- Multimedia
- Clasificados
- Servicios
Ver más galerías relacionadas
Irma Collín
Ver galería >A finales de los años setenta, Alfredo Fernández era interventor del Banco Central en Pola de Laviana y venía con cierta frecuencia a la calle Suárez de la Riva de Oviedo, al edificio que hoy es la sede de la presidencia del Principado, a hacer entregas de dinero en metálico en lo que era entonces el Banco de España. Ayer, 35 años casi justos después del cambio de uso del inmueble, volvió a entrar para comprobar que, efectivamente, no lo reconoce. Este palacete de uso administrativo, funcional y profusamente decorado con valiosas piezas de arte contemporáneo asturiano “no se parece en nada” a aquel banco. Es día de puertas abiertas y Alfredo ha vuelto porque de forma excepcional el palacio de los presidentes acepta visitas con guía. Con el Presidente de guía. Han pasado dos años y un día después desde las elecciones que le trajeron hasta aquí y Adrián Barbón enseña el edificio, la que por las horas que pasa dentro dice con alguna propiedad que es más bien “mi casa”, a treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA, ejerciendo de anfitrión y guía a petición de este diario.
A finales de los años setenta, Alfredo Fernández era interventor del Banco Central en Pola de Laviana y venía con cierta frecuencia a la calle Suárez de la Riva de Oviedo, al edificio que hoy es la sede de la presidencia del Principado, a hacer entregas de dinero en metálico en lo que era entonces el Banco de España. Ayer, 35 años casi justos después del cambio de uso del inmueble, volvió a entrar para comprobar que, efectivamente, no lo reconoce. Este palacete de uso administrativo, funcional y profusamente decorado con valiosas piezas de arte contemporáneo asturiano “no se parece en nada” a aquel banco. Es día de puertas abiertas y Alfredo ha vuelto porque de forma excepcional el palacio de los presidentes acepta visitas con guía. Con el Presidente de guía. Han pasado dos años y un día después desde las elecciones que le trajeron hasta aquí y Adrián Barbón enseña el edificio, la que por las horas que pasa dentro dice con alguna propiedad que es más bien “mi casa”, a treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA, ejerciendo de anfitrión y guía a petición de este diario.
A finales de los años setenta, Alfredo Fernández era interventor del Banco Central en Pola de Laviana y venía con cierta frecuencia a la calle Suárez de la Riva de Oviedo, al edificio que hoy es la sede de la presidencia del Principado, a hacer entregas de dinero en metálico en lo que era entonces el Banco de España. Ayer, 35 años casi justos después del cambio de uso del inmueble, volvió a entrar para comprobar que, efectivamente, no lo reconoce. Este palacete de uso administrativo, funcional y profusamente decorado con valiosas piezas de arte contemporáneo asturiano “no se parece en nada” a aquel banco. Es día de puertas abiertas y Alfredo ha vuelto porque de forma excepcional el palacio de los presidentes acepta visitas con guía. Con el Presidente de guía. Han pasado dos años y un día después desde las elecciones que le trajeron hasta aquí y Adrián Barbón enseña el edificio, la que por las horas que pasa dentro dice con alguna propiedad que es más bien “mi casa”, a treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA, ejerciendo de anfitrión y guía a petición de este diario.
A finales de los años setenta, Alfredo Fernández era interventor del Banco Central en Pola de Laviana y venía con cierta frecuencia a la calle Suárez de la Riva de Oviedo, al edificio que hoy es la sede de la presidencia del Principado, a hacer entregas de dinero en metálico en lo que era entonces el Banco de España. Ayer, 35 años casi justos después del cambio de uso del inmueble, volvió a entrar para comprobar que, efectivamente, no lo reconoce. Este palacete de uso administrativo, funcional y profusamente decorado con valiosas piezas de arte contemporáneo asturiano “no se parece en nada” a aquel banco. Es día de puertas abiertas y Alfredo ha vuelto porque de forma excepcional el palacio de los presidentes acepta visitas con guía. Con el Presidente de guía. Han pasado dos años y un día después desde las elecciones que le trajeron hasta aquí y Adrián Barbón enseña el edificio, la que por las horas que pasa dentro dice con alguna propiedad que es más bien “mi casa”, a treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA, ejerciendo de anfitrión y guía a petición de este diario.
A finales de los años setenta, Alfredo Fernández era interventor del Banco Central en Pola de Laviana y venía con cierta frecuencia a la calle Suárez de la Riva de Oviedo, al edificio que hoy es la sede de la presidencia del Principado, a hacer entregas de dinero en metálico en lo que era entonces el Banco de España. Ayer, 35 años casi justos después del cambio de uso del inmueble, volvió a entrar para comprobar que, efectivamente, no lo reconoce. Este palacete de uso administrativo, funcional y profusamente decorado con valiosas piezas de arte contemporáneo asturiano “no se parece en nada” a aquel banco. Es día de puertas abiertas y Alfredo ha vuelto porque de forma excepcional el palacio de los presidentes acepta visitas con guía. Con el Presidente de guía. Han pasado dos años y un día después desde las elecciones que le trajeron hasta aquí y Adrián Barbón enseña el edificio, la que por las horas que pasa dentro dice con alguna propiedad que es más bien “mi casa”, a treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA, ejerciendo de anfitrión y guía a petición de este diario.
A finales de los años setenta, Alfredo Fernández era interventor del Banco Central en Pola de Laviana y venía con cierta frecuencia a la calle Suárez de la Riva de Oviedo, al edificio que hoy es la sede de la presidencia del Principado, a hacer entregas de dinero en metálico en lo que era entonces el Banco de España. Ayer, 35 años casi justos después del cambio de uso del inmueble, volvió a entrar para comprobar que, efectivamente, no lo reconoce. Este palacete de uso administrativo, funcional y profusamente decorado con valiosas piezas de arte contemporáneo asturiano “no se parece en nada” a aquel banco. Es día de puertas abiertas y Alfredo ha vuelto porque de forma excepcional el palacio de los presidentes acepta visitas con guía. Con el Presidente de guía. Han pasado dos años y un día después desde las elecciones que le trajeron hasta aquí y Adrián Barbón enseña el edificio, la que por las horas que pasa dentro dice con alguna propiedad que es más bien “mi casa”, a treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA, ejerciendo de anfitrión y guía a petición de este diario.
A finales de los años setenta, Alfredo Fernández era interventor del Banco Central en Pola de Laviana y venía con cierta frecuencia a la calle Suárez de la Riva de Oviedo, al edificio que hoy es la sede de la presidencia del Principado, a hacer entregas de dinero en metálico en lo que era entonces el Banco de España. Ayer, 35 años casi justos después del cambio de uso del inmueble, volvió a entrar para comprobar que, efectivamente, no lo reconoce. Este palacete de uso administrativo, funcional y profusamente decorado con valiosas piezas de arte contemporáneo asturiano “no se parece en nada” a aquel banco. Es día de puertas abiertas y Alfredo ha vuelto porque de forma excepcional el palacio de los presidentes acepta visitas con guía. Con el Presidente de guía. Han pasado dos años y un día después desde las elecciones que le trajeron hasta aquí y Adrián Barbón enseña el edificio, la que por las horas que pasa dentro dice con alguna propiedad que es más bien “mi casa”, a treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA, ejerciendo de anfitrión y guía a petición de este diario.
