Cómo está el Senado. Irreconocible. Sigue siendo una cámara legislativa de segunda lectura, siempre supeditada al Congreso, pero a lo largo de esta semana han ocurrido aquí dentro cosas inauditas. El martes, el PP entregó en el hemiciclo una bolsa de arena tóxica, proveniente de la murciana bahía de Portmán, a la vicepresidenta tercera, Sara Aagesen, y el PSOE acabó presentando una denuncia por “intimidación”. El miércoles, nueva denuncia: esta vez contra dos trabajadores del Senado por “espionaje” parlamentario. Este jueves tocaba hablar de prostitutas y paradores.
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