Me imagino que aún habrá quien crea que internet está aquí para liquidar la cultura de la letra impresa y todo lo que en ella ciframos, a menudo no sin beatería: la herencia humanista, el placer de la lectura, la capacidad de leer el mundo tal como leemos el texto... Yo invito a cualquiera que siga padeciendo tales aprensiones a que entre en la página del Instituto Feijoo de Estudios del Siglo XVIII y busque el enlace que le lleva al manuscrito virtual de la «Ifigenia» de Racine, traducida por Jovellanos, que el IFES acaba de colgar en la red como inicio de un revolucionario proyecto (www. ifesxviii.es). Pasar página con el índice virtual y detenerse en la letra de Jovellanos, la reproducción del papel venerable y macerado en años, los detalles ajados del volumen es mucho más de lo que cualquier lego podría esperar. Es realidad de segundo grado, no hay duda, pero el placer -si se prescinde del tacto y del olfato- es real.