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Irma Collín
Ver galería >Al entrar en la casa del ingeniero industrial Omar Suárez (Oviedo, 1973) dan ganas de quitarse los zapatos. Y no sólo por higiene, sino por el agradable calor que emite el suelo. Esa es una de las ventajas de esta casa de dos plantas en Villamejil, en la falda del Naranco, con la que Omar cumplió con creces su sueño de niño: “Cuando tenía 12 ó 13 año cayó en mis manos en libro de mi padre ‘La casa solar’, de Donald Watson, que básicamente describía el concepto de ‘Passive House’. Entonces pensé que mi futuro era encontrar la forma de que una casa solar funcionara en un lugar nublado como Asturias”.
Al entrar en la casa del ingeniero industrial Omar Suárez (Oviedo, 1973) dan ganas de quitarse los zapatos. Y no sólo por higiene, sino por el agradable calor que emite el suelo. Esa es una de las ventajas de esta casa de dos plantas en Villamejil, en la falda del Naranco, con la que Omar cumplió con creces su sueño de niño: “Cuando tenía 12 ó 13 año cayó en mis manos en libro de mi padre ‘La casa solar’, de Donald Watson, que básicamente describía el concepto de ‘Passive House’. Entonces pensé que mi futuro era encontrar la forma de que una casa solar funcionara en un lugar nublado como Asturias”.
Al entrar en la casa del ingeniero industrial Omar Suárez (Oviedo, 1973) dan ganas de quitarse los zapatos. Y no sólo por higiene, sino por el agradable calor que emite el suelo. Esa es una de las ventajas de esta casa de dos plantas en Villamejil, en la falda del Naranco, con la que Omar cumplió con creces su sueño de niño: “Cuando tenía 12 ó 13 año cayó en mis manos en libro de mi padre ‘La casa solar’, de Donald Watson, que básicamente describía el concepto de ‘Passive House’. Entonces pensé que mi futuro era encontrar la forma de que una casa solar funcionara en un lugar nublado como Asturias”.
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