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Gijón despidió esta mañana su semana más Santa con la tradicional procesión del Domingo de Resurrección en que la Virgen María se reencuentra con su hijo resucitado. Un encuentro que congregó en el paseo del muro a cientos de feligreses y que arroparon a las tres cofradías de la ciudad. El tiempo respetó el cierre de la Semana Santa que el día anterior, por la lluvia, privó a los más devotos procesionar por las calles de Cimavilla. Esta mañana, a pesar del viento, se vivió un día más soleado, en especial en el tramo final donde las ráfagas de aire fueron de menor intensidad. Justo cuando la cofradía de la Santa Misericordia transportaba el paso de la Virgen de la Soledad, escoltada por las manolas de mantilla blanca, salió el sol para ser testigo del encuentro con Jesucristo resucitado, un paso al que custodió la cofradía del Santo Sepulcro –junto a reservistas de la Agrupación de Veteranos Paracaidistas de Asturias Agrupac-Astur– desde su salida en la Basílica del Sagrado Corazón, conocida como la Iglesiona.
Ángel González
Gijón despidió esta mañana su semana más Santa con la tradicional procesión del Domingo de Resurrección en que la Virgen María se reencuentra con su hijo resucitado. Un encuentro que congregó en el paseo del muro a cientos de feligreses y que arroparon a las tres cofradías de la ciudad. El tiempo respetó el cierre de la Semana Santa que el día anterior, por la lluvia, privó a los más devotos procesionar por las calles de Cimavilla. Esta mañana, a pesar del viento, se vivió un día más soleado, en especial en el tramo final donde las ráfagas de aire fueron de menor intensidad. Justo cuando la cofradía de la Santa Misericordia transportaba el paso de la Virgen de la Soledad, escoltada por las manolas de mantilla blanca, salió el sol para ser testigo del encuentro con Jesucristo resucitado, un paso al que custodió la cofradía del Santo Sepulcro –junto a reservistas de la Agrupación de Veteranos Paracaidistas de Asturias Agrupac-Astur– desde su salida en la Basílica del Sagrado Corazón, conocida como la Iglesiona.
Ángel González
Gijón despidió esta mañana su semana más Santa con la tradicional procesión del Domingo de Resurrección en que la Virgen María se reencuentra con su hijo resucitado. Un encuentro que congregó en el paseo del muro a cientos de feligreses y que arroparon a las tres cofradías de la ciudad. El tiempo respetó el cierre de la Semana Santa que el día anterior, por la lluvia, privó a los más devotos procesionar por las calles de Cimavilla. Esta mañana, a pesar del viento, se vivió un día más soleado, en especial en el tramo final donde las ráfagas de aire fueron de menor intensidad. Justo cuando la cofradía de la Santa Misericordia transportaba el paso de la Virgen de la Soledad, escoltada por las manolas de mantilla blanca, salió el sol para ser testigo del encuentro con Jesucristo resucitado, un paso al que custodió la cofradía del Santo Sepulcro –junto a reservistas de la Agrupación de Veteranos Paracaidistas de Asturias Agrupac-Astur– desde su salida en la Basílica del Sagrado Corazón, conocida como la Iglesiona.
Ángel González
Gijón despidió esta mañana su semana más Santa con la tradicional procesión del Domingo de Resurrección en que la Virgen María se reencuentra con su hijo resucitado. Un encuentro que congregó en el paseo del muro a cientos de feligreses y que arroparon a las tres cofradías de la ciudad. El tiempo respetó el cierre de la Semana Santa que el día anterior, por la lluvia, privó a los más devotos procesionar por las calles de Cimavilla. Esta mañana, a pesar del viento, se vivió un día más soleado, en especial en el tramo final donde las ráfagas de aire fueron de menor intensidad. Justo cuando la cofradía de la Santa Misericordia transportaba el paso de la Virgen de la Soledad, escoltada por las manolas de mantilla blanca, salió el sol para ser testigo del encuentro con Jesucristo resucitado, un paso al que custodió la cofradía del Santo Sepulcro –junto a reservistas de la Agrupación de Veteranos Paracaidistas de Asturias Agrupac-Astur– desde su salida en la Basílica del Sagrado Corazón, conocida como la Iglesiona.
Ángel González
Gijón despidió esta mañana su semana más Santa con la tradicional procesión del Domingo de Resurrección en que la Virgen María se reencuentra con su hijo resucitado. Un encuentro que congregó en el paseo del muro a cientos de feligreses y que arroparon a las tres cofradías de la ciudad. El tiempo respetó el cierre de la Semana Santa que el día anterior, por la lluvia, privó a los más devotos procesionar por las calles de Cimavilla. Esta mañana, a pesar del viento, se vivió un día más soleado, en especial en el tramo final donde las ráfagas de aire fueron de menor intensidad. Justo cuando la cofradía de la Santa Misericordia transportaba el paso de la Virgen de la Soledad, escoltada por las manolas de mantilla blanca, salió el sol para ser testigo del encuentro con Jesucristo resucitado, un paso al que custodió la cofradía del Santo Sepulcro –junto a reservistas de la Agrupación de Veteranos Paracaidistas de Asturias Agrupac-Astur– desde su salida en la Basílica del Sagrado Corazón, conocida como la Iglesiona.
Ángel González
Gijón despidió esta mañana su semana más Santa con la tradicional procesión del Domingo de Resurrección en que la Virgen María se reencuentra con su hijo resucitado. Un encuentro que congregó en el paseo del muro a cientos de feligreses y que arroparon a las tres cofradías de la ciudad. El tiempo respetó el cierre de la Semana Santa que el día anterior, por la lluvia, privó a los más devotos procesionar por las calles de Cimavilla. Esta mañana, a pesar del viento, se vivió un día más soleado, en especial en el tramo final donde las ráfagas de aire fueron de menor intensidad. Justo cuando la cofradía de la Santa Misericordia transportaba el paso de la Virgen de la Soledad, escoltada por las manolas de mantilla blanca, salió el sol para ser testigo del encuentro con Jesucristo resucitado, un paso al que custodió la cofradía del Santo Sepulcro –junto a reservistas de la Agrupación de Veteranos Paracaidistas de Asturias Agrupac-Astur– desde su salida en la Basílica del Sagrado Corazón, conocida como la Iglesiona.
Ángel González
Gijón despidió esta mañana su semana más Santa con la tradicional procesión del Domingo de Resurrección en que la Virgen María se reencuentra con su hijo resucitado. Un encuentro que congregó en el paseo del muro a cientos de feligreses y que arroparon a las tres cofradías de la ciudad. El tiempo respetó el cierre de la Semana Santa que el día anterior, por la lluvia, privó a los más devotos procesionar por las calles de Cimavilla. Esta mañana, a pesar del viento, se vivió un día más soleado, en especial en el tramo final donde las ráfagas de aire fueron de menor intensidad. Justo cuando la cofradía de la Santa Misericordia transportaba el paso de la Virgen de la Soledad, escoltada por las manolas de mantilla blanca, salió el sol para ser testigo del encuentro con Jesucristo resucitado, un paso al que custodió la cofradía del Santo Sepulcro –junto a reservistas de la Agrupación de Veteranos Paracaidistas de Asturias Agrupac-Astur– desde su salida en la Basílica del Sagrado Corazón, conocida como la Iglesiona.