A finales de los años setenta, Alfredo Fernández era interventor del Banco Central en Pola de Laviana y venía con cierta frecuencia a la calle Suárez de la Riva de Oviedo, al edificio que hoy es la sede de la presidencia del Principado, a hacer entregas de dinero en metálico en lo que era entonces el Banco de España. Ayer, 35 años casi justos después del cambio de uso del inmueble, volvió a entrar para comprobar que, efectivamente, no lo reconoce. Este palacete de uso administrativo, funcional y profusamente decorado con valiosas piezas de arte contemporáneo asturiano “no se parece en nada” a aquel banco. Es día de puertas abiertas y Alfredo ha vuelto porque de forma excepcional el palacio de los presidentes acepta visitas con guía. Con el Presidente de guía. Han pasado dos años y un día después desde las elecciones que le trajeron hasta aquí y Adrián Barbón enseña el edificio, la que por las horas que pasa dentro dice con alguna propiedad que es más bien “mi casa”, a treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA, ejerciendo de anfitrión y guía a petición de este diario.
A finales de los años setenta, Alfredo Fernández era interventor del Banco Central en Pola de Laviana y venía con cierta frecuencia a la calle Suárez de la Riva de Oviedo, al edificio que hoy es la sede de la presidencia del Principado, a hacer entregas de dinero en metálico en lo que era entonces el Banco de España. Ayer, 35 años casi justos después del cambio de uso del inmueble, volvió a entrar para comprobar que, efectivamente, no lo reconoce. Este palacete de uso administrativo, funcional y profusamente decorado con valiosas piezas de arte contemporáneo asturiano “no se parece en nada” a aquel banco. Es día de puertas abiertas y Alfredo ha vuelto porque de forma excepcional el palacio de los presidentes acepta visitas con guía. Con el Presidente de guía. Han pasado dos años y un día después desde las elecciones que le trajeron hasta aquí y Adrián Barbón enseña el edificio, la que por las horas que pasa dentro dice con alguna propiedad que es más bien “mi casa”, a treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA, ejerciendo de anfitrión y guía a petición de este diario.
A finales de los años setenta, Alfredo Fernández era interventor del Banco Central en Pola de Laviana y venía con cierta frecuencia a la calle Suárez de la Riva de Oviedo, al edificio que hoy es la sede de la presidencia del Principado, a hacer entregas de dinero en metálico en lo que era entonces el Banco de España. Ayer, 35 años casi justos después del cambio de uso del inmueble, volvió a entrar para comprobar que, efectivamente, no lo reconoce. Este palacete de uso administrativo, funcional y profusamente decorado con valiosas piezas de arte contemporáneo asturiano “no se parece en nada” a aquel banco. Es día de puertas abiertas y Alfredo ha vuelto porque de forma excepcional el palacio de los presidentes acepta visitas con guía. Con el Presidente de guía. Han pasado dos años y un día después desde las elecciones que le trajeron hasta aquí y Adrián Barbón enseña el edificio, la que por las horas que pasa dentro dice con alguna propiedad que es más bien “mi casa”, a treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA, ejerciendo de anfitrión y guía a petición de este diario.
A finales de los años setenta, Alfredo Fernández era interventor del Banco Central en Pola de Laviana y venía con cierta frecuencia a la calle Suárez de la Riva de Oviedo, al edificio que hoy es la sede de la presidencia del Principado, a hacer entregas de dinero en metálico en lo que era entonces el Banco de España. Ayer, 35 años casi justos después del cambio de uso del inmueble, volvió a entrar para comprobar que, efectivamente, no lo reconoce. Este palacete de uso administrativo, funcional y profusamente decorado con valiosas piezas de arte contemporáneo asturiano “no se parece en nada” a aquel banco. Es día de puertas abiertas y Alfredo ha vuelto porque de forma excepcional el palacio de los presidentes acepta visitas con guía. Con el Presidente de guía. Han pasado dos años y un día después desde las elecciones que le trajeron hasta aquí y Adrián Barbón enseña el edificio, la que por las horas que pasa dentro dice con alguna propiedad que es más bien “mi casa”, a treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA, ejerciendo de anfitrión y guía a petición de este diario.
A finales de los años setenta, Alfredo Fernández era interventor del Banco Central en Pola de Laviana y venía con cierta frecuencia a la calle Suárez de la Riva de Oviedo, al edificio que hoy es la sede de la presidencia del Principado, a hacer entregas de dinero en metálico en lo que era entonces el Banco de España. Ayer, 35 años casi justos después del cambio de uso del inmueble, volvió a entrar para comprobar que, efectivamente, no lo reconoce. Este palacete de uso administrativo, funcional y profusamente decorado con valiosas piezas de arte contemporáneo asturiano “no se parece en nada” a aquel banco. Es día de puertas abiertas y Alfredo ha vuelto porque de forma excepcional el palacio de los presidentes acepta visitas con guía. Con el Presidente de guía. Han pasado dos años y un día después desde las elecciones que le trajeron hasta aquí y Adrián Barbón enseña el edificio, la que por las horas que pasa dentro dice con alguna propiedad que es más bien “mi casa”, a treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA, ejerciendo de anfitrión y guía a petición de este diario.
A finales de los años setenta, Alfredo Fernández era interventor del Banco Central en Pola de Laviana y venía con cierta frecuencia a la calle Suárez de la Riva de Oviedo, al edificio que hoy es la sede de la presidencia del Principado, a hacer entregas de dinero en metálico en lo que era entonces el Banco de España. Ayer, 35 años casi justos después del cambio de uso del inmueble, volvió a entrar para comprobar que, efectivamente, no lo reconoce. Este palacete de uso administrativo, funcional y profusamente decorado con valiosas piezas de arte contemporáneo asturiano “no se parece en nada” a aquel banco. Es día de puertas abiertas y Alfredo ha vuelto porque de forma excepcional el palacio de los presidentes acepta visitas con guía. Con el Presidente de guía. Han pasado dos años y un día después desde las elecciones que le trajeron hasta aquí y Adrián Barbón enseña el edificio, la que por las horas que pasa dentro dice con alguna propiedad que es más bien “mi casa”, a treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA, ejerciendo de anfitrión y guía a petición de este diario.
A finales de los años setenta, Alfredo Fernández era interventor del Banco Central en Pola de Laviana y venía con cierta frecuencia a la calle Suárez de la Riva de Oviedo, al edificio que hoy es la sede de la presidencia del Principado, a hacer entregas de dinero en metálico en lo que era entonces el Banco de España. Ayer, 35 años casi justos después del cambio de uso del inmueble, volvió a entrar para comprobar que, efectivamente, no lo reconoce. Este palacete de uso administrativo, funcional y profusamente decorado con valiosas piezas de arte contemporáneo asturiano “no se parece en nada” a aquel banco. Es día de puertas abiertas y Alfredo ha vuelto porque de forma excepcional el palacio de los presidentes acepta visitas con guía. Con el Presidente de guía. Han pasado dos años y un día después desde las elecciones que le trajeron hasta aquí y Adrián Barbón enseña el edificio, la que por las horas que pasa dentro dice con alguna propiedad que es más bien “mi casa”, a treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA, ejerciendo de anfitrión y guía a petición de este diario.
A finales de los años setenta, Alfredo Fernández era interventor del Banco Central en Pola de Laviana y venía con cierta frecuencia a la calle Suárez de la Riva de Oviedo, al edificio que hoy es la sede de la presidencia del Principado, a hacer entregas de dinero en metálico en lo que era entonces el Banco de España. Ayer, 35 años casi justos después del cambio de uso del inmueble, volvió a entrar para comprobar que, efectivamente, no lo reconoce. Este palacete de uso administrativo, funcional y profusamente decorado con valiosas piezas de arte contemporáneo asturiano “no se parece en nada” a aquel banco. Es día de puertas abiertas y Alfredo ha vuelto porque de forma excepcional el palacio de los presidentes acepta visitas con guía. Con el Presidente de guía. Han pasado dos años y un día después desde las elecciones que le trajeron hasta aquí y Adrián Barbón enseña el edificio, la que por las horas que pasa dentro dice con alguna propiedad que es más bien “mi casa”, a treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA, ejerciendo de anfitrión y guía a petición de este diario.
