La covid-19 no ha supuesto un aumento de la mortalidad en España, porque, en estos más de dos años, ha acaparado el número de muertes que otros años copaban otros virus respiratorios que no han circulado, pero hay que asumir que cada año habrá más defunciones ante el imparable ritmo de envejecimiento de la población y el aumento de las personas vulnerables.

Así lo ha expuesto el especialista en Medicina Preventiva Jesús Castilla en su intervención en la mesa redonda "La vigilancia y control de la covid-19", celebrada en el marco de la XL Reunión Anual de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE), centrada este año en los "Retos del siglo XXI: Medio Ambiente, Cambio Climático y desigualdades sociales".

"El balance de la pandemia en general ha sido muy satisfactorio, pero hay que entender que era una pandemia y no podíamos esperar que pasase sin repercusión", ha iniciado el epidemiólogo, jefe del grupo de vacunas de la SEE.

Dos años y medio después, se pueden extraer conclusiones positivas, como el haber logrado en tiempo récord vacunas muy eficaces y altas coberturas.

También negativas: un gasto sanitario desproporcionado, cambios de hábitos en la demanda asistencial que llevan a los ciudadanos a que, "incluso siendo asintomáticos, han tenido que llamar al médico", lo que ha minado la atención primaria, así como daños a la salud mental y desatención de otras patologías, entre otros muchos.

Además, ha dejado otras lecciones que deben evitarse, como es repetir el discurso que ha dominado este tiempo que ha tendido a "magnificar el problema", la excesiva "injerencia" de los niveles de toma de decisión o las interferencias mediáticas. "Se ha querido ir muy rápido y se ha hecho sin pensar", ha considerado Castilla.

Lo que la covid ha dejado de manifiesto, sobre todo, es un problema sociodemográfico: cada vez hay más población vulnerable y el ritmo de envejecimiento no para de crecer.

Así, y llevándolo a tasas ajustadas por edad, que es la forma correcta en que debe medirse la mortalidad, la covid no ha significado un aumento de la mortalidad -aunque sí de muertes, porque hay más población y más envejecida- ni ha tenido un impacto demográfico relevante.

Se da la circunstancia también de que 2019 fue muy favorable para la mortalidad y fue excepcionalmente baja, con lo que algunos de esos fallecimientos han podido desplazarse a 2020 y 2021.

Ello sin olvidar que en estos más de dos años apenas han circulado otros virus, de forma que las muertes por covid han sustituido a las que se producían por otras enfermedades respiratorias como la gripe en años anteriores.

De acuerdo con un estudio del Instituto de Salud de Navarra, ha argumentado el especialista, entre 2016 y 2019 un 40 % de los fallecidos tenían una PCR positiva a algún virus respiratorio. Entre el 2,5 y el 7 % tenía gripe, un peso que es similar para el resto de virus.

Si se extrapola al conjunto de la población española, ha continuado el especialista, cada año mueren hasta 60.000 personas por virus respiratorios, de forma que "no resulta tan exageradas" las cifras de muertes por covid confirmadas en este tiempo: 51.000 en 2020, 39.000 en 2021 y 23.000 en lo que llevamos de 2022.

Con todo, hay que aceptar que el número de muertes anuales no va a parar de crecer, y no ya por covid o gripe, sino también por las olas de calor. "La realidad que tenemos que asumir es que tenemos cada vez más población y cada vez está más envejecida y envejece más rápido, con lo cual cada año va a haber más muertes", ha concluido.