Ángel González
Gijón despidió esta mañana su semana más Santa con la tradicional procesión del Domingo de Resurrección en que la Virgen María se reencuentra con su hijo resucitado. Un encuentro que congregó en el paseo del muro a cientos de feligreses y que arroparon a las tres cofradías de la ciudad. El tiempo respetó el cierre de la Semana Santa que el día anterior, por la lluvia, privó a los más devotos procesionar por las calles de Cimavilla. Esta mañana, a pesar del viento, se vivió un día más soleado, en especial en el tramo final donde las ráfagas de aire fueron de menor intensidad. Justo cuando la cofradía de la Santa Misericordia transportaba el paso de la Virgen de la Soledad, escoltada por las manolas de mantilla blanca, salió el sol para ser testigo del encuentro con Jesucristo resucitado, un paso al que custodió la cofradía del Santo Sepulcro –junto a reservistas de la Agrupación de Veteranos Paracaidistas de Asturias Agrupac-Astur– desde su salida en la Basílica del Sagrado Corazón, conocida como la Iglesiona.
Ángel González
Gijón despidió esta mañana su semana más Santa con la tradicional procesión del Domingo de Resurrección en que la Virgen María se reencuentra con su hijo resucitado. Un encuentro que congregó en el paseo del muro a cientos de feligreses y que arroparon a las tres cofradías de la ciudad. El tiempo respetó el cierre de la Semana Santa que el día anterior, por la lluvia, privó a los más devotos procesionar por las calles de Cimavilla. Esta mañana, a pesar del viento, se vivió un día más soleado, en especial en el tramo final donde las ráfagas de aire fueron de menor intensidad. Justo cuando la cofradía de la Santa Misericordia transportaba el paso de la Virgen de la Soledad, escoltada por las manolas de mantilla blanca, salió el sol para ser testigo del encuentro con Jesucristo resucitado, un paso al que custodió la cofradía del Santo Sepulcro –junto a reservistas de la Agrupación de Veteranos Paracaidistas de Asturias Agrupac-Astur– desde su salida en la Basílica del Sagrado Corazón, conocida como la Iglesiona.
Ángel González
Gijón despidió esta mañana su semana más Santa con la tradicional procesión del Domingo de Resurrección en que la Virgen María se reencuentra con su hijo resucitado. Un encuentro que congregó en el paseo del muro a cientos de feligreses y que arroparon a las tres cofradías de la ciudad. El tiempo respetó el cierre de la Semana Santa que el día anterior, por la lluvia, privó a los más devotos procesionar por las calles de Cimavilla. Esta mañana, a pesar del viento, se vivió un día más soleado, en especial en el tramo final donde las ráfagas de aire fueron de menor intensidad. Justo cuando la cofradía de la Santa Misericordia transportaba el paso de la Virgen de la Soledad, escoltada por las manolas de mantilla blanca, salió el sol para ser testigo del encuentro con Jesucristo resucitado, un paso al que custodió la cofradía del Santo Sepulcro –junto a reservistas de la Agrupación de Veteranos Paracaidistas de Asturias Agrupac-Astur– desde su salida en la Basílica del Sagrado Corazón, conocida como la Iglesiona.
Ángel González
Gijón despidió esta mañana su semana más Santa con la tradicional procesión del Domingo de Resurrección en que la Virgen María se reencuentra con su hijo resucitado. Un encuentro que congregó en el paseo del muro a cientos de feligreses y que arroparon a las tres cofradías de la ciudad. El tiempo respetó el cierre de la Semana Santa que el día anterior, por la lluvia, privó a los más devotos procesionar por las calles de Cimavilla. Esta mañana, a pesar del viento, se vivió un día más soleado, en especial en el tramo final donde las ráfagas de aire fueron de menor intensidad. Justo cuando la cofradía de la Santa Misericordia transportaba el paso de la Virgen de la Soledad, escoltada por las manolas de mantilla blanca, salió el sol para ser testigo del encuentro con Jesucristo resucitado, un paso al que custodió la cofradía del Santo Sepulcro –junto a reservistas de la Agrupación de Veteranos Paracaidistas de Asturias Agrupac-Astur– desde su salida en la Basílica del Sagrado Corazón, conocida como la Iglesiona.
Ángel González
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Ángel González
Gijón despidió esta mañana su semana más Santa con la tradicional procesión del Domingo de Resurrección en que la Virgen María se reencuentra con su hijo resucitado. Un encuentro que congregó en el paseo del muro a cientos de feligreses y que arroparon a las tres cofradías de la ciudad. El tiempo respetó el cierre de la Semana Santa que el día anterior, por la lluvia, privó a los más devotos procesionar por las calles de Cimavilla. Esta mañana, a pesar del viento, se vivió un día más soleado, en especial en el tramo final donde las ráfagas de aire fueron de menor intensidad. Justo cuando la cofradía de la Santa Misericordia transportaba el paso de la Virgen de la Soledad, escoltada por las manolas de mantilla blanca, salió el sol para ser testigo del encuentro con Jesucristo resucitado, un paso al que custodió la cofradía del Santo Sepulcro –junto a reservistas de la Agrupación de Veteranos Paracaidistas de Asturias Agrupac-Astur– desde su salida en la Basílica del Sagrado Corazón, conocida como la Iglesiona.
Ángel González
Gijón despidió esta mañana su semana más Santa con la tradicional procesión del Domingo de Resurrección en que la Virgen María se reencuentra con su hijo resucitado. Un encuentro que congregó en el paseo del muro a cientos de feligreses y que arroparon a las tres cofradías de la ciudad. El tiempo respetó el cierre de la Semana Santa que el día anterior, por la lluvia, privó a los más devotos procesionar por las calles de Cimavilla. Esta mañana, a pesar del viento, se vivió un día más soleado, en especial en el tramo final donde las ráfagas de aire fueron de menor intensidad. Justo cuando la cofradía de la Santa Misericordia transportaba el paso de la Virgen de la Soledad, escoltada por las manolas de mantilla blanca, salió el sol para ser testigo del encuentro con Jesucristo resucitado, un paso al que custodió la cofradía del Santo Sepulcro –junto a reservistas de la Agrupación de Veteranos Paracaidistas de Asturias Agrupac-Astur– desde su salida en la Basílica del Sagrado Corazón, conocida como la Iglesiona.
Ángel González
Gijón despidió esta mañana su semana más Santa con la tradicional procesión del Domingo de Resurrección en que la Virgen María se reencuentra con su hijo resucitado. Un encuentro que congregó en el paseo del muro a cientos de feligreses y que arroparon a las tres cofradías de la ciudad. El tiempo respetó el cierre de la Semana Santa que el día anterior, por la lluvia, privó a los más devotos procesionar por las calles de Cimavilla. Esta mañana, a pesar del viento, se vivió un día más soleado, en especial en el tramo final donde las ráfagas de aire fueron de menor intensidad. Justo cuando la cofradía de la Santa Misericordia transportaba el paso de la Virgen de la Soledad, escoltada por las manolas de mantilla blanca, salió el sol para ser testigo del encuentro con Jesucristo resucitado, un paso al que custodió la cofradía del Santo Sepulcro –junto a reservistas de la Agrupación de Veteranos Paracaidistas de Asturias Agrupac-Astur– desde su salida en la Basílica del Sagrado Corazón, conocida como la Iglesiona.
Ángel González
Gijón despidió esta mañana su semana más Santa con la tradicional procesión del Domingo de Resurrección en que la Virgen María se reencuentra con su hijo resucitado. Un encuentro que congregó en el paseo del muro a cientos de feligreses y que arroparon a las tres cofradías de la ciudad. El tiempo respetó el cierre de la Semana Santa que el día anterior, por la lluvia, privó a los más devotos procesionar por las calles de Cimavilla. Esta mañana, a pesar del viento, se vivió un día más soleado, en especial en el tramo final donde las ráfagas de aire fueron de menor intensidad. Justo cuando la cofradía de la Santa Misericordia transportaba el paso de la Virgen de la Soledad, escoltada por las manolas de mantilla blanca, salió el sol para ser testigo del encuentro con Jesucristo resucitado, un paso al que custodió la cofradía del Santo Sepulcro –junto a reservistas de la Agrupación de Veteranos Paracaidistas de Asturias Agrupac-Astur– desde su salida en la Basílica del Sagrado Corazón, conocida como la Iglesiona.
