El inicio de las negociaciones entre el comité de empresa y la dirección de Imasa sobre el expediente de regulación de empleo (ERE) con el que la compañía industrial pretende aligerar su plantilla con la salida de 110 trabajadores dejó patente lo alejadas que están las posturas de ambos. La empresa insistió en que el número de salidas es inamovible porque alegó que no tiene buenas perspectivas ni siquiera a medio plazo, mientras que los representantes de los trabajadores le reprocharon la falta de concreción –no está claro en qué área del negocio quiere meter tijera– y le recriminaron que la situación no es tan grave como la pinta. Sostienen que la bajada de actividad es temporal, coyuntural y debida única y exclusivamente al golpe propiciado por la crisis derivada de la pandemia del coronavirus. 

No está claro, señaló el portavoz de la Federación de Industria de CC OO, Manuel Pérez Uría, dónde se va a centrar el ajuste. Caben dos posibilidades, que Imasa quiere meterle mano al número de ingenieros de la empresa, lo que provocaría un importante agujero en el corazón del negocio, sostiene el sindicalista. Mientras que la otra alternativa es que la tijera se oriente hacia la mano de obra, a los obreros. Los sindicatos tampoco ven la necesidad. Uría argumenta que Imasa ya tiene en marcha un expediente de regulación temporal de empleo (ERTE) que “se puede prorrogar” para hacer frente a la atonía de la demanda de sus clientes.

La empresa aseguró a los sindicatos que no tiene buenas perspectivas a medio plazo

Durante la reunión, la compañía no concretó cuál es la parte de su negocio en la que se centrarán los ajustes, pero lo que si que quedó claro es que el comité de empresa no va a aceptar una cifra tan abultada. No ve razones para un ajuste de esa magnitud. “La cifra es exagerada y no la compartimos en ningún caso y menos sin un plan industrial que acompañe y garantice el futuro de la empresa. Les falta concreción en los datos que nos están presentando y pensamos que hay otras alternativas”, destacó Manuel Pérez Uría. 

De concretarse, el ajuste que propone la compañía supondría un duro golpe a la plantilla que está formada por 420 empleados con contrato indefinido, más un buen puñado de eventuales que engordan la nómina hasta los 870. Aunque el comité de empresa está convencido de que la mala racha de Imasa es pasajera, y que se solventará en cuanto la crisis del covid se vaya despejando. “Nosotros entendemos que se trata de algo meramente coyuntural”, agregó Uría. 

Los sindicatos también lanzaron durante estos primeros pasos de la negociación una clara advertencia: “No vamos a consentir que ahora se prescinda de personal muy cualificado y con contratos indefinido para que, en unos pocos meses, cuando la situación vaya mejorando, se contrate a personal eventual”, resaltó el portavoz de CC OO. 

La plantilla considera que la crisis de la empresa es meramente coyuntural

Por el momento, los sindicatos aseguran que aún necesitan algo más de tiempo para evaluar las cuentas que le ha ido facilitando la empresa durante estos últimos días, quieren comprobar si la situación es tan mala como la pinta. Aunque por lo que ya han visto les parece que el ajuste que plantea la dirección de Imasa no se corresponde con la realidad financiera de la compañía. 

Por su parte, la empresa se comprometió a ser más específica y delimitar en una próxima reunión, que tendrá lugar el miércoles, cuáles son las áreas de su negocio donde juzga que debería de recortarse empleo. Con lo que los sindicatos esperan que para ese día pueda entrarse ya más en harina y se comience a hablar de puestos concretos. No obstante, el comité de empresa tiene la idea de tratar de reducir lo máximo que pueda la cifra de 110 despidos que pretende aplicar la ingeniería asturiana. La compañía había asegurado que está trabajando en un plan de recolocación para los trabajadores que se vean afectados por el recorte.