España es un país que ya se ha acostumbrado a acontecimientos políticos abruptos, no al nivel de la decadencia del Reino Unido con episodios como la caída al vacío de Liz Truss, pero acumula en un corto periodo de tiempo la destitución de un presidente en una moción de censura, la resurrección de un político muerto en unas primarias y la desaparición forzada o forzosa de al menos tres, que ya se veían instalados en la Moncloa. Emociones nunca faltan. La legislatura, con un Gobierno de coalición sin mayoría parlamentaria, las proporciona a diario.

Pero en las últimas tres semanas, un atisbo de normalidad parecía ganar protagonismo con la negociación entre el Gobierno y el PP para la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y del Tribunal Constitucional. El lunes se intuía incluso que al pacto le faltaban solo algunas puntadas, difíciles pero posibles de ejecutar. Ese acuerdo que, según los socialistas, estaba "listo y preparado para ser firmado" saltó este jueves por los aires, en una estruendosa deflagración, que al principio solo parecía unas cuantas llamas. Lo que queda ahora es un montón de ceniza sobre las que el Ejecutivo y el principal partido de la oposición van a librar un choque frontal, más violento probablemente que cualquier anterior, y que liquida la ya escasísima interlocución existente.

Poco antes de las 20.30 horas el PP hizo público un comunicado en el que suspendía las conversaciones con el Gobierno por su idea de reformar el Código Penal para rebajar la pena del delito de sedición. Un asunto que llevaba varios días en la agenda pública y que la propia secretaria general del partido, Cuca Gamarra, había dicho que no interfería en la negociación. Los populares, cuando llegara al Congreso, votarían no.

"Le han temblado las piernas"

A esto se agarran los socialistas para negar que esta sea la verdadera causa de la ruptura de un acuerdo, que el PP niega que estuviera hecho. Según mantienen fuentes del Gobierno, la razón es queAlberto Núñez Feijóo "le han temblado las piernas". Una expresión que incluso el jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez, verbalizó en una conversación informal con los periodistas que le han acompañado en su gira africana, durante una escala de vuelta en la capital de Angola.

"Es una pena pero ha demostrado ser un títere", asegura un ministro. En Moncloa atribuyen al dirigente gallego los mismos defectos que, incluso los suyos, veían en Pablo Casado. Demasiada dependencia de algunas de órbitas o sectores de opinión, que le reclamaban un entendimiento con Vox. Con el partido de ultraderecha en horas bajas, la exigencia estaba focalizada ahora en que Feijóo no llegara a un entendimiento con Sánchez sobre el CGPJ, menos aún cuando está determinado a reformar el delito de sedición para atender la petición de los independentistas.

Para el Ejecutivo y para el PSOE ésta es la única razón del descarrilamiento de un pacto que ellos, insisten, estaba pendiente solo de firma. Ni en el Gobierno ni en el partido asumen ninguna responsabilidad en el peso que este asunto, incómodo para el PP, había adquirido. Se escudan en que "viene de largo" y era "conocido". En el comunicado enviado por Ferraz destacan que "la agenda legislativa del Gobierno no ha sido modificada en ningún momento a lo largo de la legislatura ni tampoco durante la negociación de las últimas semanas".

Este punto choca con la visión que ofrece el PP. Desde Génova se asegura y así lo reflejaron en la nota sobre la suspensión de las conversaciones entre los dos negociadores - el ministro de Presidencia y el vicesecretario de Institucional del PP, Esteban González Pons- que Félix Bolaños transmitió que "no estaba en sus planes acometer esa modificación". Una circunstancia que el PSOE niega.

Se rompe la comunicación

Ambos partidos también difieren en la iniciativa sobre la llamada que en la tarde del jueves mantuvieron Sánchez y Feijóo. El PP da a entender que partió de ellos, el PSOE asegura textualmente que fue el presidente del Gobierno quien llamó. Génova se limitó a decir después que "no entra en detalles". La conclusión es que el estrechísimo canal de comunicación, probablemente a partir de ahora, será inexistente. Según fuentes del Gobierno, "la relación era prácticamente nula a excepción de la negociación del CGPJ y el TC". "Se rompe el único hilo abierto a menos de que el PP se atreva a tener posición propia y no dependiente de sus órbitas".

Presiones del sector conservador

La conversación entre el jefe del Ejecutivo y Feijóo acabó con la posibilidad de acuerdo porque, según los populares, es una "incongruencia insalvable" reforzar el Poder Judicial y a la vez "reformar la ley para decirle a los jueces que han de ser condescendientes con aquellos que se levanten contra la unidad de España". Suspenden las conversaciones, a la espera, vienen a decir, de que Sánchez elija entre el PP y ERC.

Aunque el verbo empleado es suspender en lugar de romper no parece que exista una rendija para retomar las negociaciones. Feijóo no puede avanzar hacia ningún lado ni retroceder. Fuentes populares confirman que la dirección estaba recibiendo muchas presiones por parte del sector conservador del CGPJ, que ha impedido también la designación de dos miembros del TC y en el partido también escamaba que se hubiera pactado que Cándido Conde-Pumpido sería quien presidiría el Constitucional.

Para quienes dentro del PP apostaban firmemente por desbloquear el órgano de los jueces el panorama ahora es "desolador". Creen que el Gobierno ha sido "muy imprudente" al insistir estos días en que cumplirán con el compromiso de reformar la sedición, como hizo la ministra de Hacienda y vicesecretaria del PSOE, María Jesús Montero.

"Están atados a ERC"

Génova se aferra a las explicaciones dadas en el comunicado e incluso carcajea de las acusaciones de falta de autonomía de Feijóo. "¡Pero si ellos están atados a ERC!", sostienen fuentes populares. "El presidente del Gobierno ha sido muy claro con nosotros. Y se lo agradecemos porque no ha dejado opción a la duda. Va a dulcificar las penas por sedición sí o sí", resumen.

Unos y otros concluyen que la culpa es del contrario. Gobierno y PP se desconectan además en un periodo de máxima tensión, con elecciones autonómicas y municipales en mayo y generales a finales de año. Más difícil la reconciliación. De aquí a entonces, ceniza. Y sobre la ceniza, nada.