Ángel González
Gijón despidió esta mañana su semana más Santa con la tradicional procesión del Domingo de Resurrección en que la Virgen María se reencuentra con su hijo resucitado. Un encuentro que congregó en el paseo del muro a cientos de feligreses y que arroparon a las tres cofradías de la ciudad. El tiempo respetó el cierre de la Semana Santa que el día anterior, por la lluvia, privó a los más devotos procesionar por las calles de Cimavilla. Esta mañana, a pesar del viento, se vivió un día más soleado, en especial en el tramo final donde las ráfagas de aire fueron de menor intensidad. Justo cuando la cofradía de la Santa Misericordia transportaba el paso de la Virgen de la Soledad, escoltada por las manolas de mantilla blanca, salió el sol para ser testigo del encuentro con Jesucristo resucitado, un paso al que custodió la cofradía del Santo Sepulcro –junto a reservistas de la Agrupación de Veteranos Paracaidistas de Asturias Agrupac-Astur– desde su salida en la Basílica del Sagrado Corazón, conocida como la Iglesiona.
Ángel González
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Ángel González
Gijón despidió esta mañana su semana más Santa con la tradicional procesión del Domingo de Resurrección en que la Virgen María se reencuentra con su hijo resucitado. Un encuentro que congregó en el paseo del muro a cientos de feligreses y que arroparon a las tres cofradías de la ciudad. El tiempo respetó el cierre de la Semana Santa que el día anterior, por la lluvia, privó a los más devotos procesionar por las calles de Cimavilla. Esta mañana, a pesar del viento, se vivió un día más soleado, en especial en el tramo final donde las ráfagas de aire fueron de menor intensidad. Justo cuando la cofradía de la Santa Misericordia transportaba el paso de la Virgen de la Soledad, escoltada por las manolas de mantilla blanca, salió el sol para ser testigo del encuentro con Jesucristo resucitado, un paso al que custodió la cofradía del Santo Sepulcro –junto a reservistas de la Agrupación de Veteranos Paracaidistas de Asturias Agrupac-Astur– desde su salida en la Basílica del Sagrado Corazón, conocida como la Iglesiona.
Ángel González
Gijón despidió esta mañana su semana más Santa con la tradicional procesión del Domingo de Resurrección en que la Virgen María se reencuentra con su hijo resucitado. Un encuentro que congregó en el paseo del muro a cientos de feligreses y que arroparon a las tres cofradías de la ciudad. El tiempo respetó el cierre de la Semana Santa que el día anterior, por la lluvia, privó a los más devotos procesionar por las calles de Cimavilla. Esta mañana, a pesar del viento, se vivió un día más soleado, en especial en el tramo final donde las ráfagas de aire fueron de menor intensidad. Justo cuando la cofradía de la Santa Misericordia transportaba el paso de la Virgen de la Soledad, escoltada por las manolas de mantilla blanca, salió el sol para ser testigo del encuentro con Jesucristo resucitado, un paso al que custodió la cofradía del Santo Sepulcro –junto a reservistas de la Agrupación de Veteranos Paracaidistas de Asturias Agrupac-Astur– desde su salida en la Basílica del Sagrado Corazón, conocida como la Iglesiona.
Ángel González
Gijón despidió esta mañana su semana más Santa con la tradicional procesión del Domingo de Resurrección en que la Virgen María se reencuentra con su hijo resucitado. Un encuentro que congregó en el paseo del muro a cientos de feligreses y que arroparon a las tres cofradías de la ciudad. El tiempo respetó el cierre de la Semana Santa que el día anterior, por la lluvia, privó a los más devotos procesionar por las calles de Cimavilla. Esta mañana, a pesar del viento, se vivió un día más soleado, en especial en el tramo final donde las ráfagas de aire fueron de menor intensidad. Justo cuando la cofradía de la Santa Misericordia transportaba el paso de la Virgen de la Soledad, escoltada por las manolas de mantilla blanca, salió el sol para ser testigo del encuentro con Jesucristo resucitado, un paso al que custodió la cofradía del Santo Sepulcro –junto a reservistas de la Agrupación de Veteranos Paracaidistas de Asturias Agrupac-Astur– desde su salida en la Basílica del Sagrado Corazón, conocida como la Iglesiona.
Ángel González
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Ángel González
Gijón despidió esta mañana su semana más Santa con la tradicional procesión del Domingo de Resurrección en que la Virgen María se reencuentra con su hijo resucitado. Un encuentro que congregó en el paseo del muro a cientos de feligreses y que arroparon a las tres cofradías de la ciudad. El tiempo respetó el cierre de la Semana Santa que el día anterior, por la lluvia, privó a los más devotos procesionar por las calles de Cimavilla. Esta mañana, a pesar del viento, se vivió un día más soleado, en especial en el tramo final donde las ráfagas de aire fueron de menor intensidad. Justo cuando la cofradía de la Santa Misericordia transportaba el paso de la Virgen de la Soledad, escoltada por las manolas de mantilla blanca, salió el sol para ser testigo del encuentro con Jesucristo resucitado, un paso al que custodió la cofradía del Santo Sepulcro –junto a reservistas de la Agrupación de Veteranos Paracaidistas de Asturias Agrupac-Astur– desde su salida en la Basílica del Sagrado Corazón, conocida como la Iglesiona.
Ángel González
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Ángel González
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Ángel González
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Ángel González
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Ángel González
Gijón despidió esta mañana su semana más Santa con la tradicional procesión del Domingo de Resurrección en que la Virgen María se reencuentra con su hijo resucitado. Un encuentro que congregó en el paseo del muro a cientos de feligreses y que arroparon a las tres cofradías de la ciudad. El tiempo respetó el cierre de la Semana Santa que el día anterior, por la lluvia, privó a los más devotos procesionar por las calles de Cimavilla. Esta mañana, a pesar del viento, se vivió un día más soleado, en especial en el tramo final donde las ráfagas de aire fueron de menor intensidad. Justo cuando la cofradía de la Santa Misericordia transportaba el paso de la Virgen de la Soledad, escoltada por las manolas de mantilla blanca, salió el sol para ser testigo del encuentro con Jesucristo resucitado, un paso al que custodió la cofradía del Santo Sepulcro –junto a reservistas de la Agrupación de Veteranos Paracaidistas de Asturias Agrupac-Astur– desde su salida en la Basílica del Sagrado Corazón, conocida como la Iglesiona.
Ángel González
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Ángel González
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Ángel González
Gijón despidió esta mañana su semana más Santa con la tradicional procesión del Domingo de Resurrección en que la Virgen María se reencuentra con su hijo resucitado. Un encuentro que congregó en el paseo del muro a cientos de feligreses y que arroparon a las tres cofradías de la ciudad. El tiempo respetó el cierre de la Semana Santa que el día anterior, por la lluvia, privó a los más devotos procesionar por las calles de Cimavilla. Esta mañana, a pesar del viento, se vivió un día más soleado, en especial en el tramo final donde las ráfagas de aire fueron de menor intensidad. Justo cuando la cofradía de la Santa Misericordia transportaba el paso de la Virgen de la Soledad, escoltada por las manolas de mantilla blanca, salió el sol para ser testigo del encuentro con Jesucristo resucitado, un paso al que custodió la cofradía del Santo Sepulcro –junto a reservistas de la Agrupación de Veteranos Paracaidistas de Asturias Agrupac-Astur– desde su salida en la Basílica del Sagrado Corazón, conocida como la Iglesiona.
