El embajador de España ante la Santa Sede, Francisco Vázquez, tiene un peluquero de excepción a pocos metros de la Embajada, en la Antica Barberia Peppino, a la que acude a cortarse el pelo lo más granado de la sociedad romana. Peppino fue el peluquero del Rey, que acudía de niño, pero también del cineasta Federico Fellini y de Marcelo Mastroiani, el protagonista de «La dolce vita».

En la Antica Barberia Peppino encontróVázquez el mejor peluquero y un conversador a su medida, Piero Migliacci, un calabrés alto, tenaz y extrovertido que ahora se encarga del negocio, todo lo contrario que el fundador del establecimiento, Peppino Ricciardi, un siciliano de ojos azules, parco de gestos y de palabra, con fama de saber administrar sus silencios con la clientela.

«Hablamos de política, de Zapatero, de la Iglesia, de esta bella ciudad; un poco de todo. Cambiamos impresiones sobre la situación internacional y sobre la vida romana», explicó Migliacci, y aseguró que el italiano del embajador es bastante bueno.

Entre la clientela de este vetusto establecimiento figuran conocidos abogados, periodistas e industriales italianos. También políticos de todo signo. «Entre nuestros clientes está lo mejor de Roma, la nobleza romana, presidentes de importantes empresas y muchos diplomáticos», informó Piero.