Inversión en tiempo de millennials: cómo ganar dinero y mejorar el mundo

Inversión en tiempo de millennials: cómo ganar dinero y mejorar el mundo

Los ahorradores más jóvenes impulsan la inversión socialmente responsable (ISR), un movimiento que tiene en cuenta criterios medioambientales, sociales y de gobernanza empresarial (ESG) para generar rendimientos financieros competitivos a largo plazo e impacto social positivo.

por Cecilia Vega | BeContent

Los millennials son la generación del cambio. Los jóvenes que nacieron entre principios de los años 80 y finales de los 90 y que crecieron en un entorno político, económico y social mucho mejor que el de sus padres; pero al tiempo que se hacían adultos se topaban de frente una dura crisis financiera de gran calado social que cambiaría su forma de pensar, de vivir y, por supuesto, de invertir.

La denominada “Generación Y” es crítica, exigente, participativa, inconformista, comprometida… y se incorpora al mundo de las finanzas con una conciencia diferente. Se ha dado cuenta de que el futuro reside en impulsar una economía más sostenible y, con la mente puesta en los problemas que afronta el planeta, busca la rentabilidad, pero no a cualquier precio. Quieren invertir de manera coherente con sus valores.

Millennials socialmente responsables

"El millennial tiene una mayor sensibilidad por los temas medioambientales, sociales y, también, los que tienen que ver con la transparencia y la ética en la gestión de las empresas y quieren que sus productos financieros e inversiones están alineados y reflejen este compromiso”, apunta Javier Garayoa, director general de Spainsif, organización que vela en España por difundir y potenciar la Inversión Socialmente Responsable (ISR). “Hay que entender que los ahorros circulan. Cuando contratas un producto financiero, la entidad o intermediario, da uso a esos recursos, por lo cual tú eres responsable de tu dinero”, explica.

Javier Garayoa, director general de Spainsif - Foto: Álvaro Hurtado - Prensa Ibérica

En 2011, La Ley de Economía Sostenible pedía por primera vez un reglamento sobre la difusión de información en política de inversión de fondos de pensiones y en 2016, una Directiva aprobada por el Parlamento Europeo y el Consejo de la UE, exponía que nos estados miembros deben asegurar que los fondos de pensiones de empleo divulgan información sobre su relevancia y de materialidad. Es decir, se reclama la transparencia como medida de trabajo.

Tenemos pues unas políticas de inversión que redundan en beneficio de todos. No sólo porque trabajan la sostenibilidad y la ética, sino porque previenen irregularidades en la gestión fiscal y reclaman la limpieza de los procesos. Inversiones con conciencia que generan impacto beneficioso en la sociedad y que permiten alinear el capital con los valores de impacto positivo. Hoy, entre las inquietudes de la sociedad, está la de vivir de acuerdo con los principios éticos que tenemos cada persona y aplicar esta coherencia a todos los ámbitos de la vida.

Frente al inversor tradicional, que busca rentabilidad desde una posición meramente egoísta y se fija exclusivamente en conceptos como tipo de interés o riesgo”, existe un perfil de inversor socialmente responsable al que le preocupa que “sus ahorros puedan dar vida a empresas que dañan el entorno, financian armas o favorecen la explotación laboral”, cita el experto como ejemplos. Estos inversores priorizan compañías que, en la línea de sus intereses, protegen el medio ambiente, velan por la infancia, impulsan la educación de calidad, promueven la integración social o contribuyen a la promoción de la salud… Es decir, empresas que incorporan criterios ESG (en inglés, medioambientales, sociales y gobernanza).

Inversiones de impacto

Pero los millennials van un paso más allá. Ya no se trata solo de aplicar un filtro de exclusión que deje fuera del tablero a ciertas compañías o sectores sino que los inversores más jóvenes quieren ser proactivos y pretenden que sus ahorros dejen una huella real y positiva en la sociedad o en el planeta. Es lo que se conoce como inversiones de impacto.

Estos inversores encuentran respuesta a sus inquietudes en fondos como “Creas Impacto”. Se trata del primer fondo institucional de inversión de impacto en España que financia empresas sociales prometedoras en sectores prioritarios como la salud y el bienestar, la sostenibilidad ambiental y la innovación social. Este fondo invierte en proyectos “con un enfoque innovador que resuelven retos sociales. Lo que ya es una obviedad es que las empresas que triunfarán serán las que sean capaces de adaptarse al nuevo contexto social y crear valor compartido, social y medioambiental”, explican.

