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Cinco años de la consulta

Así nació el 'estado mayor' que pilotó el 1-O en Cataluña

La imposibilidad de ejecutar la votación desde la administración y la voluntad de que hubiera 'notarios' que dieran fe de quién no tiraba del carro desembocaron en este sanedrín independentista

Oriol Junqueras y Carles Puigdemont, en una imagen de archivo. EP

El 'estado mayor' o 'sanedrín' del independentismo catalán nació por pura necesidad. Necesidad variopinta, sin embargo. Por un lado, todos los actores descubrieron que desde el Gobierno catalán se podía diseñar el referéndum del 1-O, pero no llevarlo a cabo desde la administración, dada la vigilancia desde Madrid. "Fue un golpe de Estado, como lo fue la creación de Junts pel Sí", apunta una voz clave en el alumbramiento.

Pero en el nacimiento del 'sanedrín' confluye otra razón muy poderosa: el temor de ERC "a verse frenado" por los miembros del neonato PDECat -surgido de las cenizas de CDC- y encima "cargar con la culpa". "Necesitábamos notarios que levantaran acta de quién ponía palos en las ruedas", rememora un republicano que estaba en la génesis.

"Carles Puigdemont nombró a Oriol Junqueras como responsable de la consulta. El peso ejecutivo lo llevaba un afín a Junqueras, Josep Maria Jové, y cada vez que intentaba alguna acción chocaba con la alta estructura", continúa. El temor republicano era "verse aplastado por la maquinaria convergente de comunicación y que se fijara el relato de que la culpa de que no hubiera referéndum era de ERC", apunta. 

Y pone un ejemplo, la compra de las urnas. Las órdenes de Junqueras eran desatendidas por la 'consellera' de Governació, Meritxell Borràs, que estaba al frente de los procesos electorales. Esta exigía una orden por escrito.

Ante el 'impasse', el 'sottogoverno' de ERC y del PDEcat crearon el 'sanedrín', cuya primera reunión se celebró un sábado de primavera en el Empordà. Fue larga, catártica y con final unitario. Pero empezó muy tensa: ante los ojos notariales de Jordi Cuixart, Jordi Sànchez, David Vinyals y Joan Puigcercós, entre otros, Junqueras sacó una orden de compra de las urnas, firmada por él. "Pero el vicepresidente tiene, en la práctica, el mismo rango que un 'conseller', por lo que se precisaba la firma del propio Puigdemont. La sorpresa indignó al entonces 'president' y a alguno de los presentes", señala.

El posconvergente acabó por firmar, tres días después y tras pedir que la orden no entrara en el registro oficial de la Generalitat. Según las fuentes consultadas, la orden firmada fue entregada en la ‘conselleria’ de Borràs... sin pedir copia compulsada.

"Sois soldados"

El ‘estado mayor’ fue decisivo en la crisis de Govern de julio de aquel 2017. “Los ‘consellers’ convergentes se enojaron al descubrir que un ‘gobierno’ en la sombra tomaba las decisiones clave y ellos no eran consultados. un miembro del 'estado mayor' le dijo a un integrante de las reuniones del Govern: "sois soldados y tenéis que asumir lo que dicten los generales". A lo que este contestó: "Ningún problema, cambiemos los roles tu y yo".

Los miembros del ‘sanedrín’ empezaron a pedir cabezas. Incluso algún poderoso asesor del PDECat, que como su homólogo de ERC empujaron y mucho en la creación del ‘estado mayor’, vio conveniente el relevo de algunos miembros del Govern.

Marcador sorpresa

En un intercambio de mensajes, sin embargo, quedó patente que ERC no podía irse de rositas: “Acepto perder 4-1 [en número de ‘consellers’ relevados], pero no 5-0”. Al final fue un 5-0: cuatro ‘consellers’ y el secretario de Govern. Un miembro del 'estado mayor' asegura que Junqueras había aceptado que también dos 'consellers' de ERC se sacrificarían -el titular de Justicia, Carles Mundó, y la de Trabajo, Dolors Bassa- pero finalmente solo hubo bajas posconvergentes.

En un grupo de WhatsApp con parte del ‘estado mayor’ algunos miembros avanzaron que amenazarían a Puigdemont con convocar una rueda de prensa si el ‘president’ no cesaba a los consejeros. La amenaza no la llevaron a cabo. Un par de estos miembros de la dirección estratégica pidieron incluso la opinión de Junqueras sobre los nombres que podían relevar a los consejeros ‘desafectos’ con el 1-O. El presidente de ERC solo dio un nombre, y lo acompañó de una coletilla: “Jordi Turull, pero no le digáis a Puigdemont que lo he dicho yo”. Fuera por lo que fuera, Turull ingresó en el Govern como ‘conseller’ de Presidència.

Se barajó que en los ceses de 'consellers' se incluyera a Mundó y Bassa, de ERC, para compensar las bajas posconvergentes, pero finalmente ambos continuaron

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Tras el 20 de septiembre

"La clave del referéndum no fue sólo la de las urnas", apunta un miembro del 'estado mayor'. Fue decisivo lograr un "censo universal", decidido días antes del 1-O referéndum, para salvar las dificultades logísticas. De hecho, se destruyeron las tarjetas censales de que se disponía en un local secreto de la Catalunya Nord.

También fue de gran complejidad la trama organizativa para eludir golpes como el que el 20 de septiembre dejó tambaleando la organización del referéndum. Y se superaron las discrepancias partidistas gracias a una cuestión parapolítica: los miembros del 'sanedrín' se jugaban el futuro penal y ello trenzó una red de confianzas. "Tras el 20 de septiembre, la que toma el mando absoluto es Marta Rovira, que ya antes había incluso estudiado con la tesorería de su partido la opción de que fuera ERC la que comprara las urnas", rememora una voz. Lo que pasó tras el 1-O ya es otra historia.

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