Jim Thompson, el ex agente de la CIA que revolucionó la industria de la seda en Tailandia, cobra actualidad con una exposición en Bangkok sobre sus vivencias desde la tumultuosa etapa de la posguerra hasta que desapareció misteriosamente en Malasia. La muestra hace un recorrido cronológico a través de recortes de artículos de periódicos, fotografías e imágenes de televisión entre 1946 y 1968, el año en que fue dado por muerto en un caso todavía por resolver.

Sin saber casi nada del país y no hablar una palabra del idioma, el estadounidense llegó a Bangkok justo después de la II Guerra Mundial para ocuparse de la nueva oficina de la CIA en la capital del entonces Reino de Siam. Thompson cambió el espionaje por los negocios a los dos años y se fijó en la seda, que por aquella época era un producto artesanal caro, laborioso y pasado de moda. Thompson modernizó el proceso con tintes naturales y elevó la calidad de la tela hasta convertirse en multimillonario y el amo del sector. Thompson elaboró una seda fina, lisa y más suave al tacto que la que habitualmente tejen las ancianas en el campo.