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La mancha de la corrupción ensucia otra vez al PSOE
La trama que encabezan Cerdán, Ábalos y Koldo evidencia el fracaso de los mecanismos de control y evoca los casos que hundieron al partido en los 90
Exdirigentes y expertos señalan a la falta de democracia interna como una de las principales vías hacia la deshonestidad política de los socialistas y de otras formaciones

Tres agentes de la UCO entran en la sede socialista de Ferraz este viernes. / Rodrigo Jiménez EFE
Daniel G. Sastre
Odón Elorza fue miembro de la ejecutiva federal del PSOE entre 2017 y 2021, como secretario de Transparencia y Democracia Participativa. En ese tiempo, pedía la palabra el primero en cada reunión del órgano. "Y me la daban el último, cuando todo el mundo estaba ya cansado, y ni me respondían", recuerda. En dos ocasiones, además, el dirigente socialista que tenía al lado le dio pellizcos por debajo de la mesa, "de esos que duelen", para que se callase. Elorza, exalcalde de San Sebastián y exdiputado socialista, tuvo que pedir que le cambiaran de sitio. Él renunció a su escaño en el Congreso en 2023, tras constatar que sus aportaciones parlamentarias ya no resultaban "útiles" a su grupo. Su 'pellizcador' sigue como diputado.
La anécdota ilustra uno de los principales males que detectan los dirigentes políticos y expertos consultados, en el PSOE y también en el PP: la falta de democracia interna, el miedo a pronunciarse contra la opinión de la cúpula, que acaba repercutiendo en la falta de controles internos y que puede derivar en comportamientos corruptos. "Así se funciona. Los comités federales son como una 'performance' donde cada cual suelta su rollo y se autoalaba", explica Elorza.
Regeneración frustrada
Pedro Sánchez recuperó el poder en el PSOE en 2017, tras una campaña interna en la que recorrió las agrupaciones socialistas españolas a bordo de un humilde Peugeot 407, y en la que hizo promesas constantes de regeneración democrática que, según todos los indicios, no se han trasladado a la realidad. En esa gira victoriosa, Sánchez contó con el apoyo de Santos Cerdán, José Luis Ábalos y Koldo García, los tres principales implicados en la trama de captación de comisiones que ha dejado al Gobierno al filo del abismo.
El caso, además, refresca en la memoria una parte de la historia del PSOE que las nuevas generaciones no tenían tan presente, y que los socialistas querrían enterrar: la corrupción de los años 90, que contribuyó a la caída de Felipe González en 1996. El caso Filesa, el caso Roldán, el desvío de fondos reservados... La evocación de aquella etapa ha sido inevitable estos días, a cada nuevo audio de Cerdán y Koldo, o con la entrada de agentes de la Guardia Civil en la sede socialista de Ferraz el pasado viernes.
"Es evidente que el caso tiene un impacto", dice el alcalde socialista de una importante ciudad española, que prefiere dar su opinión desde el anonimato, aunque coincide en lo esencial con los argumentos que Sánchez y su entorno están divulgando desde que el informe de la UCO dejó un enorme cráter en el partido. "Yo no creo que este impacto lastre a la organización, porque la gente está viendo que la organización no tiene nada que ver", dice para desvincular las supuestas tropelías de Cerdán de otras cometidas por nombres famosos de los 90. "Los individuos han perjudicado a la organización. El que pusieron a cuidar el gallinero, el secretario de Organización, salió rana. Y no voy a decir que no nos perjudica. Pero no hay que olvidar la forma en la que la derecha ha accedido siempre al poder: por vías no políticas, sino por otras. El caso Cerdán debilita la argumentación de que esto obedecía a otros intereses", concluye el dirigente socialista, en referencia al acoso judicial y mediático de los poderes que en su opinión se han concertado para hacer caer a Sánchez.
Las "broncas" con Cerdán
Pero esa visión contrasta con la "tremenda desilusión" que expresa Elorza sobre su paso por la ejecutiva federal del PSOE, durante la que cambió su opinión sobre Sánchez. "El que corregía las listas electorales de cada territorio era Santos Cerdán, y ni te cuento las broncas que tenía con él cuando yo estaba al frente del área de Transparencia", recuerda. "Creo que las cosas no se han hecho bien. Las medidas tomadas, aunque han sido inmediatas, son insuficientes. Hay que mejorar la democracia interna, es evidente que no funciona: no están bien vistos los debates, y si dices algo inadecuado te miran mal", sostiene.
