«Arriesgamos con el tiempo, acertamos y, aunque estamos encantados, el covid todavía nos debe dos noches mágicas». Graciela Meléndez es una joven gijonesa que por cuestiones laborales lleva unos años viviendo en Oviedo, a escasos metros del parque del Campillín. Amante confesa del verano y «todo lo relacionado con el fuego», tras muchas dudas por miedo a ser víctima de un chaparrón, a las 23.30 horas quedó con unos amigos para salir a disfrutar de una hoguera que este año estrenaba escenario. Aunque apenas una hora antes el parque parecía un erial, al fina, la tregua de la lluvia animó a cientos de personas a recibir el verano alrededor del fuego.
La tregua de la lluvia permite una hoguera masiva en el Campillín
Irma Collín
«Arriesgamos con el tiempo, acertamos y, aunque estamos encantados, el covid todavía nos debe dos noches mágicas». Graciela Meléndez es una joven gijonesa que por cuestiones laborales lleva unos años viviendo en Oviedo, a escasos metros del parque del Campillín. Amante confesa del verano y «todo lo relacionado con el fuego», tras muchas dudas por miedo a ser víctima de un chaparrón, a las 23.30 horas quedó con unos amigos para salir a disfrutar de una hoguera que este año estrenaba escenario. Aunque apenas una hora antes el parque parecía un erial, al fina, la tregua de la lluvia animó a cientos de personas a recibir el verano alrededor del fuego.
La tregua de la lluvia permite una hoguera masiva en el Campillín
Irma Collín
«Arriesgamos con el tiempo, acertamos y, aunque estamos encantados, el covid todavía nos debe dos noches mágicas». Graciela Meléndez es una joven gijonesa que por cuestiones laborales lleva unos años viviendo en Oviedo, a escasos metros del parque del Campillín. Amante confesa del verano y «todo lo relacionado con el fuego», tras muchas dudas por miedo a ser víctima de un chaparrón, a las 23.30 horas quedó con unos amigos para salir a disfrutar de una hoguera que este año estrenaba escenario. Aunque apenas una hora antes el parque parecía un erial, al fina, la tregua de la lluvia animó a cientos de personas a recibir el verano alrededor del fuego.
La tregua de la lluvia permite una hoguera masiva en el Campillín
Irma Collín
«Arriesgamos con el tiempo, acertamos y, aunque estamos encantados, el covid todavía nos debe dos noches mágicas». Graciela Meléndez es una joven gijonesa que por cuestiones laborales lleva unos años viviendo en Oviedo, a escasos metros del parque del Campillín. Amante confesa del verano y «todo lo relacionado con el fuego», tras muchas dudas por miedo a ser víctima de un chaparrón, a las 23.30 horas quedó con unos amigos para salir a disfrutar de una hoguera que este año estrenaba escenario. Aunque apenas una hora antes el parque parecía un erial, al fina, la tregua de la lluvia animó a cientos de personas a recibir el verano alrededor del fuego.
La tregua de la lluvia permite una hoguera masiva en el Campillín
Irma Collín
«Arriesgamos con el tiempo, acertamos y, aunque estamos encantados, el covid todavía nos debe dos noches mágicas». Graciela Meléndez es una joven gijonesa que por cuestiones laborales lleva unos años viviendo en Oviedo, a escasos metros del parque del Campillín. Amante confesa del verano y «todo lo relacionado con el fuego», tras muchas dudas por miedo a ser víctima de un chaparrón, a las 23.30 horas quedó con unos amigos para salir a disfrutar de una hoguera que este año estrenaba escenario. Aunque apenas una hora antes el parque parecía un erial, al fina, la tregua de la lluvia animó a cientos de personas a recibir el verano alrededor del fuego.
La tregua de la lluvia permite una hoguera masiva en el Campillín
Irma Collín
«Arriesgamos con el tiempo, acertamos y, aunque estamos encantados, el covid todavía nos debe dos noches mágicas». Graciela Meléndez es una joven gijonesa que por cuestiones laborales lleva unos años viviendo en Oviedo, a escasos metros del parque del Campillín. Amante confesa del verano y «todo lo relacionado con el fuego», tras muchas dudas por miedo a ser víctima de un chaparrón, a las 23.30 horas quedó con unos amigos para salir a disfrutar de una hoguera que este año estrenaba escenario. Aunque apenas una hora antes el parque parecía un erial, al fina, la tregua de la lluvia animó a cientos de personas a recibir el verano alrededor del fuego.
«Arriesgamos con el tiempo, acertamos y, aunque estamos encantados, el covid todavía nos debe dos noches mágicas». Graciela Meléndez es una joven gijonesa que por cuestiones laborales lleva unos años viviendo en Oviedo, a escasos metros del parque del Campillín. Amante confesa del verano y «todo lo relacionado con el fuego», tras muchas dudas por miedo a ser víctima de un chaparrón, a las 23.30 horas quedó con unos amigos para salir a disfrutar de una hoguera que este año estrenaba escenario. Aunque apenas una hora antes el parque parecía un erial, al fina, la tregua de la lluvia animó a cientos de personas a recibir el verano alrededor del fuego.