En su porfolio figuran iniciativas como Simileat, empresa de alimentos infantes saludables elaborados con materia prima de productores locales, y Emzingo, propuesta que busca inspirar el liderazgo responsable, preparando a las personas para afrontar retos y oportunidades globales. Otra de los proyectos participados es Koiki, una solución innovadora de reparto de paquetería que, por un lado, emplea a personas de colectivos vulnerables y, por otro, reduce las emisiones de CO2 al desplazarse a pie, en bicicleta o vehículo eléctrico.

Foto: ShutterStock

Para obtener rendimiento financiero e invertir con sentido, nació también la Bolsa Social, la primera plataforma en España de crowdimpacting: el equity crowdfunding de los inversores y las empresas con impacto social positivo. Como señalan, su objetivo es “impulsar la financiación de empresas con potencial de crecimiento que produzcan un impacto positivo en la sociedad y el medioambiente, promover las finanzas éticas y democratizar la inversión de impacto”. Farmidable, un modelo de distribución de producto local y de temporada, directo del productor al consumidor basado en comunidades naturales de consumo; Whatscine, tecnología que está cambiando la forma en la que las personas con discapacidad audiovisual acceden a los contenidos de cine y televisión; y Auara, marca de agua mineral de calidad, en botellas de material 100% reciclado, que existe para llevar agua potable a personas necesitadas, han sido tres de las empresas de impacto financiadas con éxito en esta singular Bolsa.

Cambio del modelo financiero

Tras estos números, el impulso de los millennial. El 60% de los miembros de la “Generación Y” afirma elegir fondos en función de parámetros ESG, según los resultados de la encuesta “Global Investment Survey 2018”, realizada por la gestora Legg Mason en 17 países diferentes. Son casi veinte puntos porcentuales más que la Generación X (41%), y el doble que los de los Baby Boomers (30%). Según cálculos elaborados por Deutsche Bank, en el año 2020 la mitad de los activos gestionados a nivel global cumplirá con estos criterios, y alcanzará el 100% en algo más de 15 años.

Aunque Garaoya no se aventura a establecer plazos, certifica que nos encontramos en un momento de “cambio del modelo financiero”. “El cambio de mentalidad y filosofía del inversor ha generado una transformación de la demanda y no podemos olvidar que la demanda es la que marca el diseño y enfoque de los productos financieros”, explica. “Ya estamos viendo, por ejemplo, productos específicos orientados a la inversión para contribuir a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU”, resalta.

Obtener rentabilidad e impacto social

Pero, ¿es rentable económicamente invertir en función de componentes ambientales, sociales o de gobernanza? Si nos ceñimos a los resultados de la encuesta de “Global Investment Survey 2018”, la respuesta es positiva: los millennials son el segmento de la población que más rentabilidad obtiene de sus inversiones al ganar, de media, un 5,8% frente al 4,9% de la Generación X y al 4,6% de los baby boomers.

“En verdad se podría estar discutiendo mucho tiempo sobre si estas inversiones son más o menos rentables, sobre si se sacrifica rentabilidad, si el impacto supone restar retorno. Hay distintas visiones”, afirma el director general de Spainsif, pero “en lo que hay acuerdo es que la aplicación de criterios ESG supone un menor riesgo para el que invierte y mayores oportunidades”. En opinión de Javier Garayoa, “la ISR no implica un sacrificio de rentabilidad” sino que, al contrario, el inversor consigue “un retorno competitivo sostenible en el tiempo”. “Estamos hablando siempre de inversiones a largo plazo, no de inversiones especulativas”, puntualiza.

Los millennial lo saben: invertir en una empresa o en un fondo que genere un bien a su alrededor y obtener a cambio un rendimiento financiero no son objetivos reñidos. Se puede mejorar el mundo desde el sector de las finanzas y, al mimo tiempo, obtener dinero. Es una buena inversión, en la que todos salimos ganando.

Sin embargo, este no es un tema generacional. Para Fundación MAPFRE, hoy en día, entre las inquietudes de la sociedad está la de vivir de acuerdo con los principios éticos que tenemos cada persona y aplicar esta coherencia a todos los ámbitos de la vida. Para conseguirlo es importante que, a la hora de consumir e invertir, los ciudadanos sepan cómo las empresas interactúan con el entorno en el que están presentes y analicen si ello se adecúa o no a su compromiso social.

Puedes ampliar información en https://segurosypensionesparatodos.fundacionmapfre.org/syp/es/inversiones-socialmente-responsables.

compartir