Ángel González
Gijón despidió esta mañana su semana más Santa con la tradicional procesión del Domingo de Resurrección en que la Virgen María se reencuentra con su hijo resucitado. Un encuentro que congregó en el paseo del muro a cientos de feligreses y que arroparon a las tres cofradías de la ciudad. El tiempo respetó el cierre de la Semana Santa que el día anterior, por la lluvia, privó a los más devotos procesionar por las calles de Cimavilla. Esta mañana, a pesar del viento, se vivió un día más soleado, en especial en el tramo final donde las ráfagas de aire fueron de menor intensidad. Justo cuando la cofradía de la Santa Misericordia transportaba el paso de la Virgen de la Soledad, escoltada por las manolas de mantilla blanca, salió el sol para ser testigo del encuentro con Jesucristo resucitado, un paso al que custodió la cofradía del Santo Sepulcro –junto a reservistas de la Agrupación de Veteranos Paracaidistas de Asturias Agrupac-Astur– desde su salida en la Basílica del Sagrado Corazón, conocida como la Iglesiona.
Ángel González
Gijón despidió esta mañana su semana más Santa con la tradicional procesión del Domingo de Resurrección en que la Virgen María se reencuentra con su hijo resucitado. Un encuentro que congregó en el paseo del muro a cientos de feligreses y que arroparon a las tres cofradías de la ciudad. El tiempo respetó el cierre de la Semana Santa que el día anterior, por la lluvia, privó a los más devotos procesionar por las calles de Cimavilla. Esta mañana, a pesar del viento, se vivió un día más soleado, en especial en el tramo final donde las ráfagas de aire fueron de menor intensidad. Justo cuando la cofradía de la Santa Misericordia transportaba el paso de la Virgen de la Soledad, escoltada por las manolas de mantilla blanca, salió el sol para ser testigo del encuentro con Jesucristo resucitado, un paso al que custodió la cofradía del Santo Sepulcro –junto a reservistas de la Agrupación de Veteranos Paracaidistas de Asturias Agrupac-Astur– desde su salida en la Basílica del Sagrado Corazón, conocida como la Iglesiona.
Ángel González
Gijón despidió esta mañana su semana más Santa con la tradicional procesión del Domingo de Resurrección en que la Virgen María se reencuentra con su hijo resucitado. Un encuentro que congregó en el paseo del muro a cientos de feligreses y que arroparon a las tres cofradías de la ciudad. El tiempo respetó el cierre de la Semana Santa que el día anterior, por la lluvia, privó a los más devotos procesionar por las calles de Cimavilla. Esta mañana, a pesar del viento, se vivió un día más soleado, en especial en el tramo final donde las ráfagas de aire fueron de menor intensidad. Justo cuando la cofradía de la Santa Misericordia transportaba el paso de la Virgen de la Soledad, escoltada por las manolas de mantilla blanca, salió el sol para ser testigo del encuentro con Jesucristo resucitado, un paso al que custodió la cofradía del Santo Sepulcro –junto a reservistas de la Agrupación de Veteranos Paracaidistas de Asturias Agrupac-Astur– desde su salida en la Basílica del Sagrado Corazón, conocida como la Iglesiona.
Ángel González
Gijón despidió esta mañana su semana más Santa con la tradicional procesión del Domingo de Resurrección en que la Virgen María se reencuentra con su hijo resucitado. Un encuentro que congregó en el paseo del muro a cientos de feligreses y que arroparon a las tres cofradías de la ciudad. El tiempo respetó el cierre de la Semana Santa que el día anterior, por la lluvia, privó a los más devotos procesionar por las calles de Cimavilla. Esta mañana, a pesar del viento, se vivió un día más soleado, en especial en el tramo final donde las ráfagas de aire fueron de menor intensidad. Justo cuando la cofradía de la Santa Misericordia transportaba el paso de la Virgen de la Soledad, escoltada por las manolas de mantilla blanca, salió el sol para ser testigo del encuentro con Jesucristo resucitado, un paso al que custodió la cofradía del Santo Sepulcro –junto a reservistas de la Agrupación de Veteranos Paracaidistas de Asturias Agrupac-Astur– desde su salida en la Basílica del Sagrado Corazón, conocida como la Iglesiona.
Ángel González
Gijón despidió esta mañana su semana más Santa con la tradicional procesión del Domingo de Resurrección en que la Virgen María se reencuentra con su hijo resucitado. Un encuentro que congregó en el paseo del muro a cientos de feligreses y que arroparon a las tres cofradías de la ciudad. El tiempo respetó el cierre de la Semana Santa que el día anterior, por la lluvia, privó a los más devotos procesionar por las calles de Cimavilla. Esta mañana, a pesar del viento, se vivió un día más soleado, en especial en el tramo final donde las ráfagas de aire fueron de menor intensidad. Justo cuando la cofradía de la Santa Misericordia transportaba el paso de la Virgen de la Soledad, escoltada por las manolas de mantilla blanca, salió el sol para ser testigo del encuentro con Jesucristo resucitado, un paso al que custodió la cofradía del Santo Sepulcro –junto a reservistas de la Agrupación de Veteranos Paracaidistas de Asturias Agrupac-Astur– desde su salida en la Basílica del Sagrado Corazón, conocida como la Iglesiona.
Ángel González
Gijón despidió esta mañana su semana más Santa con la tradicional procesión del Domingo de Resurrección en que la Virgen María se reencuentra con su hijo resucitado. Un encuentro que congregó en el paseo del muro a cientos de feligreses y que arroparon a las tres cofradías de la ciudad. El tiempo respetó el cierre de la Semana Santa que el día anterior, por la lluvia, privó a los más devotos procesionar por las calles de Cimavilla. Esta mañana, a pesar del viento, se vivió un día más soleado, en especial en el tramo final donde las ráfagas de aire fueron de menor intensidad. Justo cuando la cofradía de la Santa Misericordia transportaba el paso de la Virgen de la Soledad, escoltada por las manolas de mantilla blanca, salió el sol para ser testigo del encuentro con Jesucristo resucitado, un paso al que custodió la cofradía del Santo Sepulcro –junto a reservistas de la Agrupación de Veteranos Paracaidistas de Asturias Agrupac-Astur– desde su salida en la Basílica del Sagrado Corazón, conocida como la Iglesiona.
Ángel González
Gijón despidió esta mañana su semana más Santa con la tradicional procesión del Domingo de Resurrección en que la Virgen María se reencuentra con su hijo resucitado. Un encuentro que congregó en el paseo del muro a cientos de feligreses y que arroparon a las tres cofradías de la ciudad. El tiempo respetó el cierre de la Semana Santa que el día anterior, por la lluvia, privó a los más devotos procesionar por las calles de Cimavilla. Esta mañana, a pesar del viento, se vivió un día más soleado, en especial en el tramo final donde las ráfagas de aire fueron de menor intensidad. Justo cuando la cofradía de la Santa Misericordia transportaba el paso de la Virgen de la Soledad, escoltada por las manolas de mantilla blanca, salió el sol para ser testigo del encuentro con Jesucristo resucitado, un paso al que custodió la cofradía del Santo Sepulcro –junto a reservistas de la Agrupación de Veteranos Paracaidistas de Asturias Agrupac-Astur– desde su salida en la Basílica del Sagrado Corazón, conocida como la Iglesiona.
