérez Yruela sostiene que estas elecciones andaluzas se celebran “en un momento de transición” y que darán pistas muy fiables “para saber qué puede estar pasando”.

El profesor de Sociología, doctor honoris causa por la Universidad Pablo de Olavide, da un primer dato clave: el 50% del censo electoral que tendrá derecho a voto el próximo junio ha nacido después de 1980. Ha crecido disfrutando ya de un Estado de las Autonomías pleno y un Estado del Bienestar consolidado y da por hecho servicios públicos como la sanidad, la educación y los servicios sociales. “En ellos la idea de que el PSOE es el partido de la transformación de Andalucía ha ido desapareciendo”, apunta Pérez Yruela. Hay un relevo generacional clave en el electorado andaluz. La nueva composición del mapa electoral, con la irrupción de partidos como Vox o la desaparición de Cs, añaden incertidumbre a qué puede pasar en las andaluzas y posteriormente en las generales.

“El retroceso del PSOE en Andalucía es sostenido desde 2004”, avisa el expresidente del Parlamento de Andalucía e histórico socialista Javier Torres Vela, convencido de que la política en España cambió de manera muy importante a partir de las europeas de 2014, con la aparición de Podemos y Cs. “El bipartidismo ha acabado en España y durante un tiempo esto va a ser así”, señala, dejando claro que nadie puede aspirar en estos momentos a reeditar resultados de un 50% de los votos. “El PSOE a lo largo de 40 años transformó Andalucía y desplegó un modelo de éxito pero ahora es prisionero de ese éxito”, sostiene el también ex profesor de Estadística en la Universidad de Granada. Los datos señalan que la sociedad andaluza se ha derechizado, ubicándose, según las medias de las encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) en un 4,66, estando el centro en el 5,5, y cuando tradicionalmente los andaluces se colocaban en el 4,2. Ese cambio puede notarse también en el voto, avisa el expresidente del Parlamento, que achaca que ese viraje puede deberse al propio gobierno del PP de Juan Manuel Moreno en la Junta.

El voto ahora es mucho más volátil y los expertos constantan que por encima del 30% de los electores andaluces declaran que no saben aún qué votarán y que el 15% decidirá el último día antes de las elecciones. La fidelidad a unas siglas ha cambiado de forma importante. “El PSOE lo que tiene que hacer es detectar donde están los 400.000 votantes que se quedaron en la abstención en las andaluzas de 2018 e ir a por ellos. Esa es la clave”, señala Torres Vela.