Tras la ruptura del Govern, la CUP da por "agotada" la legislatura y el final de un ciclo donde se ha impuesto la falta de rumbo compartido en el independentismo. Pero a pesar de este diagnóstico, los anticapitalistas rechazan ir a unes elecciones que consideran que "no modificarían substancialmente" el escenario político. Ante esta paradoja, la de considerar que el mandato de Pere Aragonès ya no da más de sí pero al mismo tiempo defender que pasar por las urnas no será una solución, han decidido impulsar un "proceso de escucha" con vocación de articular "un programa de mínimos" para gestionar el duro mientras tanto de la crisis económica, social y climática e incluso participar -eso sí, con pocas expectativas- en la negociación de los presupuestos.

El secretariado nacional, la sala de máquinas del partido, se ha reunido para hacer balance de la situación tras la salida de Junts del Executiu y la nueva configuración monocolor de ERC, que han bautizado como el "Govern de los ex" por incluir exdirigentes del PSC, de Convergència y de Podem. Su conclusión, ha explicado la diputada Eulàlia Reguant, es que la legislatura ha transitado en base a unas políticas "para contentar las élites económicas" y un "relato falso" en clave nacional. Esto, insisten, ha llegado a su fin y ha dejado tanto a los posconvergentes como a los republicanos en una situación "insostenible".

Los unos porque su capacidad para tejer acuerdos ha quedado "anulada" por la "intransigencia" del sector que representa Laura Borràs. Los otros, por la "incapacidad parlamentaria" para tejer acuerdos, situación que los deja con una exigua minoría en el Parlament. La CUP da por hecho que, con este panorama, será cuestión de "meses" que se acaben precipitando las elecciones. Pero hasta entonces hay que gestionar el día a día. Por un lado, los anticapitalistas mantienen que por transparencia y democracia, el 'president' debe someterse a una cuestión de confianza y explicar qué piensa hacer a partir de ahora y con quién.

Pero los presupuestos ya serán en sí mismos esa cuestión de confianza a la que Aragonès rechaza someterse. Una negociación clave para el Govern en la que la CUP piensa sentarse con las propuestas que lamenta que hayan sido reiteradamente rechazadas. "Siempre somos receptivos a las propuestas que nos hagan y llevaremos las nuestras a todas las mesas", ha explicado la portavoz del secretariado, Maria Sirvent, encargada también de esbozar el debate interno y externo que pone en marcha la formación con un ojo puesto en cómo continuar la legislatura y el otro en los próximos comicios.

En los próximos meses y con el objetivo de "desbloquear" la situación en la que ha quedado la legislatura, iniciarán una ronda de contactos con los movimientos sociales y sindicales de Catalunya que irá en paralelo a un proceso de debate interno en todo el territorio. El objetivo, han recalcado, no es presentar "ni recetas ni fórmulas mágicas", sino un programa de mínimos que incluya cuestiones como frenar los desahucios, regular el precio de los alquileres, la renta básica universal, limitar los precios de los alimentos básicos o frenar proyectos con gran impacto medioambiental.

"Hay que articular una gran respuesta social para dar salida a las necesidades de la gente", ha defendido Sirvent con el objetivo de incentivar que las clases populares estén "movilizadas". El programa, cuya elaboración no tiene plazos, llegará también a la mesa de Aragonès, a quien reprochan que haya "rechazado sistemáticamente" sus peticiones.