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Gijón despidió esta mañana su semana más Santa con la tradicional procesión del Domingo de Resurrección en que la Virgen María se reencuentra con su hijo resucitado. Un encuentro que congregó en el paseo del muro a cientos de feligreses y que arroparon a las tres cofradías de la ciudad. El tiempo respetó el cierre de la Semana Santa que el día anterior, por la lluvia, privó a los más devotos procesionar por las calles de Cimavilla. Esta mañana, a pesar del viento, se vivió un día más soleado, en especial en el tramo final donde las ráfagas de aire fueron de menor intensidad. Justo cuando la cofradía de la Santa Misericordia transportaba el paso de la Virgen de la Soledad, escoltada por las manolas de mantilla blanca, salió el sol para ser testigo del encuentro con Jesucristo resucitado, un paso al que custodió la cofradía del Santo Sepulcro –junto a reservistas de la Agrupación de Veteranos Paracaidistas de Asturias Agrupac-Astur– desde su salida en la Basílica del Sagrado Corazón, conocida como la Iglesiona.
Ángel González
Gijón despidió esta mañana su semana más Santa con la tradicional procesión del Domingo de Resurrección en que la Virgen María se reencuentra con su hijo resucitado. Un encuentro que congregó en el paseo del muro a cientos de feligreses y que arroparon a las tres cofradías de la ciudad. El tiempo respetó el cierre de la Semana Santa que el día anterior, por la lluvia, privó a los más devotos procesionar por las calles de Cimavilla. Esta mañana, a pesar del viento, se vivió un día más soleado, en especial en el tramo final donde las ráfagas de aire fueron de menor intensidad. Justo cuando la cofradía de la Santa Misericordia transportaba el paso de la Virgen de la Soledad, escoltada por las manolas de mantilla blanca, salió el sol para ser testigo del encuentro con Jesucristo resucitado, un paso al que custodió la cofradía del Santo Sepulcro –junto a reservistas de la Agrupación de Veteranos Paracaidistas de Asturias Agrupac-Astur– desde su salida en la Basílica del Sagrado Corazón, conocida como la Iglesiona.
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Gijón despidió esta mañana su semana más Santa con la tradicional procesión del Domingo de Resurrección en que la Virgen María se reencuentra con su hijo resucitado. Un encuentro que congregó en el paseo del muro a cientos de feligreses y que arroparon a las tres cofradías de la ciudad. El tiempo respetó el cierre de la Semana Santa que el día anterior, por la lluvia, privó a los más devotos procesionar por las calles de Cimavilla. Esta mañana, a pesar del viento, se vivió un día más soleado, en especial en el tramo final donde las ráfagas de aire fueron de menor intensidad. Justo cuando la cofradía de la Santa Misericordia transportaba el paso de la Virgen de la Soledad, escoltada por las manolas de mantilla blanca, salió el sol para ser testigo del encuentro con Jesucristo resucitado, un paso al que custodió la cofradía del Santo Sepulcro –junto a reservistas de la Agrupación de Veteranos Paracaidistas de Asturias Agrupac-Astur– desde su salida en la Basílica del Sagrado Corazón, conocida como la Iglesiona.
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Gijón despidió esta mañana su semana más Santa con la tradicional procesión del Domingo de Resurrección en que la Virgen María se reencuentra con su hijo resucitado. Un encuentro que congregó en el paseo del muro a cientos de feligreses y que arroparon a las tres cofradías de la ciudad. El tiempo respetó el cierre de la Semana Santa que el día anterior, por la lluvia, privó a los más devotos procesionar por las calles de Cimavilla. Esta mañana, a pesar del viento, se vivió un día más soleado, en especial en el tramo final donde las ráfagas de aire fueron de menor intensidad. Justo cuando la cofradía de la Santa Misericordia transportaba el paso de la Virgen de la Soledad, escoltada por las manolas de mantilla blanca, salió el sol para ser testigo del encuentro con Jesucristo resucitado, un paso al que custodió la cofradía del Santo Sepulcro –junto a reservistas de la Agrupación de Veteranos Paracaidistas de Asturias Agrupac-Astur– desde su salida en la Basílica del Sagrado Corazón, conocida como la Iglesiona.
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Gijón despidió esta mañana su semana más Santa con la tradicional procesión del Domingo de Resurrección en que la Virgen María se reencuentra con su hijo resucitado. Un encuentro que congregó en el paseo del muro a cientos de feligreses y que arroparon a las tres cofradías de la ciudad. El tiempo respetó el cierre de la Semana Santa que el día anterior, por la lluvia, privó a los más devotos procesionar por las calles de Cimavilla. Esta mañana, a pesar del viento, se vivió un día más soleado, en especial en el tramo final donde las ráfagas de aire fueron de menor intensidad. Justo cuando la cofradía de la Santa Misericordia transportaba el paso de la Virgen de la Soledad, escoltada por las manolas de mantilla blanca, salió el sol para ser testigo del encuentro con Jesucristo resucitado, un paso al que custodió la cofradía del Santo Sepulcro –junto a reservistas de la Agrupación de Veteranos Paracaidistas de Asturias Agrupac-Astur– desde su salida en la Basílica del Sagrado Corazón, conocida como la Iglesiona.
Ángel González
Gijón despidió esta mañana su semana más Santa con la tradicional procesión del Domingo de Resurrección en que la Virgen María se reencuentra con su hijo resucitado. Un encuentro que congregó en el paseo del muro a cientos de feligreses y que arroparon a las tres cofradías de la ciudad. El tiempo respetó el cierre de la Semana Santa que el día anterior, por la lluvia, privó a los más devotos procesionar por las calles de Cimavilla. Esta mañana, a pesar del viento, se vivió un día más soleado, en especial en el tramo final donde las ráfagas de aire fueron de menor intensidad. Justo cuando la cofradía de la Santa Misericordia transportaba el paso de la Virgen de la Soledad, escoltada por las manolas de mantilla blanca, salió el sol para ser testigo del encuentro con Jesucristo resucitado, un paso al que custodió la cofradía del Santo Sepulcro –junto a reservistas de la Agrupación de Veteranos Paracaidistas de Asturias Agrupac-Astur– desde su salida en la Basílica del Sagrado Corazón, conocida como la Iglesiona.
Ángel González
Gijón despidió esta mañana su semana más Santa con la tradicional procesión del Domingo de Resurrección en que la Virgen María se reencuentra con su hijo resucitado. Un encuentro que congregó en el paseo del muro a cientos de feligreses y que arroparon a las tres cofradías de la ciudad. El tiempo respetó el cierre de la Semana Santa que el día anterior, por la lluvia, privó a los más devotos procesionar por las calles de Cimavilla. Esta mañana, a pesar del viento, se vivió un día más soleado, en especial en el tramo final donde las ráfagas de aire fueron de menor intensidad. Justo cuando la cofradía de la Santa Misericordia transportaba el paso de la Virgen de la Soledad, escoltada por las manolas de mantilla blanca, salió el sol para ser testigo del encuentro con Jesucristo resucitado, un paso al que custodió la cofradía del Santo Sepulcro –junto a reservistas de la Agrupación de Veteranos Paracaidistas de Asturias Agrupac-Astur– desde su salida en la Basílica del Sagrado Corazón, conocida como la Iglesiona.