A finales de los años setenta, Alfredo Fernández era interventor del Banco Central en Pola de Laviana y venía con cierta frecuencia a la calle Suárez de la Riva de Oviedo, al edificio que hoy es la sede de la presidencia del Principado, a hacer entregas de dinero en metálico en lo que era entonces el Banco de España. Ayer, 35 años casi justos después del cambio de uso del inmueble, volvió a entrar para comprobar que, efectivamente, no lo reconoce. Este palacete de uso administrativo, funcional y profusamente decorado con valiosas piezas de arte contemporáneo asturiano “no se parece en nada” a aquel banco. Es día de puertas abiertas y Alfredo ha vuelto porque de forma excepcional el palacio de los presidentes acepta visitas con guía. Con el Presidente de guía. Han pasado dos años y un día después desde las elecciones que le trajeron hasta aquí y Adrián Barbón enseña el edificio, la que por las horas que pasa dentro dice con alguna propiedad que es más bien “mi casa”, a treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA, ejerciendo de anfitrión y guía a petición de este diario.
A finales de los años setenta, Alfredo Fernández era interventor del Banco Central en Pola de Laviana y venía con cierta frecuencia a la calle Suárez de la Riva de Oviedo, al edificio que hoy es la sede de la presidencia del Principado, a hacer entregas de dinero en metálico en lo que era entonces el Banco de España. Ayer, 35 años casi justos después del cambio de uso del inmueble, volvió a entrar para comprobar que, efectivamente, no lo reconoce. Este palacete de uso administrativo, funcional y profusamente decorado con valiosas piezas de arte contemporáneo asturiano “no se parece en nada” a aquel banco. Es día de puertas abiertas y Alfredo ha vuelto porque de forma excepcional el palacio de los presidentes acepta visitas con guía. Con el Presidente de guía. Han pasado dos años y un día después desde las elecciones que le trajeron hasta aquí y Adrián Barbón enseña el edificio, la que por las horas que pasa dentro dice con alguna propiedad que es más bien “mi casa”, a treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA, ejerciendo de anfitrión y guía a petición de este diario.
A finales de los años setenta, Alfredo Fernández era interventor del Banco Central en Pola de Laviana y venía con cierta frecuencia a la calle Suárez de la Riva de Oviedo, al edificio que hoy es la sede de la presidencia del Principado, a hacer entregas de dinero en metálico en lo que era entonces el Banco de España. Ayer, 35 años casi justos después del cambio de uso del inmueble, volvió a entrar para comprobar que, efectivamente, no lo reconoce. Este palacete de uso administrativo, funcional y profusamente decorado con valiosas piezas de arte contemporáneo asturiano “no se parece en nada” a aquel banco. Es día de puertas abiertas y Alfredo ha vuelto porque de forma excepcional el palacio de los presidentes acepta visitas con guía. Con el Presidente de guía. Han pasado dos años y un día después desde las elecciones que le trajeron hasta aquí y Adrián Barbón enseña el edificio, la que por las horas que pasa dentro dice con alguna propiedad que es más bien “mi casa”, a treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA, ejerciendo de anfitrión y guía a petición de este diario.
A finales de los años setenta, Alfredo Fernández era interventor del Banco Central en Pola de Laviana y venía con cierta frecuencia a la calle Suárez de la Riva de Oviedo, al edificio que hoy es la sede de la presidencia del Principado, a hacer entregas de dinero en metálico en lo que era entonces el Banco de España. Ayer, 35 años casi justos después del cambio de uso del inmueble, volvió a entrar para comprobar que, efectivamente, no lo reconoce. Este palacete de uso administrativo, funcional y profusamente decorado con valiosas piezas de arte contemporáneo asturiano “no se parece en nada” a aquel banco. Es día de puertas abiertas y Alfredo ha vuelto porque de forma excepcional el palacio de los presidentes acepta visitas con guía. Con el Presidente de guía. Han pasado dos años y un día después desde las elecciones que le trajeron hasta aquí y Adrián Barbón enseña el edificio, la que por las horas que pasa dentro dice con alguna propiedad que es más bien “mi casa”, a treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA, ejerciendo de anfitrión y guía a petición de este diario.
A finales de los años setenta, Alfredo Fernández era interventor del Banco Central en Pola de Laviana y venía con cierta frecuencia a la calle Suárez de la Riva de Oviedo, al edificio que hoy es la sede de la presidencia del Principado, a hacer entregas de dinero en metálico en lo que era entonces el Banco de España. Ayer, 35 años casi justos después del cambio de uso del inmueble, volvió a entrar para comprobar que, efectivamente, no lo reconoce. Este palacete de uso administrativo, funcional y profusamente decorado con valiosas piezas de arte contemporáneo asturiano “no se parece en nada” a aquel banco. Es día de puertas abiertas y Alfredo ha vuelto porque de forma excepcional el palacio de los presidentes acepta visitas con guía. Con el Presidente de guía. Han pasado dos años y un día después desde las elecciones que le trajeron hasta aquí y Adrián Barbón enseña el edificio, la que por las horas que pasa dentro dice con alguna propiedad que es más bien “mi casa”, a treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA, ejerciendo de anfitrión y guía a petición de este diario.
A finales de los años setenta, Alfredo Fernández era interventor del Banco Central en Pola de Laviana y venía con cierta frecuencia a la calle Suárez de la Riva de Oviedo, al edificio que hoy es la sede de la presidencia del Principado, a hacer entregas de dinero en metálico en lo que era entonces el Banco de España. Ayer, 35 años casi justos después del cambio de uso del inmueble, volvió a entrar para comprobar que, efectivamente, no lo reconoce. Este palacete de uso administrativo, funcional y profusamente decorado con valiosas piezas de arte contemporáneo asturiano “no se parece en nada” a aquel banco. Es día de puertas abiertas y Alfredo ha vuelto porque de forma excepcional el palacio de los presidentes acepta visitas con guía. Con el Presidente de guía. Han pasado dos años y un día después desde las elecciones que le trajeron hasta aquí y Adrián Barbón enseña el edificio, la que por las horas que pasa dentro dice con alguna propiedad que es más bien “mi casa”, a treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA, ejerciendo de anfitrión y guía a petición de este diario.
A finales de los años setenta, Alfredo Fernández era interventor del Banco Central en Pola de Laviana y venía con cierta frecuencia a la calle Suárez de la Riva de Oviedo, al edificio que hoy es la sede de la presidencia del Principado, a hacer entregas de dinero en metálico en lo que era entonces el Banco de España. Ayer, 35 años casi justos después del cambio de uso del inmueble, volvió a entrar para comprobar que, efectivamente, no lo reconoce. Este palacete de uso administrativo, funcional y profusamente decorado con valiosas piezas de arte contemporáneo asturiano “no se parece en nada” a aquel banco. Es día de puertas abiertas y Alfredo ha vuelto porque de forma excepcional el palacio de los presidentes acepta visitas con guía. Con el Presidente de guía. Han pasado dos años y un día después desde las elecciones que le trajeron hasta aquí y Adrián Barbón enseña el edificio, la que por las horas que pasa dentro dice con alguna propiedad que es más bien “mi casa”, a treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA, ejerciendo de anfitrión y guía a petición de este diario.
