"Esto no es un festival, es un parque". Carlos Bauman, promotor del Kuivi, consiguió el año pasado el milagro del verano en Oviedo cuando hizo brotar de la parcela abandonada del derruido instituto de San Lázaro un gran chiringuito urbano que durante dos meses fue la playa de la ciudad: conciertos, tertulia, barra.
Así se prepara el espacio Kuivi que arranca mañana en el antiguo HUCA
Luisma Murias
"Esto no es un festival, es un parque". Carlos Bauman, promotor del Kuivi, consiguió el año pasado el milagro del verano en Oviedo cuando hizo brotar de la parcela abandonada del derruido instituto de San Lázaro un gran chiringuito urbano que durante dos meses fue la playa de la ciudad: conciertos, tertulia, barra.
Así se prepara el espacio Kuivi que arranca mañana en el antiguo HUCA
Luisma Murias
"Esto no es un festival, es un parque". Carlos Bauman, promotor del Kuivi, consiguió el año pasado el milagro del verano en Oviedo cuando hizo brotar de la parcela abandonada del derruido instituto de San Lázaro un gran chiringuito urbano que durante dos meses fue la playa de la ciudad: conciertos, tertulia, barra.
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"Esto no es un festival, es un parque". Carlos Bauman, promotor del Kuivi, consiguió el año pasado el milagro del verano en Oviedo cuando hizo brotar de la parcela abandonada del derruido instituto de San Lázaro un gran chiringuito urbano que durante dos meses fue la playa de la ciudad: conciertos, tertulia, barra.
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"Esto no es un festival, es un parque". Carlos Bauman, promotor del Kuivi, consiguió el año pasado el milagro del verano en Oviedo cuando hizo brotar de la parcela abandonada del derruido instituto de San Lázaro un gran chiringuito urbano que durante dos meses fue la playa de la ciudad: conciertos, tertulia, barra.
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"Esto no es un festival, es un parque". Carlos Bauman, promotor del Kuivi, consiguió el año pasado el milagro del verano en Oviedo cuando hizo brotar de la parcela abandonada del derruido instituto de San Lázaro un gran chiringuito urbano que durante dos meses fue la playa de la ciudad: conciertos, tertulia, barra.
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Luisma Murias
"Esto no es un festival, es un parque". Carlos Bauman, promotor del Kuivi, consiguió el año pasado el milagro del verano en Oviedo cuando hizo brotar de la parcela abandonada del derruido instituto de San Lázaro un gran chiringuito urbano que durante dos meses fue la playa de la ciudad: conciertos, tertulia, barra.
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"Esto no es un festival, es un parque". Carlos Bauman, promotor del Kuivi, consiguió el año pasado el milagro del verano en Oviedo cuando hizo brotar de la parcela abandonada del derruido instituto de San Lázaro un gran chiringuito urbano que durante dos meses fue la playa de la ciudad: conciertos, tertulia, barra.
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"Esto no es un festival, es un parque". Carlos Bauman, promotor del Kuivi, consiguió el año pasado el milagro del verano en Oviedo cuando hizo brotar de la parcela abandonada del derruido instituto de San Lázaro un gran chiringuito urbano que durante dos meses fue la playa de la ciudad: conciertos, tertulia, barra.
"Esto no es un festival, es un parque". Carlos Bauman, promotor del Kuivi, consiguió el año pasado el milagro del verano en Oviedo cuando hizo brotar de la parcela abandonada del derruido instituto de San Lázaro un gran chiringuito urbano que durante dos meses fue la playa de la ciudad: conciertos, tertulia, barra.