Ángel González
Gijón despidió esta mañana su semana más Santa con la tradicional procesión del Domingo de Resurrección en que la Virgen María se reencuentra con su hijo resucitado. Un encuentro que congregó en el paseo del muro a cientos de feligreses y que arroparon a las tres cofradías de la ciudad. El tiempo respetó el cierre de la Semana Santa que el día anterior, por la lluvia, privó a los más devotos procesionar por las calles de Cimavilla. Esta mañana, a pesar del viento, se vivió un día más soleado, en especial en el tramo final donde las ráfagas de aire fueron de menor intensidad. Justo cuando la cofradía de la Santa Misericordia transportaba el paso de la Virgen de la Soledad, escoltada por las manolas de mantilla blanca, salió el sol para ser testigo del encuentro con Jesucristo resucitado, un paso al que custodió la cofradía del Santo Sepulcro –junto a reservistas de la Agrupación de Veteranos Paracaidistas de Asturias Agrupac-Astur– desde su salida en la Basílica del Sagrado Corazón, conocida como la Iglesiona.
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Ángel González
Gijón despidió esta mañana su semana más Santa con la tradicional procesión del Domingo de Resurrección en que la Virgen María se reencuentra con su hijo resucitado. Un encuentro que congregó en el paseo del muro a cientos de feligreses y que arroparon a las tres cofradías de la ciudad. El tiempo respetó el cierre de la Semana Santa que el día anterior, por la lluvia, privó a los más devotos procesionar por las calles de Cimavilla. Esta mañana, a pesar del viento, se vivió un día más soleado, en especial en el tramo final donde las ráfagas de aire fueron de menor intensidad. Justo cuando la cofradía de la Santa Misericordia transportaba el paso de la Virgen de la Soledad, escoltada por las manolas de mantilla blanca, salió el sol para ser testigo del encuentro con Jesucristo resucitado, un paso al que custodió la cofradía del Santo Sepulcro –junto a reservistas de la Agrupación de Veteranos Paracaidistas de Asturias Agrupac-Astur– desde su salida en la Basílica del Sagrado Corazón, conocida como la Iglesiona.
Ángel González
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Ángel González
Gijón despidió esta mañana su semana más Santa con la tradicional procesión del Domingo de Resurrección en que la Virgen María se reencuentra con su hijo resucitado. Un encuentro que congregó en el paseo del muro a cientos de feligreses y que arroparon a las tres cofradías de la ciudad. El tiempo respetó el cierre de la Semana Santa que el día anterior, por la lluvia, privó a los más devotos procesionar por las calles de Cimavilla. Esta mañana, a pesar del viento, se vivió un día más soleado, en especial en el tramo final donde las ráfagas de aire fueron de menor intensidad. Justo cuando la cofradía de la Santa Misericordia transportaba el paso de la Virgen de la Soledad, escoltada por las manolas de mantilla blanca, salió el sol para ser testigo del encuentro con Jesucristo resucitado, un paso al que custodió la cofradía del Santo Sepulcro –junto a reservistas de la Agrupación de Veteranos Paracaidistas de Asturias Agrupac-Astur– desde su salida en la Basílica del Sagrado Corazón, conocida como la Iglesiona.
Ángel González
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Ángel González
Gijón despidió esta mañana su semana más Santa con la tradicional procesión del Domingo de Resurrección en que la Virgen María se reencuentra con su hijo resucitado. Un encuentro que congregó en el paseo del muro a cientos de feligreses y que arroparon a las tres cofradías de la ciudad. El tiempo respetó el cierre de la Semana Santa que el día anterior, por la lluvia, privó a los más devotos procesionar por las calles de Cimavilla. Esta mañana, a pesar del viento, se vivió un día más soleado, en especial en el tramo final donde las ráfagas de aire fueron de menor intensidad. Justo cuando la cofradía de la Santa Misericordia transportaba el paso de la Virgen de la Soledad, escoltada por las manolas de mantilla blanca, salió el sol para ser testigo del encuentro con Jesucristo resucitado, un paso al que custodió la cofradía del Santo Sepulcro –junto a reservistas de la Agrupación de Veteranos Paracaidistas de Asturias Agrupac-Astur– desde su salida en la Basílica del Sagrado Corazón, conocida como la Iglesiona.
Ángel González
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Ángel González
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Ángel González
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Ángel González
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Ángel González
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Ángel González
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Ángel González
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Ángel González
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Ángel González
Gijón despidió esta mañana su semana más Santa con la tradicional procesión del Domingo de Resurrección en que la Virgen María se reencuentra con su hijo resucitado. Un encuentro que congregó en el paseo del muro a cientos de feligreses y que arroparon a las tres cofradías de la ciudad. El tiempo respetó el cierre de la Semana Santa que el día anterior, por la lluvia, privó a los más devotos procesionar por las calles de Cimavilla. Esta mañana, a pesar del viento, se vivió un día más soleado, en especial en el tramo final donde las ráfagas de aire fueron de menor intensidad. Justo cuando la cofradía de la Santa Misericordia transportaba el paso de la Virgen de la Soledad, escoltada por las manolas de mantilla blanca, salió el sol para ser testigo del encuentro con Jesucristo resucitado, un paso al que custodió la cofradía del Santo Sepulcro –junto a reservistas de la Agrupación de Veteranos Paracaidistas de Asturias Agrupac-Astur– desde su salida en la Basílica del Sagrado Corazón, conocida como la Iglesiona.
Ángel González
Gijón despidió esta mañana su semana más Santa con la tradicional procesión del Domingo de Resurrección en que la Virgen María se reencuentra con su hijo resucitado. Un encuentro que congregó en el paseo del muro a cientos de feligreses y que arroparon a las tres cofradías de la ciudad. El tiempo respetó el cierre de la Semana Santa que el día anterior, por la lluvia, privó a los más devotos procesionar por las calles de Cimavilla. Esta mañana, a pesar del viento, se vivió un día más soleado, en especial en el tramo final donde las ráfagas de aire fueron de menor intensidad. Justo cuando la cofradía de la Santa Misericordia transportaba el paso de la Virgen de la Soledad, escoltada por las manolas de mantilla blanca, salió el sol para ser testigo del encuentro con Jesucristo resucitado, un paso al que custodió la cofradía del Santo Sepulcro –junto a reservistas de la Agrupación de Veteranos Paracaidistas de Asturias Agrupac-Astur– desde su salida en la Basílica del Sagrado Corazón, conocida como la Iglesiona.
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Gijón despidió esta mañana su semana más Santa con la tradicional procesión del Domingo de Resurrección en que la Virgen María se reencuentra con su hijo resucitado. Un encuentro que congregó en el paseo del muro a cientos de feligreses y que arroparon a las tres cofradías de la ciudad. El tiempo respetó el cierre de la Semana Santa que el día anterior, por la lluvia, privó a los más devotos procesionar por las calles de Cimavilla. Esta mañana, a pesar del viento, se vivió un día más soleado, en especial en el tramo final donde las ráfagas de aire fueron de menor intensidad. Justo cuando la cofradía de la Santa Misericordia transportaba el paso de la Virgen de la Soledad, escoltada por las manolas de mantilla blanca, salió el sol para ser testigo del encuentro con Jesucristo resucitado, un paso al que custodió la cofradía del Santo Sepulcro –junto a reservistas de la Agrupación de Veteranos Paracaidistas de Asturias Agrupac-Astur– desde su salida en la Basílica del Sagrado Corazón, conocida como la Iglesiona.
