J. C. GEA

El legado documental de Gaspar Melchor de Jovellanos está a partir de hoy más cerca de lo que nunca ha estado de los estudiosos, aficionados y lectores curiosos en general. La «Ifigenia» de Jovellanos -o, por mejor decir, la traducción jovellanista de la tragedia de Racine hallada recientemente en la Biblioteca Emilianense del Monasterio de Yuso, en San Millán de la Cogolla- se encuentra desde la medianoche de ayer plenamente accesible en la página web del Instituto Feijoo de Estudios del Siglo XVIII (www.ifesxviii.es), en un revolucionario formato que permite acceder, con total fidelidad, a una reproducción infográfica del texto en la que es incluso posible pasar las páginas una a una, del mismo modo que se haría con un libro real.

Pero la esperada disponibilidad del fundacional texto jovellanista es sólo la primera muestra de un proyecto mucho más vasto y ambicioso, que marca un antes y un después en los estudios en torno al polígrafo gijonés: la localización y digitalización de la documentación jovellanista en archivos públicos y privados, que financia el Vicerrectorado de Investigación y Relaciones con la Empresa de la Universidad de Oviedo con cargo a su programa de ayudas 2007, y que llevará a cabo un equipo formado por los investigadores Álvaro Ruiz de la Peña, Inmaculada Urzainqui, Elena de Lorenzo y Joaquín Ocampo, del IFES XVIII.

El objetivo de este proyecto es garantizar la conservación y difusión de estos documentos, que se han ido reuniendo a lo largo del proceso de edición de las Obras Completas, que edita el Ayuntamiento de Gijón. El uso de internet como plataforma permitirá constituir un fondo unificado plenamente accesible que se convierta en referencia de cualquier investigador dieciochista.

La digitalización solventa, además, el inveterado y difícilmente resoluble conflicto entre los ámbitos público y privado de documentación histórica cuya propiedad es privada pero mantiene un indudable interés público. De este modo, sin interferir en la propiedad del documento, la Universidad se convierte en garante de la conservación de este fondo documental. Diversos particulares, con los que se ha contactado ya, han puesto a disposición del IFES XVIII los fondos de sus archivos, y los contactos proseguirán en un futuro inmediato.

Los expertos consideran que la edición facsimilar virtual supone la más fidedigna y efectiva forma de conservación, transmisión y difusión de la información. De una parte, se evitan problemas de transcripción que requerirían de una lenta labor crítica para depurarse. De otra, su carácter virtual supera con creces las posibilidades de difusión de los facsímiles impresos, y elimina el problema del deterioro, inasumible cuando se plantea un número de consultas como el que permitirá este proyecto, accesible desde cualquier ordenador del planeta.

Según valora el equipo de investigadores, en cierto modo, este paso de lo facsimilar impreso a lo facsimilar virtual significa el paso del siglo XIX al XXI, sobremanera cuando la edición permite al lector acceder, como en este caso, no ya a la imagen bidimensional de las páginas, sino a un acabado simulacro del objeto libro. «Hemos intentado mantener el acercamiento convencional al manuscrito, simulando la lectura de un códice virtual, al reproducir cubierta, guardas y páginas de respeto y presentarlas en pantalla a modo de libro abierto, pero dotándolo de un zoom para acercar la imagen y mejorar su legibilidad», señalan fuentes del proyecto.