A finales de los años setenta, Alfredo Fernández era interventor del Banco Central en Pola de Laviana y venía con cierta frecuencia a la calle Suárez de la Riva de Oviedo, al edificio que hoy es la sede de la presidencia del Principado, a hacer entregas de dinero en metálico en lo que era entonces el Banco de España. Ayer, 35 años casi justos después del cambio de uso del inmueble, volvió a entrar para comprobar que, efectivamente, no lo reconoce. Este palacete de uso administrativo, funcional y profusamente decorado con valiosas piezas de arte contemporáneo asturiano “no se parece en nada” a aquel banco. Es día de puertas abiertas y Alfredo ha vuelto porque de forma excepcional el palacio de los presidentes acepta visitas con guía. Con el Presidente de guía. Han pasado dos años y un día después desde las elecciones que le trajeron hasta aquí y Adrián Barbón enseña el edificio, la que por las horas que pasa dentro dice con alguna propiedad que es más bien “mi casa”, a treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA, ejerciendo de anfitrión y guía a petición de este diario.
A finales de los años setenta, Alfredo Fernández era interventor del Banco Central en Pola de Laviana y venía con cierta frecuencia a la calle Suárez de la Riva de Oviedo, al edificio que hoy es la sede de la presidencia del Principado, a hacer entregas de dinero en metálico en lo que era entonces el Banco de España. Ayer, 35 años casi justos después del cambio de uso del inmueble, volvió a entrar para comprobar que, efectivamente, no lo reconoce. Este palacete de uso administrativo, funcional y profusamente decorado con valiosas piezas de arte contemporáneo asturiano “no se parece en nada” a aquel banco. Es día de puertas abiertas y Alfredo ha vuelto porque de forma excepcional el palacio de los presidentes acepta visitas con guía. Con el Presidente de guía. Han pasado dos años y un día después desde las elecciones que le trajeron hasta aquí y Adrián Barbón enseña el edificio, la que por las horas que pasa dentro dice con alguna propiedad que es más bien “mi casa”, a treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA, ejerciendo de anfitrión y guía a petición de este diario.
A finales de los años setenta, Alfredo Fernández era interventor del Banco Central en Pola de Laviana y venía con cierta frecuencia a la calle Suárez de la Riva de Oviedo, al edificio que hoy es la sede de la presidencia del Principado, a hacer entregas de dinero en metálico en lo que era entonces el Banco de España. Ayer, 35 años casi justos después del cambio de uso del inmueble, volvió a entrar para comprobar que, efectivamente, no lo reconoce. Este palacete de uso administrativo, funcional y profusamente decorado con valiosas piezas de arte contemporáneo asturiano “no se parece en nada” a aquel banco. Es día de puertas abiertas y Alfredo ha vuelto porque de forma excepcional el palacio de los presidentes acepta visitas con guía. Con el Presidente de guía. Han pasado dos años y un día después desde las elecciones que le trajeron hasta aquí y Adrián Barbón enseña el edificio, la que por las horas que pasa dentro dice con alguna propiedad que es más bien “mi casa”, a treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA, ejerciendo de anfitrión y guía a petición de este diario.
A finales de los años setenta, Alfredo Fernández era interventor del Banco Central en Pola de Laviana y venía con cierta frecuencia a la calle Suárez de la Riva de Oviedo, al edificio que hoy es la sede de la presidencia del Principado, a hacer entregas de dinero en metálico en lo que era entonces el Banco de España. Ayer, 35 años casi justos después del cambio de uso del inmueble, volvió a entrar para comprobar que, efectivamente, no lo reconoce. Este palacete de uso administrativo, funcional y profusamente decorado con valiosas piezas de arte contemporáneo asturiano “no se parece en nada” a aquel banco. Es día de puertas abiertas y Alfredo ha vuelto porque de forma excepcional el palacio de los presidentes acepta visitas con guía. Con el Presidente de guía. Han pasado dos años y un día después desde las elecciones que le trajeron hasta aquí y Adrián Barbón enseña el edificio, la que por las horas que pasa dentro dice con alguna propiedad que es más bien “mi casa”, a treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA, ejerciendo de anfitrión y guía a petición de este diario.
A finales de los años setenta, Alfredo Fernández era interventor del Banco Central en Pola de Laviana y venía con cierta frecuencia a la calle Suárez de la Riva de Oviedo, al edificio que hoy es la sede de la presidencia del Principado, a hacer entregas de dinero en metálico en lo que era entonces el Banco de España. Ayer, 35 años casi justos después del cambio de uso del inmueble, volvió a entrar para comprobar que, efectivamente, no lo reconoce. Este palacete de uso administrativo, funcional y profusamente decorado con valiosas piezas de arte contemporáneo asturiano “no se parece en nada” a aquel banco. Es día de puertas abiertas y Alfredo ha vuelto porque de forma excepcional el palacio de los presidentes acepta visitas con guía. Con el Presidente de guía. Han pasado dos años y un día después desde las elecciones que le trajeron hasta aquí y Adrián Barbón enseña el edificio, la que por las horas que pasa dentro dice con alguna propiedad que es más bien “mi casa”, a treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA, ejerciendo de anfitrión y guía a petición de este diario.
A finales de los años setenta, Alfredo Fernández era interventor del Banco Central en Pola de Laviana y venía con cierta frecuencia a la calle Suárez de la Riva de Oviedo, al edificio que hoy es la sede de la presidencia del Principado, a hacer entregas de dinero en metálico en lo que era entonces el Banco de España. Ayer, 35 años casi justos después del cambio de uso del inmueble, volvió a entrar para comprobar que, efectivamente, no lo reconoce. Este palacete de uso administrativo, funcional y profusamente decorado con valiosas piezas de arte contemporáneo asturiano “no se parece en nada” a aquel banco. Es día de puertas abiertas y Alfredo ha vuelto porque de forma excepcional el palacio de los presidentes acepta visitas con guía. Con el Presidente de guía. Han pasado dos años y un día después desde las elecciones que le trajeron hasta aquí y Adrián Barbón enseña el edificio, la que por las horas que pasa dentro dice con alguna propiedad que es más bien “mi casa”, a treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA, ejerciendo de anfitrión y guía a petición de este diario.
A finales de los años setenta, Alfredo Fernández era interventor del Banco Central en Pola de Laviana y venía con cierta frecuencia a la calle Suárez de la Riva de Oviedo, al edificio que hoy es la sede de la presidencia del Principado, a hacer entregas de dinero en metálico en lo que era entonces el Banco de España. Ayer, 35 años casi justos después del cambio de uso del inmueble, volvió a entrar para comprobar que, efectivamente, no lo reconoce. Este palacete de uso administrativo, funcional y profusamente decorado con valiosas piezas de arte contemporáneo asturiano “no se parece en nada” a aquel banco. Es día de puertas abiertas y Alfredo ha vuelto porque de forma excepcional el palacio de los presidentes acepta visitas con guía. Con el Presidente de guía. Han pasado dos años y un día después desde las elecciones que le trajeron hasta aquí y Adrián Barbón enseña el edificio, la que por las horas que pasa dentro dice con alguna propiedad que es más bien “mi casa”, a treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA, ejerciendo de anfitrión y guía a petición de este diario.
A finales de los años setenta, Alfredo Fernández era interventor del Banco Central en Pola de Laviana y venía con cierta frecuencia a la calle Suárez de la Riva de Oviedo, al edificio que hoy es la sede de la presidencia del Principado, a hacer entregas de dinero en metálico en lo que era entonces el Banco de España. Ayer, 35 años casi justos después del cambio de uso del inmueble, volvió a entrar para comprobar que, efectivamente, no lo reconoce. Este palacete de uso administrativo, funcional y profusamente decorado con valiosas piezas de arte contemporáneo asturiano “no se parece en nada” a aquel banco. Es día de puertas abiertas y Alfredo ha vuelto porque de forma excepcional el palacio de los presidentes acepta visitas con guía. Con el Presidente de guía. Han pasado dos años y un día después desde las elecciones que le trajeron hasta aquí y Adrián Barbón enseña el edificio, la que por las horas que pasa dentro dice con alguna propiedad que es más bien “mi casa”, a treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA, ejerciendo de anfitrión y guía a petición de este diario.