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Gijón despidió esta mañana su semana más Santa con la tradicional procesión del Domingo de Resurrección en que la Virgen María se reencuentra con su hijo resucitado. Un encuentro que congregó en el paseo del muro a cientos de feligreses y que arroparon a las tres cofradías de la ciudad. El tiempo respetó el cierre de la Semana Santa que el día anterior, por la lluvia, privó a los más devotos procesionar por las calles de Cimavilla. Esta mañana, a pesar del viento, se vivió un día más soleado, en especial en el tramo final donde las ráfagas de aire fueron de menor intensidad. Justo cuando la cofradía de la Santa Misericordia transportaba el paso de la Virgen de la Soledad, escoltada por las manolas de mantilla blanca, salió el sol para ser testigo del encuentro con Jesucristo resucitado, un paso al que custodió la cofradía del Santo Sepulcro –junto a reservistas de la Agrupación de Veteranos Paracaidistas de Asturias Agrupac-Astur– desde su salida en la Basílica del Sagrado Corazón, conocida como la Iglesiona.
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Gijón despidió esta mañana su semana más Santa con la tradicional procesión del Domingo de Resurrección en que la Virgen María se reencuentra con su hijo resucitado. Un encuentro que congregó en el paseo del muro a cientos de feligreses y que arroparon a las tres cofradías de la ciudad. El tiempo respetó el cierre de la Semana Santa que el día anterior, por la lluvia, privó a los más devotos procesionar por las calles de Cimavilla. Esta mañana, a pesar del viento, se vivió un día más soleado, en especial en el tramo final donde las ráfagas de aire fueron de menor intensidad. Justo cuando la cofradía de la Santa Misericordia transportaba el paso de la Virgen de la Soledad, escoltada por las manolas de mantilla blanca, salió el sol para ser testigo del encuentro con Jesucristo resucitado, un paso al que custodió la cofradía del Santo Sepulcro –junto a reservistas de la Agrupación de Veteranos Paracaidistas de Asturias Agrupac-Astur– desde su salida en la Basílica del Sagrado Corazón, conocida como la Iglesiona.
Ángel González
Gijón despidió esta mañana su semana más Santa con la tradicional procesión del Domingo de Resurrección en que la Virgen María se reencuentra con su hijo resucitado. Un encuentro que congregó en el paseo del muro a cientos de feligreses y que arroparon a las tres cofradías de la ciudad. El tiempo respetó el cierre de la Semana Santa que el día anterior, por la lluvia, privó a los más devotos procesionar por las calles de Cimavilla. Esta mañana, a pesar del viento, se vivió un día más soleado, en especial en el tramo final donde las ráfagas de aire fueron de menor intensidad. Justo cuando la cofradía de la Santa Misericordia transportaba el paso de la Virgen de la Soledad, escoltada por las manolas de mantilla blanca, salió el sol para ser testigo del encuentro con Jesucristo resucitado, un paso al que custodió la cofradía del Santo Sepulcro –junto a reservistas de la Agrupación de Veteranos Paracaidistas de Asturias Agrupac-Astur– desde su salida en la Basílica del Sagrado Corazón, conocida como la Iglesiona.
Ángel González
Gijón despidió esta mañana su semana más Santa con la tradicional procesión del Domingo de Resurrección en que la Virgen María se reencuentra con su hijo resucitado. Un encuentro que congregó en el paseo del muro a cientos de feligreses y que arroparon a las tres cofradías de la ciudad. El tiempo respetó el cierre de la Semana Santa que el día anterior, por la lluvia, privó a los más devotos procesionar por las calles de Cimavilla. Esta mañana, a pesar del viento, se vivió un día más soleado, en especial en el tramo final donde las ráfagas de aire fueron de menor intensidad. Justo cuando la cofradía de la Santa Misericordia transportaba el paso de la Virgen de la Soledad, escoltada por las manolas de mantilla blanca, salió el sol para ser testigo del encuentro con Jesucristo resucitado, un paso al que custodió la cofradía del Santo Sepulcro –junto a reservistas de la Agrupación de Veteranos Paracaidistas de Asturias Agrupac-Astur– desde su salida en la Basílica del Sagrado Corazón, conocida como la Iglesiona.
Ángel González
Gijón despidió esta mañana su semana más Santa con la tradicional procesión del Domingo de Resurrección en que la Virgen María se reencuentra con su hijo resucitado. Un encuentro que congregó en el paseo del muro a cientos de feligreses y que arroparon a las tres cofradías de la ciudad. El tiempo respetó el cierre de la Semana Santa que el día anterior, por la lluvia, privó a los más devotos procesionar por las calles de Cimavilla. Esta mañana, a pesar del viento, se vivió un día más soleado, en especial en el tramo final donde las ráfagas de aire fueron de menor intensidad. Justo cuando la cofradía de la Santa Misericordia transportaba el paso de la Virgen de la Soledad, escoltada por las manolas de mantilla blanca, salió el sol para ser testigo del encuentro con Jesucristo resucitado, un paso al que custodió la cofradía del Santo Sepulcro –junto a reservistas de la Agrupación de Veteranos Paracaidistas de Asturias Agrupac-Astur– desde su salida en la Basílica del Sagrado Corazón, conocida como la Iglesiona.
Ángel González
Gijón despidió esta mañana su semana más Santa con la tradicional procesión del Domingo de Resurrección en que la Virgen María se reencuentra con su hijo resucitado. Un encuentro que congregó en el paseo del muro a cientos de feligreses y que arroparon a las tres cofradías de la ciudad. El tiempo respetó el cierre de la Semana Santa que el día anterior, por la lluvia, privó a los más devotos procesionar por las calles de Cimavilla. Esta mañana, a pesar del viento, se vivió un día más soleado, en especial en el tramo final donde las ráfagas de aire fueron de menor intensidad. Justo cuando la cofradía de la Santa Misericordia transportaba el paso de la Virgen de la Soledad, escoltada por las manolas de mantilla blanca, salió el sol para ser testigo del encuentro con Jesucristo resucitado, un paso al que custodió la cofradía del Santo Sepulcro –junto a reservistas de la Agrupación de Veteranos Paracaidistas de Asturias Agrupac-Astur– desde su salida en la Basílica del Sagrado Corazón, conocida como la Iglesiona.
Ángel González
Gijón despidió esta mañana su semana más Santa con la tradicional procesión del Domingo de Resurrección en que la Virgen María se reencuentra con su hijo resucitado. Un encuentro que congregó en el paseo del muro a cientos de feligreses y que arroparon a las tres cofradías de la ciudad. El tiempo respetó el cierre de la Semana Santa que el día anterior, por la lluvia, privó a los más devotos procesionar por las calles de Cimavilla. Esta mañana, a pesar del viento, se vivió un día más soleado, en especial en el tramo final donde las ráfagas de aire fueron de menor intensidad. Justo cuando la cofradía de la Santa Misericordia transportaba el paso de la Virgen de la Soledad, escoltada por las manolas de mantilla blanca, salió el sol para ser testigo del encuentro con Jesucristo resucitado, un paso al que custodió la cofradía del Santo Sepulcro –junto a reservistas de la Agrupación de Veteranos Paracaidistas de Asturias Agrupac-Astur– desde su salida en la Basílica del Sagrado Corazón, conocida como la Iglesiona.
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Gijón despidió esta mañana su semana más Santa con la tradicional procesión del Domingo de Resurrección en que la Virgen María se reencuentra con su hijo resucitado. Un encuentro que congregó en el paseo del muro a cientos de feligreses y que arroparon a las tres cofradías de la ciudad. El tiempo respetó el cierre de la Semana Santa que el día anterior, por la lluvia, privó a los más devotos procesionar por las calles de Cimavilla. Esta mañana, a pesar del viento, se vivió un día más soleado, en especial en el tramo final donde las ráfagas de aire fueron de menor intensidad. Justo cuando la cofradía de la Santa Misericordia transportaba el paso de la Virgen de la Soledad, escoltada por las manolas de mantilla blanca, salió el sol para ser testigo del encuentro con Jesucristo resucitado, un paso al que custodió la cofradía del Santo Sepulcro –junto a reservistas de la Agrupación de Veteranos Paracaidistas de Asturias Agrupac-Astur– desde su salida en la Basílica del Sagrado Corazón, conocida como la Iglesiona.
