Entrevista

García-Margallo: "Lo que se juzga es si queremos seguir por el camino de Sánchez, la división de España en dos"

El dirigente del Partido Popular, que participó el jueves en el segundo Fórum Cartagena, avisa de que "se debe votar el 28 de mayo como si fuera un plebiscito a Sánchez"

José Manuel García-Margallo.

José Manuel García-Margallo.

Jaime Ferrán

José Manuel García-Margallo ha estado esta semana en la Región para hablar del papel de la diplomacia en el contexto actual en el segundo Fórum Cartagena. "Representar a tu país fuera es el mayor honor al que un político puede aspirar", afirma el que fuera ministro de Asuntos Exteriores durante cinco años con el Gobierno de Mariano Rajoy

Viene a la Región y no ha sido para presentar su libro, ‘España en el laberinto’. Eso no me lo esperaba. Tendrá que volver. 

Tengo que hablar con López Miras y sí lo haré aquí. 

España siempre parece andar metida en un laberinto.

No siempre ha sido así. Ha habido distintas crisis y hemos salido bien de ellas cuando nos hemos puesto de acuerdo, subordinando los intereses particulares y partidistas al interés nacional. Otras, sin embargo, han salido francamente mal. 

¿Cuáles salieron bien? A ver si tomamos nota.

Tras el fracaso del reinado de Isabel II, con fragmentación, polarización e incapacidad de los políticos para resolver los problemas, llegó la Restauración. Entonces, conservadores y liberales se pusieron de acuerdo en respetar y desarrollar la unidad de España, la separación de poderes y la economía de mercado. Eso se estropeó con el desastre de Annual, que demostró la incapacidad del régimen para abordar los problemas nacionales; el asesinato de Dato, uno de los últimos grandes regeneracionistas; y la publicación de España invertebrada, cuando Ortega y Gasset señala los males de España: el particularismo, la fragmentación y el radicalismo. En un artículo suyo de septiembre de 1931, pocos meses después de que naciera la II República, afirma que «España está preparada para cualquier reforma por ambiciosa que sea, pero no para el radicalismo», entendiendo que radicalismo es cuando una fuerza política impone su proyecto sin contar con los demás.

¿Eso está pasando ahora mismo? ¿Volvemos a estar en un laberinto? 

Absolutamente. Estamos en un laberinto con un problema extraordinariamente serio: la crisis económica. Los tiempos van a ser más difíciles desde el momento en que el Banco Central, que ya ha decidido no comprar deuda pública, suba los tipos de interés. Además, la inflación desbocada va a exigir un pacto de rentas al estilo de los Pactos de la Moncloa. Tenemos que poner en marcha una economía que está parada desde hace 16 años. Para demostrar esto, un dato: la renta per cápita hoy está igual que en 2005. La única forma de resolver los problemas económicos es crecer.  

"El paro sigue siendo muy alto, diga lo que diga el Gobierno y haga las trampas contables que quiera"

Desde el Gobierno son optimistas en el tema económico.

Seguimos teniendo problemas estructurales que vienen de lejos. En primer lugar, el paro, que sigue siendo muy alto, diga lo que diga el Gobierno y haga las trampas contables que quiera. Hay criterios que no se pueden manipular, como son las horas trabajadas y personas ocupadas. En esto estamos por debajo que antes de la pandemia, con un agravante, que en las personas ocupadas lo que ha crecido es el sector público, no el privado. Otro problema estructural es la productividad, que tiene que ver con decisiones estratégicas como la educación e inversiones públicas. El último problema es el desequilibrio de las cuentas públicas. Tanto es así, que no pudimos ayudar a las familias y a las empresas cuando llegó la crisis porque teníamos las cuentas vacías. Vino la tormenta y estábamos sin paraguas. Todo esto requiere grandes acuerdos entre partidos que estén en la centralidad política y huyan del extremismo.

Para usted, el PSOE no es uno de esos partidos. 

Solo hay que ver lo que ocurrió el jueves, que fue un malísimo día para España: el Gobierno se empeña en nombrar para el Tribunal Constitucional a un ministro de Justicia, que va a tener que juzgar la constitucionalidad de las leyes que él mismo ha hecho, y a una militante del partido; el ministro del Interior sigue mintiendo sobre los acontecimientos de Melilla en el Parlamento; hay una violencia verbal en el Congreso como no recordaba desde hacía mucho tiempo; y para terminar, el Tribunal Supremo dejó claro que la ley del ‘solo sí es sí’ determina que a los violadores se les rebajen las penas. Ante esto, el Gobierno no rectifica la ley y se empeña en acusar a los demás de insensibilidad política. 

¿Las elecciones de 2023 servirán para calmar los ánimos o vamos hacia un precipicio?

Las generales son importantes, pero la mitad del partido se juega el 28 de mayo. Zapatero anunció que no se volvía a presentar después de perder las autonómicas y locales. Esas elecciones determinaron las generales de 2011 y ahora va a pasar lo mismo. Ya no hay elecciones que no sean un plebiscito a Pedro Sánchez

¿Cree que los murcianos deben votar en esa clave nacional?

Lo que se está juzgando es si queremos seguir por el camino de Sánchez, que es el mismo que el de Rodríguez Zapatero: la división de España en dos y la resurrección del ‘guerracivilismo’, la falta de diálogo con la oposición y la ocupación de las instituciones públicas por militantes del partido. Eso es así y da igual que se vote para el Gobierno de la Región de Murcia o para el Ayuntamiento de Cieza.

Anda el Gobierno algo agitado. Usted que trata a Pablo Iglesias, ¿qué valoración hace?

Unidas Podemos está perdiendo fuelle porque Pedro Sánchez se ha convertido en el jefe de los ‘podemitas’ al asumir todas sus banderas. Por eso ahora enseñan los dientes. Ante esto, Sánchez intenta poner en marcha un espacio alternativo con Yolanda Díaz, que es como Podemos vestida de Chanel. Ella le complementa y está bajo su protectorado. Por eso ahora los morados están pensando en un candidato para ir a las elecciones en solitario.

¿Cómo ve la política murciana después de todo lo que pasó con la moción de censura?

He visto en Cartagena a muchos empresarios de la Región y me da la sensación de que las aguas se han calmado enormemente. Hubo una etapa muy convulsa que ya ha pasado. 

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Pese a que el PP ha pedido la dimisión del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, su grupo parlamentario en el Congreso se ha negado a abrir una comisión de investigación para dilucidar lo que ocurrió en la valla de Melilla el pasado 24 de junio, cuando una avalancha provocó al menos 23 muertos y más de 70 desaparecidos. "En todo lo que tenga que ver con la reputación de España en el exterior tendemos siempre a ser extraordinariamente prudentes y estar cargados de razón antes de sembrar dudas sobre la actuación de nuestras fuerzas de seguridad. Antes de organizar un escándalo que tiene repercusión fuera hay que estar muy seguros. Lo importante en política exterior es el buen nombre de España", opina el exministro José Manuel García-Margallo. Por otra parte, apunta a que "se está demostrando que Marlaska ha mentido y mentir en un Parlamento es extraordinariamente serio". Y "si no, que se lo pregunten a Nixon con el Watergate", concluye.

Sobre las relaciones con Marruecos, manifiesta que "el giro que Sánchez anuncia es meramente retórico, sin consecuencias prácticas", ya que se acaba de aprobar la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU sobre el Sáhara Occidental «y no varían sustancialmente» las defendidas anteriormente. Eso sí, "hemos conseguido enfadar al mismo tiempo a Marruecos, a Argelia y al Polisario. Es de una habilidad realmente notable", añade.

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