El que fuera primer ministro del Reino Unido, el laborista Tony Blair, sopesó seriamente en 2002 dejar el cargo tres años más tarde y no presentarse a un tercer mandato tras ser inspirado por el anuncio del presidente del Gobierno español, José María Aznar, buen amigo de Blair, de que abandonaría la Presidencia tras su segundo mandato. Lo cuenta en su libro de memorias la esposa de Blair, Cherie, que fue precisamente quien convenció a su marido para que siguiera en el poder y no dejara vía libre a Gordon Brown, su actual sucesor y el torpedeador oficial del laborismo.

Cuando Aznar anunció que no se presentaría a una segunda reelección, Tony Blair quiso seguir su ejemplo. En 2002 el laborista estaba en plena crisis de popularidad, con enemigos en el bando conservador, pero, sobre todo, en el suyo. Con el fantasma de la guerra de Irak sobre sus hombros, Blair, cuenta su esposa, Cherie, en el libro, estaba obsesionado con la idea de pasar a la historia como un mal presidente. Otro libro de memorias, el del asesor de comunicación de Blair Alastair Campbell, asegura que fue él mismo quien le quitó de la cabeza el temor a convertirse en un «pato cojo» para los británicos. Siguió, ganó las elecciones en 2005 y abandonó el cargo dos años más tarde.