A finales de los años setenta, Alfredo Fernández era interventor del Banco Central en Pola de Laviana y venía con cierta frecuencia a la calle Suárez de la Riva de Oviedo, al edificio que hoy es la sede de la presidencia del Principado, a hacer entregas de dinero en metálico en lo que era entonces el Banco de España. Ayer, 35 años casi justos después del cambio de uso del inmueble, volvió a entrar para comprobar que, efectivamente, no lo reconoce. Este palacete de uso administrativo, funcional y profusamente decorado con valiosas piezas de arte contemporáneo asturiano “no se parece en nada” a aquel banco. Es día de puertas abiertas y Alfredo ha vuelto porque de forma excepcional el palacio de los presidentes acepta visitas con guía. Con el Presidente de guía. Han pasado dos años y un día después desde las elecciones que le trajeron hasta aquí y Adrián Barbón enseña el edificio, la que por las horas que pasa dentro dice con alguna propiedad que es más bien “mi casa”, a treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA, ejerciendo de anfitrión y guía a petición de este diario.
A finales de los años setenta, Alfredo Fernández era interventor del Banco Central en Pola de Laviana y venía con cierta frecuencia a la calle Suárez de la Riva de Oviedo, al edificio que hoy es la sede de la presidencia del Principado, a hacer entregas de dinero en metálico en lo que era entonces el Banco de España. Ayer, 35 años casi justos después del cambio de uso del inmueble, volvió a entrar para comprobar que, efectivamente, no lo reconoce. Este palacete de uso administrativo, funcional y profusamente decorado con valiosas piezas de arte contemporáneo asturiano “no se parece en nada” a aquel banco. Es día de puertas abiertas y Alfredo ha vuelto porque de forma excepcional el palacio de los presidentes acepta visitas con guía. Con el Presidente de guía. Han pasado dos años y un día después desde las elecciones que le trajeron hasta aquí y Adrián Barbón enseña el edificio, la que por las horas que pasa dentro dice con alguna propiedad que es más bien “mi casa”, a treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA, ejerciendo de anfitrión y guía a petición de este diario.
A finales de los años setenta, Alfredo Fernández era interventor del Banco Central en Pola de Laviana y venía con cierta frecuencia a la calle Suárez de la Riva de Oviedo, al edificio que hoy es la sede de la presidencia del Principado, a hacer entregas de dinero en metálico en lo que era entonces el Banco de España. Ayer, 35 años casi justos después del cambio de uso del inmueble, volvió a entrar para comprobar que, efectivamente, no lo reconoce. Este palacete de uso administrativo, funcional y profusamente decorado con valiosas piezas de arte contemporáneo asturiano “no se parece en nada” a aquel banco. Es día de puertas abiertas y Alfredo ha vuelto porque de forma excepcional el palacio de los presidentes acepta visitas con guía. Con el Presidente de guía. Han pasado dos años y un día después desde las elecciones que le trajeron hasta aquí y Adrián Barbón enseña el edificio, la que por las horas que pasa dentro dice con alguna propiedad que es más bien “mi casa”, a treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA, ejerciendo de anfitrión y guía a petición de este diario.
A finales de los años setenta, Alfredo Fernández era interventor del Banco Central en Pola de Laviana y venía con cierta frecuencia a la calle Suárez de la Riva de Oviedo, al edificio que hoy es la sede de la presidencia del Principado, a hacer entregas de dinero en metálico en lo que era entonces el Banco de España. Ayer, 35 años casi justos después del cambio de uso del inmueble, volvió a entrar para comprobar que, efectivamente, no lo reconoce. Este palacete de uso administrativo, funcional y profusamente decorado con valiosas piezas de arte contemporáneo asturiano “no se parece en nada” a aquel banco. Es día de puertas abiertas y Alfredo ha vuelto porque de forma excepcional el palacio de los presidentes acepta visitas con guía. Con el Presidente de guía. Han pasado dos años y un día después desde las elecciones que le trajeron hasta aquí y Adrián Barbón enseña el edificio, la que por las horas que pasa dentro dice con alguna propiedad que es más bien “mi casa”, a treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA, ejerciendo de anfitrión y guía a petición de este diario.
A finales de los años setenta, Alfredo Fernández era interventor del Banco Central en Pola de Laviana y venía con cierta frecuencia a la calle Suárez de la Riva de Oviedo, al edificio que hoy es la sede de la presidencia del Principado, a hacer entregas de dinero en metálico en lo que era entonces el Banco de España. Ayer, 35 años casi justos después del cambio de uso del inmueble, volvió a entrar para comprobar que, efectivamente, no lo reconoce. Este palacete de uso administrativo, funcional y profusamente decorado con valiosas piezas de arte contemporáneo asturiano “no se parece en nada” a aquel banco. Es día de puertas abiertas y Alfredo ha vuelto porque de forma excepcional el palacio de los presidentes acepta visitas con guía. Con el Presidente de guía. Han pasado dos años y un día después desde las elecciones que le trajeron hasta aquí y Adrián Barbón enseña el edificio, la que por las horas que pasa dentro dice con alguna propiedad que es más bien “mi casa”, a treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA, ejerciendo de anfitrión y guía a petición de este diario.
A finales de los años setenta, Alfredo Fernández era interventor del Banco Central en Pola de Laviana y venía con cierta frecuencia a la calle Suárez de la Riva de Oviedo, al edificio que hoy es la sede de la presidencia del Principado, a hacer entregas de dinero en metálico en lo que era entonces el Banco de España. Ayer, 35 años casi justos después del cambio de uso del inmueble, volvió a entrar para comprobar que, efectivamente, no lo reconoce. Este palacete de uso administrativo, funcional y profusamente decorado con valiosas piezas de arte contemporáneo asturiano “no se parece en nada” a aquel banco. Es día de puertas abiertas y Alfredo ha vuelto porque de forma excepcional el palacio de los presidentes acepta visitas con guía. Con el Presidente de guía. Han pasado dos años y un día después desde las elecciones que le trajeron hasta aquí y Adrián Barbón enseña el edificio, la que por las horas que pasa dentro dice con alguna propiedad que es más bien “mi casa”, a treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA, ejerciendo de anfitrión y guía a petición de este diario.
A finales de los años setenta, Alfredo Fernández era interventor del Banco Central en Pola de Laviana y venía con cierta frecuencia a la calle Suárez de la Riva de Oviedo, al edificio que hoy es la sede de la presidencia del Principado, a hacer entregas de dinero en metálico en lo que era entonces el Banco de España. Ayer, 35 años casi justos después del cambio de uso del inmueble, volvió a entrar para comprobar que, efectivamente, no lo reconoce. Este palacete de uso administrativo, funcional y profusamente decorado con valiosas piezas de arte contemporáneo asturiano “no se parece en nada” a aquel banco. Es día de puertas abiertas y Alfredo ha vuelto porque de forma excepcional el palacio de los presidentes acepta visitas con guía. Con el Presidente de guía. Han pasado dos años y un día después desde las elecciones que le trajeron hasta aquí y Adrián Barbón enseña el edificio, la que por las horas que pasa dentro dice con alguna propiedad que es más bien “mi casa”, a treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA, ejerciendo de anfitrión y guía a petición de este diario.