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Gijón despidió esta mañana su semana más Santa con la tradicional procesión del Domingo de Resurrección en que la Virgen María se reencuentra con su hijo resucitado. Un encuentro que congregó en el paseo del muro a cientos de feligreses y que arroparon a las tres cofradías de la ciudad. El tiempo respetó el cierre de la Semana Santa que el día anterior, por la lluvia, privó a los más devotos procesionar por las calles de Cimavilla. Esta mañana, a pesar del viento, se vivió un día más soleado, en especial en el tramo final donde las ráfagas de aire fueron de menor intensidad. Justo cuando la cofradía de la Santa Misericordia transportaba el paso de la Virgen de la Soledad, escoltada por las manolas de mantilla blanca, salió el sol para ser testigo del encuentro con Jesucristo resucitado, un paso al que custodió la cofradía del Santo Sepulcro –junto a reservistas de la Agrupación de Veteranos Paracaidistas de Asturias Agrupac-Astur– desde su salida en la Basílica del Sagrado Corazón, conocida como la Iglesiona.
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Gijón despidió esta mañana su semana más Santa con la tradicional procesión del Domingo de Resurrección en que la Virgen María se reencuentra con su hijo resucitado. Un encuentro que congregó en el paseo del muro a cientos de feligreses y que arroparon a las tres cofradías de la ciudad. El tiempo respetó el cierre de la Semana Santa que el día anterior, por la lluvia, privó a los más devotos procesionar por las calles de Cimavilla. Esta mañana, a pesar del viento, se vivió un día más soleado, en especial en el tramo final donde las ráfagas de aire fueron de menor intensidad. Justo cuando la cofradía de la Santa Misericordia transportaba el paso de la Virgen de la Soledad, escoltada por las manolas de mantilla blanca, salió el sol para ser testigo del encuentro con Jesucristo resucitado, un paso al que custodió la cofradía del Santo Sepulcro –junto a reservistas de la Agrupación de Veteranos Paracaidistas de Asturias Agrupac-Astur– desde su salida en la Basílica del Sagrado Corazón, conocida como la Iglesiona.
Ángel González
Gijón despidió esta mañana su semana más Santa con la tradicional procesión del Domingo de Resurrección en que la Virgen María se reencuentra con su hijo resucitado. Un encuentro que congregó en el paseo del muro a cientos de feligreses y que arroparon a las tres cofradías de la ciudad. El tiempo respetó el cierre de la Semana Santa que el día anterior, por la lluvia, privó a los más devotos procesionar por las calles de Cimavilla. Esta mañana, a pesar del viento, se vivió un día más soleado, en especial en el tramo final donde las ráfagas de aire fueron de menor intensidad. Justo cuando la cofradía de la Santa Misericordia transportaba el paso de la Virgen de la Soledad, escoltada por las manolas de mantilla blanca, salió el sol para ser testigo del encuentro con Jesucristo resucitado, un paso al que custodió la cofradía del Santo Sepulcro –junto a reservistas de la Agrupación de Veteranos Paracaidistas de Asturias Agrupac-Astur– desde su salida en la Basílica del Sagrado Corazón, conocida como la Iglesiona.
Ángel González
Gijón despidió esta mañana su semana más Santa con la tradicional procesión del Domingo de Resurrección en que la Virgen María se reencuentra con su hijo resucitado. Un encuentro que congregó en el paseo del muro a cientos de feligreses y que arroparon a las tres cofradías de la ciudad. El tiempo respetó el cierre de la Semana Santa que el día anterior, por la lluvia, privó a los más devotos procesionar por las calles de Cimavilla. Esta mañana, a pesar del viento, se vivió un día más soleado, en especial en el tramo final donde las ráfagas de aire fueron de menor intensidad. Justo cuando la cofradía de la Santa Misericordia transportaba el paso de la Virgen de la Soledad, escoltada por las manolas de mantilla blanca, salió el sol para ser testigo del encuentro con Jesucristo resucitado, un paso al que custodió la cofradía del Santo Sepulcro –junto a reservistas de la Agrupación de Veteranos Paracaidistas de Asturias Agrupac-Astur– desde su salida en la Basílica del Sagrado Corazón, conocida como la Iglesiona.
Ángel González
Gijón despidió esta mañana su semana más Santa con la tradicional procesión del Domingo de Resurrección en que la Virgen María se reencuentra con su hijo resucitado. Un encuentro que congregó en el paseo del muro a cientos de feligreses y que arroparon a las tres cofradías de la ciudad. El tiempo respetó el cierre de la Semana Santa que el día anterior, por la lluvia, privó a los más devotos procesionar por las calles de Cimavilla. Esta mañana, a pesar del viento, se vivió un día más soleado, en especial en el tramo final donde las ráfagas de aire fueron de menor intensidad. Justo cuando la cofradía de la Santa Misericordia transportaba el paso de la Virgen de la Soledad, escoltada por las manolas de mantilla blanca, salió el sol para ser testigo del encuentro con Jesucristo resucitado, un paso al que custodió la cofradía del Santo Sepulcro –junto a reservistas de la Agrupación de Veteranos Paracaidistas de Asturias Agrupac-Astur– desde su salida en la Basílica del Sagrado Corazón, conocida como la Iglesiona.
Ángel González
Gijón despidió esta mañana su semana más Santa con la tradicional procesión del Domingo de Resurrección en que la Virgen María se reencuentra con su hijo resucitado. Un encuentro que congregó en el paseo del muro a cientos de feligreses y que arroparon a las tres cofradías de la ciudad. El tiempo respetó el cierre de la Semana Santa que el día anterior, por la lluvia, privó a los más devotos procesionar por las calles de Cimavilla. Esta mañana, a pesar del viento, se vivió un día más soleado, en especial en el tramo final donde las ráfagas de aire fueron de menor intensidad. Justo cuando la cofradía de la Santa Misericordia transportaba el paso de la Virgen de la Soledad, escoltada por las manolas de mantilla blanca, salió el sol para ser testigo del encuentro con Jesucristo resucitado, un paso al que custodió la cofradía del Santo Sepulcro –junto a reservistas de la Agrupación de Veteranos Paracaidistas de Asturias Agrupac-Astur– desde su salida en la Basílica del Sagrado Corazón, conocida como la Iglesiona.
Ángel González
Gijón despidió esta mañana su semana más Santa con la tradicional procesión del Domingo de Resurrección en que la Virgen María se reencuentra con su hijo resucitado. Un encuentro que congregó en el paseo del muro a cientos de feligreses y que arroparon a las tres cofradías de la ciudad. El tiempo respetó el cierre de la Semana Santa que el día anterior, por la lluvia, privó a los más devotos procesionar por las calles de Cimavilla. Esta mañana, a pesar del viento, se vivió un día más soleado, en especial en el tramo final donde las ráfagas de aire fueron de menor intensidad. Justo cuando la cofradía de la Santa Misericordia transportaba el paso de la Virgen de la Soledad, escoltada por las manolas de mantilla blanca, salió el sol para ser testigo del encuentro con Jesucristo resucitado, un paso al que custodió la cofradía del Santo Sepulcro –junto a reservistas de la Agrupación de Veteranos Paracaidistas de Asturias Agrupac-Astur– desde su salida en la Basílica del Sagrado Corazón, conocida como la Iglesiona.
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