Abotonado y con fular, Marc Anthony salió al escenario del Tartiere pasadas las diez de la noche haciendo juego con una noche de verano destemplada y dispuesto a calentarla hasta donde solo lo puede hacer la música latina, la salsa, el ritmo caliente. Dos horas después, el público, más de 15.000 personas, estaban entregados, bailados y exultantes tras haber coreado y bailado algunos de los clásicos del "rey": del "Valió la pena", con el que abrió, al entusiasta "Vivir mi vida", con el que se despidió.