A finales de los años setenta, Alfredo Fernández era interventor del Banco Central en Pola de Laviana y venía con cierta frecuencia a la calle Suárez de la Riva de Oviedo, al edificio que hoy es la sede de la presidencia del Principado, a hacer entregas de dinero en metálico en lo que era entonces el Banco de España. Ayer, 35 años casi justos después del cambio de uso del inmueble, volvió a entrar para comprobar que, efectivamente, no lo reconoce. Este palacete de uso administrativo, funcional y profusamente decorado con valiosas piezas de arte contemporáneo asturiano “no se parece en nada” a aquel banco. Es día de puertas abiertas y Alfredo ha vuelto porque de forma excepcional el palacio de los presidentes acepta visitas con guía. Con el Presidente de guía. Han pasado dos años y un día después desde las elecciones que le trajeron hasta aquí y Adrián Barbón enseña el edificio, la que por las horas que pasa dentro dice con alguna propiedad que es más bien “mi casa”, a treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA, ejerciendo de anfitrión y guía a petición de este diario.
A finales de los años setenta, Alfredo Fernández era interventor del Banco Central en Pola de Laviana y venía con cierta frecuencia a la calle Suárez de la Riva de Oviedo, al edificio que hoy es la sede de la presidencia del Principado, a hacer entregas de dinero en metálico en lo que era entonces el Banco de España. Ayer, 35 años casi justos después del cambio de uso del inmueble, volvió a entrar para comprobar que, efectivamente, no lo reconoce. Este palacete de uso administrativo, funcional y profusamente decorado con valiosas piezas de arte contemporáneo asturiano “no se parece en nada” a aquel banco. Es día de puertas abiertas y Alfredo ha vuelto porque de forma excepcional el palacio de los presidentes acepta visitas con guía. Con el Presidente de guía. Han pasado dos años y un día después desde las elecciones que le trajeron hasta aquí y Adrián Barbón enseña el edificio, la que por las horas que pasa dentro dice con alguna propiedad que es más bien “mi casa”, a treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA, ejerciendo de anfitrión y guía a petición de este diario.
A finales de los años setenta, Alfredo Fernández era interventor del Banco Central en Pola de Laviana y venía con cierta frecuencia a la calle Suárez de la Riva de Oviedo, al edificio que hoy es la sede de la presidencia del Principado, a hacer entregas de dinero en metálico en lo que era entonces el Banco de España. Ayer, 35 años casi justos después del cambio de uso del inmueble, volvió a entrar para comprobar que, efectivamente, no lo reconoce. Este palacete de uso administrativo, funcional y profusamente decorado con valiosas piezas de arte contemporáneo asturiano “no se parece en nada” a aquel banco. Es día de puertas abiertas y Alfredo ha vuelto porque de forma excepcional el palacio de los presidentes acepta visitas con guía. Con el Presidente de guía. Han pasado dos años y un día después desde las elecciones que le trajeron hasta aquí y Adrián Barbón enseña el edificio, la que por las horas que pasa dentro dice con alguna propiedad que es más bien “mi casa”, a treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA, ejerciendo de anfitrión y guía a petición de este diario.
A finales de los años setenta, Alfredo Fernández era interventor del Banco Central en Pola de Laviana y venía con cierta frecuencia a la calle Suárez de la Riva de Oviedo, al edificio que hoy es la sede de la presidencia del Principado, a hacer entregas de dinero en metálico en lo que era entonces el Banco de España. Ayer, 35 años casi justos después del cambio de uso del inmueble, volvió a entrar para comprobar que, efectivamente, no lo reconoce. Este palacete de uso administrativo, funcional y profusamente decorado con valiosas piezas de arte contemporáneo asturiano “no se parece en nada” a aquel banco. Es día de puertas abiertas y Alfredo ha vuelto porque de forma excepcional el palacio de los presidentes acepta visitas con guía. Con el Presidente de guía. Han pasado dos años y un día después desde las elecciones que le trajeron hasta aquí y Adrián Barbón enseña el edificio, la que por las horas que pasa dentro dice con alguna propiedad que es más bien “mi casa”, a treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA, ejerciendo de anfitrión y guía a petición de este diario.
A finales de los años setenta, Alfredo Fernández era interventor del Banco Central en Pola de Laviana y venía con cierta frecuencia a la calle Suárez de la Riva de Oviedo, al edificio que hoy es la sede de la presidencia del Principado, a hacer entregas de dinero en metálico en lo que era entonces el Banco de España. Ayer, 35 años casi justos después del cambio de uso del inmueble, volvió a entrar para comprobar que, efectivamente, no lo reconoce. Este palacete de uso administrativo, funcional y profusamente decorado con valiosas piezas de arte contemporáneo asturiano “no se parece en nada” a aquel banco. Es día de puertas abiertas y Alfredo ha vuelto porque de forma excepcional el palacio de los presidentes acepta visitas con guía. Con el Presidente de guía. Han pasado dos años y un día después desde las elecciones que le trajeron hasta aquí y Adrián Barbón enseña el edificio, la que por las horas que pasa dentro dice con alguna propiedad que es más bien “mi casa”, a treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA, ejerciendo de anfitrión y guía a petición de este diario.
A finales de los años setenta, Alfredo Fernández era interventor del Banco Central en Pola de Laviana y venía con cierta frecuencia a la calle Suárez de la Riva de Oviedo, al edificio que hoy es la sede de la presidencia del Principado, a hacer entregas de dinero en metálico en lo que era entonces el Banco de España. Ayer, 35 años casi justos después del cambio de uso del inmueble, volvió a entrar para comprobar que, efectivamente, no lo reconoce. Este palacete de uso administrativo, funcional y profusamente decorado con valiosas piezas de arte contemporáneo asturiano “no se parece en nada” a aquel banco. Es día de puertas abiertas y Alfredo ha vuelto porque de forma excepcional el palacio de los presidentes acepta visitas con guía. Con el Presidente de guía. Han pasado dos años y un día después desde las elecciones que le trajeron hasta aquí y Adrián Barbón enseña el edificio, la que por las horas que pasa dentro dice con alguna propiedad que es más bien “mi casa”, a treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA, ejerciendo de anfitrión y guía a petición de este diario.
A finales de los años setenta, Alfredo Fernández era interventor del Banco Central en Pola de Laviana y venía con cierta frecuencia a la calle Suárez de la Riva de Oviedo, al edificio que hoy es la sede de la presidencia del Principado, a hacer entregas de dinero en metálico en lo que era entonces el Banco de España. Ayer, 35 años casi justos después del cambio de uso del inmueble, volvió a entrar para comprobar que, efectivamente, no lo reconoce. Este palacete de uso administrativo, funcional y profusamente decorado con valiosas piezas de arte contemporáneo asturiano “no se parece en nada” a aquel banco. Es día de puertas abiertas y Alfredo ha vuelto porque de forma excepcional el palacio de los presidentes acepta visitas con guía. Con el Presidente de guía. Han pasado dos años y un día después desde las elecciones que le trajeron hasta aquí y Adrián Barbón enseña el edificio, la que por las horas que pasa dentro dice con alguna propiedad que es más bien “mi casa”, a treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA, ejerciendo de anfitrión y guía a petición de este diario.
A finales de los años setenta, Alfredo Fernández era interventor del Banco Central en Pola de Laviana y venía con cierta frecuencia a la calle Suárez de la Riva de Oviedo, al edificio que hoy es la sede de la presidencia del Principado, a hacer entregas de dinero en metálico en lo que era entonces el Banco de España. Ayer, 35 años casi justos después del cambio de uso del inmueble, volvió a entrar para comprobar que, efectivamente, no lo reconoce. Este palacete de uso administrativo, funcional y profusamente decorado con valiosas piezas de arte contemporáneo asturiano “no se parece en nada” a aquel banco. Es día de puertas abiertas y Alfredo ha vuelto porque de forma excepcional el palacio de los presidentes acepta visitas con guía. Con el Presidente de guía. Han pasado dos años y un día después desde las elecciones que le trajeron hasta aquí y Adrián Barbón enseña el edificio, la que por las horas que pasa dentro dice con alguna propiedad que es más bien “mi casa”, a treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA, ejerciendo de anfitrión y guía a petición de este diario.
