INVESTIDURA

Feijóo ampliará sus contactos a los presidentes autonómicos sin descartar a Aragonès

La estrategia de normalización de las relaciones con Junts, ERC y PNV alcanza también al jefe del Govern: "No podemos vetar a ningún presidente autonómico"

Prosiguen las quejas del líder del PP catalán, Alejandro Fernández, que pide clarificar "de qué tenemos que hablar" con los independentistas

Alberto Núñez Feijóo.

Alberto Núñez Feijóo. / EP

Marisol Hernández

Alberto Núñez Feijóo dispone de un mes hasta que los días 26 y 27 de septiembre se someta a la investidura y quiere tomárselo con calma. El Rey le encargó el martes la formación del Gobierno y aunque el candidato popular ya manifestó su deseo de comenzar una ronda de contactos con los grupos parlamentarios a partir de este lunes, será este lunes cuando en una reunión del comité de dirección se fijará cómo y cuándo se producirán esos encuentros. Sin prisas. "Todo está aún por decidir", admiten en Génova.

Se desconoce si será Feijóo quien acuda a todas o sólo a algunas citas, si serán entrevistas o únicamente llamadas telefónicas. Pero el aspirante popular sí avanzó, en el acto de apertura del curso político en el Castillo de Soutomaior (Pontevedra), su intención de incluir en las conversaciones a los presidentes autonómicos: "Voy a hablar con todos los que quieran aportar". Este llamamiento, al que la dirección popular debe ahora darle forma, incluye también al president de la Generalitat, Pere Aragonès, de ERC. "No podemos vetar a ninguno", defienden fuentes populares.

Su pretensión de contar incluso con Aragonès, se produce a pesar de que desde el grupo parlamentario republicano en el Congreso ya se ha anunciado que no se reunirán con el PP. Los populares no se dan por enterados ante esta posición y prosiguen en una política de normalización de su interlocución con el independentismo catalán y vasco, tras el enorme avance electoral cosechado por el PSOE en Cataluña y el País Vasco.

Feijóo, a quien le faltan cuatro votos para poder convertirse en presidente y ha demorado la fecha de la votación en el Congreso porque sigue empeñado en que puede conseguir el apoyo del PNV, manifestó este domingo que quiere "escuchar" a todos los dirigentes autonómicos y "que se acabe el tiempo de que se silenciaba a aquellos que no pensaban como tú. "Volver a una España cordial", remachó.

Frente a quienes dentro del PP no entienden que la dirección trate de abrir un canal con comunicación con Junts y ERC -fundamentalmente ha molestado al partido en Cataluña-, el presidente popular se mostró pedagógico y sostuvo que el encargo del Rey "conlleva la obligación de hablar con aquellos que quieran hablar, y después, coincidir o discrepar". "La política consiste en hablar", insistió, aunque en su caso, a diferencia de lo que cree que hace Pedro Sánchez, "no para someterme a lo que quieren las minorías".

Normalizar a ERC y Junts tiene un coste interno

Génova intenta salir así del aislamiento al que le han conducido los pactos con Vox con un giro de guion que todavía parece débilmente planificado. Junts aún no ha confirmado si aceptará o no abrir una vía de diálogo con el PP. Y se pone la mirada en Aragonés, pese a que ERC ya ha dado un portazo. Todo esto ante la estupefacción de quienes como el presidente del PP catalán, Alejandro Fernández, piensa que no se puede atacar al sanchismo por "negociar con un prófugo" y a continuación hacer lo mismo.

Después de que el miércoles ya dijera en las redes sociales que "se avecinan movimientos (y fotos) que van a destruir la reputación de quien los impulse" y que "no hay nada más valioso que ser coherente con tu pasado, tus principios y tus opiniones", Alejandro Fernández volvió a mostrar ayer su asombro y subrayó que "Junts sí es mi rival". "Un partido cuya tesis esencial es que España es una dictadura dirigida por un Rey fascista con el que se niegan a hablar". "Que alguien me diga de qué hay que 'hablar' con ellos", señaló.

Pero el PP ha fijado que ahora su única línea roja es EH Bildu. No podemos ejercer el mismo "veto", explican en el partido, con Junts que con la izquierda abertzale, que "ha llevado en sus listas electorales a terroristas con delitos de sangre". La dirección popular decidirá este lunes de qué manera amplía estos nuevos horizontes. Cómo se cursarán las invitaciones a esta ronda de contactos -a los partidos en el Congreso y a los presidentes- y quién participará en ellos. Y si volverán a sentarse con Vox, Unión del Pueblo Navarro (UPN) y Coalición Canaria (CC), que ya les han garantizado su apoyo.

Feijóo con Aitor Esteban

En estos días de prolegómenos, el único grupo parlamentario, al margen de estos tres, que ha manifestado su intención de aceptar la invitación de Feijóo es el PNV. Los deseados. Su portavoz parlamentario, Aitor Esteban, repitió de nuevo que "en una investidura de la mano de Vox" no van a participar. "Las posiciones ya están fijadas", afirmó, en un vídeo difundido por el propio partido. "Si nos llama el PP creo que, por mínima cortesía, hay que ir a la reunión. Además, puede servir para que Feijóo y yo nos conozcamos, que no nos conocemos personalmente, pero no va a servir para nada más", dijo Esteban.

Su disposición lleva a pensar que será el propio presidente popular quien acuda a esta cita. Ya se entrevistó con Andoni Ortuzar, sin que eso supusiera un avance en las relaciones entre ambos partidos, casi inexistentes desde que el PNV dejó caer a Mariano Rajoy, de quien era socio parlamentario, con su respaldo a la moción de censura de Sánchez.

Los nacionalistas vascos han sido una obsesión para Feijóo. En sus años de presidente en Galicia, logró frenar la ascensión de Vox y estaba convencido de que podría llegar a la Moncloa sin su apoyo. Por eso ha buscado favorecer el deshielo con el PNV, para poder echar mano de otras alianzas. Sin embargo, en todos estos meses nunca se planteó un acercamiento a Junts, a pesar de que, sostienen ahora, como herederos de la antigua Convergència, los sitúan en la órbita conservadora.

De la necesidad, virtud. Sólo con que Junts no apoye a Sánchez, sus siete diputados podrían facilitar una investidura de Feijóo. La estrategia discursiva de Génova ha girado en esa dirección. Ni PNV ni Junts, mantienen, son progresistas. "El partido de Carles Puigdemont es contrario a los comunes (En Comú Podem)". Sus votantes o los del PNV, aseguran fuentes populares, no creemos que estén "contentos" con la vuelta al Gobierno de Ione Belarra.

Demora en la investidura para que el PNV cambie de opinión

Este razonamiento es lo que ha llevado Feijóo al candidato conservador a demorar la investidura. El PP es consciente de que necesita "tiempo". Porque, razonan en Génova, si la investidura fuera la semana que viene "ya sabemos que nos van a decir que no" pero, destacan, conforme pasen los días "hay más posibilidades de que cambien de opinión".

Feijóo, que ayer, tras al acto de Soutomayor, comió con sus barones, quiere resultar visible a los votantes del resto de partidos ideológicamente de derechas, con la pretensión de que las bases del PNV o de Junts puedan cuestionar la pertenencia al bloque progresista. Que con su discurso de investidura sepan qué haría en un gobierno en solitario, sin Vox.

Ayer dijo que está "absolutamente convencido de que ahora o después, el próximo Gobierno de España será un gobierno del PP" y de que el proyecto que presente al Congreso "tendrá vigor en los siguientes años". Pero Feijóo en ningún momento se refirió a él en primera persona sino a lo que le espera a su partido.