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Juntos pero muy diferentes

La lucha de clanes desangra el partido que fundó Puigdemont | Radiografía del partido de Puigdemont, algunos de cuyos dirigentes plantean romper el pacto con ERC y dejar el Govern

Jordi Turull y Laura Borràs.

Para entender qué es Junts per Catalunya lo mejor es acercarse primero a la figura de su creador: Carles Puigdemont, eurodiputado y expresidente de la Generalitat. Puigdemont, independentista de toda la vida, fue un fichaje externo de Convergència con el que el partido logró en 2011 la ansiada alcaldía de Girona. Puigdemont fue convergente: defendió a Convergència i Unió cuando la independencia no estaba ni se le esperaba. Años más tarde fue 'president' casi por accidente, y a la hora de ser candidato a la reelección se alejó de la estructura de la formación, porque es un hombre con gran capacidad de liderazgo pero alérgico a las disciplinas de partido y siempre decidido a impulsar proyectos nuevos... de los que después se cansa.

Presentado al creador, conozcamos los precedentes. Convergència sufrió el desgaste de 23 años de Govern de Jordi Pujol, la sombra creciente de la corrupción por financiación ilegal y, además, la confesión del fundador del partido de que había ocultado la herencia familiar durante años en el extranjero. Tocaba hacer un cambio radical, lo que en publicidad llaman -abusando de los anglicismos- un 'restyling'. Es decir, poner al día la marca sin perder el contenido. Pero Artur Mas pilotó fatal -lo admite en privado- esa operación, que acabó en un 'frankenstein'. O dicho de otro modo, lo que Jordi Pujol con su férreo y carismático liderazgo logró durante 23 años, esto es, unificar bajo un paraguas nacionalista a socialdemócratas, liberales, democristianos, centristas, independentistas y federalistas, se hizo añicos en un fin de semana. Incluso el nombre del nuevo partido tuvo que cambiarse, y de Partit Demòcrata Català (PDC) se pasó al PDECat. Y lo que es peor: las nuevas siglas nacieron con un liderazgo débil y una lucha entre clanes que explica en buena medida qué es hoy Junts per Catalunya.

Cuando Puigdemont cogió el timón, una de las premisas fue expulsar sin complejos a todo lo que parecía convergente y fichar a personas ajenas a la política pero que tenían éxito en las redes sociales o en ámbitos como el deportivo o el mediático. La tensión interna entre la posconvergencia -que era la que ponía la infraestructura, las sedes, el dinero y los derechos electorales- y Puigdemont y su equipo creció progresivamente hasta que el 'expresident' hizo lo que le gusta hacer: crear otra cosa. Esta cosa se llamó la Crida, y todos los ajenos a Convergència, y también muchos convergentes temerosos de perder el abrigo del poder que les proporcionaba el 'president', se apuntaron entusiastas a un movimiento que se creyó capaz de aunar al independentismo entero y que duró tan solo dos años. Puigdemont se cansó. Y la Crida feneció con tanta rapidez como nació. En otra ocasión será interesante abordar la financiación de todas estas operaciones.

Pero Puigdemont seguía sin querer acatar nada del PDECat, que siguió asumiendo un papel secundario en lo que, desde las elecciones catalanas de 2017, en las que el recién defenestrado 'president' superó a ERC contra pronóstico, ya se llamó Junts per Catalunya. Ese nombre era, en principio, una coalición entre la posconvergencia y los puigdemontistas. Pronto, en un nuevo portazo, Puigdemont funda una nueva organización pero se apropia del nombre de Junts que ya había hecho fortuna.

Quién es quién

Con estos precedentes se entiende mejor con qué materiales está formado este partido. Por un lado, y con un peso nada desdeñable, están los posconvergentes. Muchos parece que nunca hayan militado en el partido de Pujol, pero es que no solo militaron sino que fueron alcaldes, 'consellers' y diputados, y defendieron el nacionalismo gradualista, e incluso los pactos con el PP. Y no son pocos ni poco importantes: el secretario general del partido es Jordi Turull, 'exconseller' convergente, exjefe del partido en el Parlament. Fue con Oriol Pujol al juzgado cuando este fue imputado en el 'caso ITV' que le costó el cargo. Defendió el pujolismo y el pospujolismo. Y luego se apartó del PDECat -partido hoy en hibernación, sin diputados en el Parlament, con algunos cargos locales y alcaldes y cuatro diputados en Madrid-, como otros convergentes. Junto a él la lista de históricos de CDC es larga y va desde Xavier Trias, posible alcaldable de nuevo en Barcelona, los 'exconsellers' Quim Forn, Josep Rull y Damià Calvet, el jefe del partido en el Parlament, Albert Batet, y numerosos cargos locales. ¿Qué defiende este sector? La independencia, sí, pero también el 'seny', el centrismo, el espacio de centroderecha, buscar una estrategia de confrontación con el Estado pero en las antípodas de las barricadas de la CUP, para entendernos.

Luego están los que nunca han militado en CDC ni en ningún partido. Laura Borràs es el principal ejemplo de este sector. Su leitmotiv es el de participar en un movimiento liderado por un hombre venerado, Carles Puigdemont, y por tanto les da bastante igual si Junts está o no en el Govern, si tiene o no cargos... Lo que les mueve es llegar a la independencia cuanto antes. Borràs ha prometido reiteradamente que este es el objetivo único y último, y que se pasará a la acción tomando como base la biblia de este sector, que es el texto de Puigdemont 'Reunim-nos' que propone volver a la confrontación "inteligente" cuanto antes para "descongelar" la declaración de independencia. Esta tesis hace que este sector tenga una prisa constante por romper el acuerdo con los pactistas de ERC en el Govern, y volver a "pasar a la acción", aunque no se concrete qué significa esa expresión. Pero también Borràs prometió que al presidir el Parlament desacataría a la justicia española y no cumplió.

Amalgama ideológica

Luego están los que proceden de sectores progresistas, como Toni Morral, exalcalde de Cerdanyola por ICV, o Aurora Madaula. Y en el sentido opuesto, quienes podrían compartir con el PP bastantes posiciones, en materia de impuestos, por ejemplo, y en privado elogian a la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso. Están los que creen que es mejor que gobierne el PP con Vox para generar más tensión independentista. Los que en cambio piden centrar al partido para que ERC no se lleve a todos los convergentes a su terreno. Están quienes se centran en su apuesta por la política municipal. Y los que han llegado por veneración a Puigdemont y punto. También existen las corrientes oficiales, la de izquierdas, la socialdemócrata y la liberal. Y están los 'exconsellers', que también piden algo más de orden y se alejan del populismo de Borràs. Y los 'expresos', que han intentado poner paz pero no siempre lo han logrado. Y finalmente también personas de cierto relieve mediático y poca experiencia política, que generan no pocas incomodidades a los que siguen defendiendo la política profesional.

Esta es la composición de un partido con un gran activo, el poder que le confiere estar en el Govern, y un gran interrogante: si Puigdemont es fiel a su carrera y vuelve a cansarse -ya ha dejado de presidir Junts y se centra en el Consell de la República-, ¿habrá alguien capaz de unificar a tantas sensibilidades? La gran paradoja final es que después de todo este viaje para salir de la sombra pujolista, quien más puede hacer esta tarea de unificación es un gran exconvergente y un gran expujolista: Jordi Turull. Roda el món i torna al Born.

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