A finales de los años setenta, Alfredo Fernández era interventor del Banco Central en Pola de Laviana y venía con cierta frecuencia a la calle Suárez de la Riva de Oviedo, al edificio que hoy es la sede de la presidencia del Principado, a hacer entregas de dinero en metálico en lo que era entonces el Banco de España. Ayer, 35 años casi justos después del cambio de uso del inmueble, volvió a entrar para comprobar que, efectivamente, no lo reconoce. Este palacete de uso administrativo, funcional y profusamente decorado con valiosas piezas de arte contemporáneo asturiano “no se parece en nada” a aquel banco. Es día de puertas abiertas y Alfredo ha vuelto porque de forma excepcional el palacio de los presidentes acepta visitas con guía. Con el Presidente de guía. Han pasado dos años y un día después desde las elecciones que le trajeron hasta aquí y Adrián Barbón enseña el edificio, la que por las horas que pasa dentro dice con alguna propiedad que es más bien “mi casa”, a treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA, ejerciendo de anfitrión y guía a petición de este diario.
A finales de los años setenta, Alfredo Fernández era interventor del Banco Central en Pola de Laviana y venía con cierta frecuencia a la calle Suárez de la Riva de Oviedo, al edificio que hoy es la sede de la presidencia del Principado, a hacer entregas de dinero en metálico en lo que era entonces el Banco de España. Ayer, 35 años casi justos después del cambio de uso del inmueble, volvió a entrar para comprobar que, efectivamente, no lo reconoce. Este palacete de uso administrativo, funcional y profusamente decorado con valiosas piezas de arte contemporáneo asturiano “no se parece en nada” a aquel banco. Es día de puertas abiertas y Alfredo ha vuelto porque de forma excepcional el palacio de los presidentes acepta visitas con guía. Con el Presidente de guía. Han pasado dos años y un día después desde las elecciones que le trajeron hasta aquí y Adrián Barbón enseña el edificio, la que por las horas que pasa dentro dice con alguna propiedad que es más bien “mi casa”, a treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA, ejerciendo de anfitrión y guía a petición de este diario.
A finales de los años setenta, Alfredo Fernández era interventor del Banco Central en Pola de Laviana y venía con cierta frecuencia a la calle Suárez de la Riva de Oviedo, al edificio que hoy es la sede de la presidencia del Principado, a hacer entregas de dinero en metálico en lo que era entonces el Banco de España. Ayer, 35 años casi justos después del cambio de uso del inmueble, volvió a entrar para comprobar que, efectivamente, no lo reconoce. Este palacete de uso administrativo, funcional y profusamente decorado con valiosas piezas de arte contemporáneo asturiano “no se parece en nada” a aquel banco. Es día de puertas abiertas y Alfredo ha vuelto porque de forma excepcional el palacio de los presidentes acepta visitas con guía. Con el Presidente de guía. Han pasado dos años y un día después desde las elecciones que le trajeron hasta aquí y Adrián Barbón enseña el edificio, la que por las horas que pasa dentro dice con alguna propiedad que es más bien “mi casa”, a treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA, ejerciendo de anfitrión y guía a petición de este diario.
A finales de los años setenta, Alfredo Fernández era interventor del Banco Central en Pola de Laviana y venía con cierta frecuencia a la calle Suárez de la Riva de Oviedo, al edificio que hoy es la sede de la presidencia del Principado, a hacer entregas de dinero en metálico en lo que era entonces el Banco de España. Ayer, 35 años casi justos después del cambio de uso del inmueble, volvió a entrar para comprobar que, efectivamente, no lo reconoce. Este palacete de uso administrativo, funcional y profusamente decorado con valiosas piezas de arte contemporáneo asturiano “no se parece en nada” a aquel banco. Es día de puertas abiertas y Alfredo ha vuelto porque de forma excepcional el palacio de los presidentes acepta visitas con guía. Con el Presidente de guía. Han pasado dos años y un día después desde las elecciones que le trajeron hasta aquí y Adrián Barbón enseña el edificio, la que por las horas que pasa dentro dice con alguna propiedad que es más bien “mi casa”, a treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA, ejerciendo de anfitrión y guía a petición de este diario.
A finales de los años setenta, Alfredo Fernández era interventor del Banco Central en Pola de Laviana y venía con cierta frecuencia a la calle Suárez de la Riva de Oviedo, al edificio que hoy es la sede de la presidencia del Principado, a hacer entregas de dinero en metálico en lo que era entonces el Banco de España. Ayer, 35 años casi justos después del cambio de uso del inmueble, volvió a entrar para comprobar que, efectivamente, no lo reconoce. Este palacete de uso administrativo, funcional y profusamente decorado con valiosas piezas de arte contemporáneo asturiano “no se parece en nada” a aquel banco. Es día de puertas abiertas y Alfredo ha vuelto porque de forma excepcional el palacio de los presidentes acepta visitas con guía. Con el Presidente de guía. Han pasado dos años y un día después desde las elecciones que le trajeron hasta aquí y Adrián Barbón enseña el edificio, la que por las horas que pasa dentro dice con alguna propiedad que es más bien “mi casa”, a treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA, ejerciendo de anfitrión y guía a petición de este diario.
A finales de los años setenta, Alfredo Fernández era interventor del Banco Central en Pola de Laviana y venía con cierta frecuencia a la calle Suárez de la Riva de Oviedo, al edificio que hoy es la sede de la presidencia del Principado, a hacer entregas de dinero en metálico en lo que era entonces el Banco de España. Ayer, 35 años casi justos después del cambio de uso del inmueble, volvió a entrar para comprobar que, efectivamente, no lo reconoce. Este palacete de uso administrativo, funcional y profusamente decorado con valiosas piezas de arte contemporáneo asturiano “no se parece en nada” a aquel banco. Es día de puertas abiertas y Alfredo ha vuelto porque de forma excepcional el palacio de los presidentes acepta visitas con guía. Con el Presidente de guía. Han pasado dos años y un día después desde las elecciones que le trajeron hasta aquí y Adrián Barbón enseña el edificio, la que por las horas que pasa dentro dice con alguna propiedad que es más bien “mi casa”, a treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA, ejerciendo de anfitrión y guía a petición de este diario.
A finales de los años setenta, Alfredo Fernández era interventor del Banco Central en Pola de Laviana y venía con cierta frecuencia a la calle Suárez de la Riva de Oviedo, al edificio que hoy es la sede de la presidencia del Principado, a hacer entregas de dinero en metálico en lo que era entonces el Banco de España. Ayer, 35 años casi justos después del cambio de uso del inmueble, volvió a entrar para comprobar que, efectivamente, no lo reconoce. Este palacete de uso administrativo, funcional y profusamente decorado con valiosas piezas de arte contemporáneo asturiano “no se parece en nada” a aquel banco. Es día de puertas abiertas y Alfredo ha vuelto porque de forma excepcional el palacio de los presidentes acepta visitas con guía. Con el Presidente de guía. Han pasado dos años y un día después desde las elecciones que le trajeron hasta aquí y Adrián Barbón enseña el edificio, la que por las horas que pasa dentro dice con alguna propiedad que es más bien “mi casa”, a treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA, ejerciendo de anfitrión y guía a petición de este diario.
A finales de los años setenta, Alfredo Fernández era interventor del Banco Central en Pola de Laviana y venía con cierta frecuencia a la calle Suárez de la Riva de Oviedo, al edificio que hoy es la sede de la presidencia del Principado, a hacer entregas de dinero en metálico en lo que era entonces el Banco de España. Ayer, 35 años casi justos después del cambio de uso del inmueble, volvió a entrar para comprobar que, efectivamente, no lo reconoce. Este palacete de uso administrativo, funcional y profusamente decorado con valiosas piezas de arte contemporáneo asturiano “no se parece en nada” a aquel banco. Es día de puertas abiertas y Alfredo ha vuelto porque de forma excepcional el palacio de los presidentes acepta visitas con guía. Con el Presidente de guía. Han pasado dos años y un día después desde las elecciones que le trajeron hasta aquí y Adrián Barbón enseña el edificio, la que por las horas que pasa dentro dice con alguna propiedad que es más bien “mi casa”, a treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA, ejerciendo de anfitrión y guía a petición de este diario.