Como voz histórica y con ascendente moral sobre una parte del partido, pero ya sin cargos orgánicos, Elorza lleva días defendiendo que la salida a la crisis actual sería que Sánchez se sometiera a una cuestión de confianza en el Congreso, algo que el presidente ya ha rechazado. "La cuestión de confianza tiene riesgos, pero más los tiene continuar gobernando en esta agonía", asegura.
Los argumentos oficiales de que Sánchez y el PSOE han actuado con contundencia en cuanto han tenido indicios de unos comportamientos delictivos tampoco convencen, en absoluto, a los expertos en la lucha contra la corrupción. Manuel Villoria, catedrático de la URJC y nombrado el mes pasado presidente de la Autoridad Independiente de Protección del Informante (creada por el Gobierno a expensas de una directiva de la UE para reforzar la lucha contra la corrupción) cree que "los partidos en general no se toman en serio la 'compliance'", el conjunto de mecanismos que aseguran que la organización cumpla con la ley y los estándares éticos. "Todos lo tienen formalmente, pero su aplicación es nula", subraya. En este sentido, Villoria coincide con Elorza en que uno de los principales problemas de las formaciones es la falta de democracia interna: "En España, los partidos no tienen congresos anuales obligatorios como los conservadores británicos, ni garantías para que haya una oposición interna que consolide las minorías... Hay que desprivatizar los partidos, porque al final te quedas con los Ábalos y los Santos Cerdán y al final todo esto es de risa. ¿Qué cultura interna deben de haber creado Ábalos y Cerdán estos años? Debe de dar terror".
De momento, los últimos sondeos del CIS no detectan una gran subida de la preocupación de los españoles sobre la corrupción, pero no hay duda de que las nuevas revelaciones del caso Cerdán van a cambiar esa situación en futuros estudios. En el último, publicado justo antes de que se hiciera público el informe de la UCO sobre la trama, un 11,7% de los encuestados mostraban inquietud en ese ámbito. Es un número que está muy lejos de otros periodos marcadas por la proliferación de casos de corrupción, como la última etapa de González (cuando se alcanzó el 33,5% de ciudadanos preocupados) y, sobre todo, noviembre de 2014, con los sobresueldos del PP y el caso Gürtel en plena ebullición, cuando la cifra se elevó hasta el 63,8%. "Va a subir, pero la clave para mí es la desafección política", dice Villoria. "Ese es el problema fundamental para los españoles: los políticos y la política. Es otra forma de decirnos que el principal problema es la corrupción, la falta de ética, y eso sí está saliendo en todos los barómetros", añade.
El peligro del "fin de ciclo"
Damià del Clot, exalcalde de Vilassar de Mar por ERC y colaborador del Grupo de Investigación en Estudios Políticos, Identidades, Institución y Corrupción de la UAB es también muy crítico con el funcionamiento de los grandes partidos en España. "El último PSOE de González es un partido carcomido por la corrupción, pero el PP ha tenido también casos importantísimos. Y estas situaciones se producen más cuando están al final de sus ciclos políticos", sostiene.
La pregunta de cómo puede afectar al PSOE en términos electorales el caso Cerdán empezará a desvelarse en los próximos días, con los sondeos que recojan el impacto de las revelaciones en los ciudadanos. Pero nadie duda de que será importante. "La huella de este caso, de sus ramificaciones que no sabemos hasta dónde pueden llegar, y de las expresiones machistas que han salido en las conversaciones, va a provocar una merma electoral. La gente de izquierda es más exigente con los comportamientos morales de los partidos, y es lógico pensar que esa pérdida iría a la abstención", dice Odón Elorza. "Muchísimos votantes se irían ahora a la abstención. Si el caso no crece y no hay elecciones inmediatamente, podría olvidarse un poco", sostiene Villoria. "El camino normal del votantes socialista sería la abstención. Es poco probable que muchos se vayan al PP, por la polarización", cree Del Clot.
La sombra del reciente descalabro socialista en Portugal, y la irrelevancia en la que han caído los socialistas en Italia, Francia y otros países constituyen un recuerdo permanente para el PSOE de que en política no existe el suelo electoral. Esa decadencia prolongada no es "en absoluto descartable" cree Villoria. "Y ahí está la responsabilidad más importante del presidente: ¿qué va a pasar con su partido? ¿Y cómo va a pasar él a la historia?", se pregunta.
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