A finales de los años setenta, Alfredo Fernández era interventor del Banco Central en Pola de Laviana y venía con cierta frecuencia a la calle Suárez de la Riva de Oviedo, al edificio que hoy es la sede de la presidencia del Principado, a hacer entregas de dinero en metálico en lo que era entonces el Banco de España. Ayer, 35 años casi justos después del cambio de uso del inmueble, volvió a entrar para comprobar que, efectivamente, no lo reconoce. Este palacete de uso administrativo, funcional y profusamente decorado con valiosas piezas de arte contemporáneo asturiano “no se parece en nada” a aquel banco. Es día de puertas abiertas y Alfredo ha vuelto porque de forma excepcional el palacio de los presidentes acepta visitas con guía. Con el Presidente de guía. Han pasado dos años y un día después desde las elecciones que le trajeron hasta aquí y Adrián Barbón enseña el edificio, la que por las horas que pasa dentro dice con alguna propiedad que es más bien “mi casa”, a treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA, ejerciendo de anfitrión y guía a petición de este diario.
A finales de los años setenta, Alfredo Fernández era interventor del Banco Central en Pola de Laviana y venía con cierta frecuencia a la calle Suárez de la Riva de Oviedo, al edificio que hoy es la sede de la presidencia del Principado, a hacer entregas de dinero en metálico en lo que era entonces el Banco de España. Ayer, 35 años casi justos después del cambio de uso del inmueble, volvió a entrar para comprobar que, efectivamente, no lo reconoce. Este palacete de uso administrativo, funcional y profusamente decorado con valiosas piezas de arte contemporáneo asturiano “no se parece en nada” a aquel banco. Es día de puertas abiertas y Alfredo ha vuelto porque de forma excepcional el palacio de los presidentes acepta visitas con guía. Con el Presidente de guía. Han pasado dos años y un día después desde las elecciones que le trajeron hasta aquí y Adrián Barbón enseña el edificio, la que por las horas que pasa dentro dice con alguna propiedad que es más bien “mi casa”, a treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA, ejerciendo de anfitrión y guía a petición de este diario.
A finales de los años setenta, Alfredo Fernández era interventor del Banco Central en Pola de Laviana y venía con cierta frecuencia a la calle Suárez de la Riva de Oviedo, al edificio que hoy es la sede de la presidencia del Principado, a hacer entregas de dinero en metálico en lo que era entonces el Banco de España. Ayer, 35 años casi justos después del cambio de uso del inmueble, volvió a entrar para comprobar que, efectivamente, no lo reconoce. Este palacete de uso administrativo, funcional y profusamente decorado con valiosas piezas de arte contemporáneo asturiano “no se parece en nada” a aquel banco. Es día de puertas abiertas y Alfredo ha vuelto porque de forma excepcional el palacio de los presidentes acepta visitas con guía. Con el Presidente de guía. Han pasado dos años y un día después desde las elecciones que le trajeron hasta aquí y Adrián Barbón enseña el edificio, la que por las horas que pasa dentro dice con alguna propiedad que es más bien “mi casa”, a treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA, ejerciendo de anfitrión y guía a petición de este diario.
A finales de los años setenta, Alfredo Fernández era interventor del Banco Central en Pola de Laviana y venía con cierta frecuencia a la calle Suárez de la Riva de Oviedo, al edificio que hoy es la sede de la presidencia del Principado, a hacer entregas de dinero en metálico en lo que era entonces el Banco de España. Ayer, 35 años casi justos después del cambio de uso del inmueble, volvió a entrar para comprobar que, efectivamente, no lo reconoce. Este palacete de uso administrativo, funcional y profusamente decorado con valiosas piezas de arte contemporáneo asturiano “no se parece en nada” a aquel banco. Es día de puertas abiertas y Alfredo ha vuelto porque de forma excepcional el palacio de los presidentes acepta visitas con guía. Con el Presidente de guía. Han pasado dos años y un día después desde las elecciones que le trajeron hasta aquí y Adrián Barbón enseña el edificio, la que por las horas que pasa dentro dice con alguna propiedad que es más bien “mi casa”, a treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA, ejerciendo de anfitrión y guía a petición de este diario.
A finales de los años setenta, Alfredo Fernández era interventor del Banco Central en Pola de Laviana y venía con cierta frecuencia a la calle Suárez de la Riva de Oviedo, al edificio que hoy es la sede de la presidencia del Principado, a hacer entregas de dinero en metálico en lo que era entonces el Banco de España. Ayer, 35 años casi justos después del cambio de uso del inmueble, volvió a entrar para comprobar que, efectivamente, no lo reconoce. Este palacete de uso administrativo, funcional y profusamente decorado con valiosas piezas de arte contemporáneo asturiano “no se parece en nada” a aquel banco. Es día de puertas abiertas y Alfredo ha vuelto porque de forma excepcional el palacio de los presidentes acepta visitas con guía. Con el Presidente de guía. Han pasado dos años y un día después desde las elecciones que le trajeron hasta aquí y Adrián Barbón enseña el edificio, la que por las horas que pasa dentro dice con alguna propiedad que es más bien “mi casa”, a treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA, ejerciendo de anfitrión y guía a petición de este diario.
A finales de los años setenta, Alfredo Fernández era interventor del Banco Central en Pola de Laviana y venía con cierta frecuencia a la calle Suárez de la Riva de Oviedo, al edificio que hoy es la sede de la presidencia del Principado, a hacer entregas de dinero en metálico en lo que era entonces el Banco de España. Ayer, 35 años casi justos después del cambio de uso del inmueble, volvió a entrar para comprobar que, efectivamente, no lo reconoce. Este palacete de uso administrativo, funcional y profusamente decorado con valiosas piezas de arte contemporáneo asturiano “no se parece en nada” a aquel banco. Es día de puertas abiertas y Alfredo ha vuelto porque de forma excepcional el palacio de los presidentes acepta visitas con guía. Con el Presidente de guía. Han pasado dos años y un día después desde las elecciones que le trajeron hasta aquí y Adrián Barbón enseña el edificio, la que por las horas que pasa dentro dice con alguna propiedad que es más bien “mi casa”, a treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA, ejerciendo de anfitrión y guía a petición de este diario.
Noticia guardada en tu perfil
Ver noticias guardadasA finales de los años setenta, Alfredo Fernández era interventor del Banco Central en Pola de Laviana y venía con cierta frecuencia a la calle Suárez de la Riva de Oviedo, al edificio que hoy es la sede de la presidencia del Principado, a hacer entregas de dinero en metálico en lo que era entonces el Banco de España. Ayer, 35 años casi justos después del cambio de uso del inmueble, volvió a entrar para comprobar que, efectivamente, no lo reconoce. Este palacete de uso administrativo, funcional y profusamente decorado con valiosas piezas de arte contemporáneo asturiano “no se parece en nada” a aquel banco. Es día de puertas abiertas y Alfredo ha vuelto porque de forma excepcional el palacio de los presidentes acepta visitas con guía. Con el Presidente de guía. Han pasado dos años y un día después desde las elecciones que le trajeron hasta aquí y Adrián Barbón enseña el edificio, la que por las horas que pasa dentro dice con alguna propiedad que es más bien “mi casa”, a treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA, ejerciendo de anfitrión y guía a petición de este diario.