R. VALLE

María José Ramos, consejera de Presidencia, Justicia e Igualdad del Principado de Asturias, asegura que ni quiere ni debe hablar sobre las vidas de las mujeres de la Casa Malva. Para ellas, como para las trabajadoras de este Centro Integral de Atención a Víctimas de Violencia de Género, en Montevil, pide y concede respeto. Pero de lo que sí quiere hablar, y bien alto, es de la polémica política que se ha desarrollado a partir de las denuncias de usuarias sobre irregularidades en su funcionamiento interno. Ramos acusa al PP de jugar sucio, y directamente a Pilar Fernández Pardo, de haber roto el consenso que existía en Asturias en esta materia.

-Pilar Fernández Pardo dijo en el Senado que a las inquilinas de la Casa Malva se les obliga a limpiar el centro, a hacer la comida, que se las vigila con cámaras de seguridad...

-No es verdad. No es cierto. Las mujeres limpian sus apartamentos y para las dependencias del centro hay contratada una empresa de limpieza. En cuanto a la comida, las mujeres decidieron, porque a eso estaban acostumbradas en la otra casa, hacerlo de manera rotatoria. Todo falso, de toda falsedad.

-¿Y las cámaras de seguridad?

-En este tema alguien se ha dado cuenta de que estaba metiendo la pata, porque nuestra referencia es la casa municipal de acogida de Oviedo. Esa casa fue de las primeras en utilizar cámaras como medida de seguridad, y tengo que decirlo, porque, si no, es para reventar en esta historia, a través de una subvención del Instituto Asturiano de la Mujer y en dos ocasiones. Lo que hacemos en la Casa Malva es, estamos hablando ya de 2007, colocar un dispositivo mucho mejor. Pero las cámaras están en el recinto exterior, en los espacios comunes, en zonas donde pueda haber algún problema..., nunca en la intimidad de los apartamentos. ¿Qué se cree que es una casa de acogida?

-¿Cuáles son esas normas de la Casa Malva que han generado tantos problemas de convivencia?

-Las normas de la Casa Malva son las mismas que las de Oviedo, de Avilés... No ha cambiado nada, porque no hubo ni tiempo. Al entrar se propuso hacer un proyecto de intervención nuevo que está previsto poner en marcha a principios de 2008, pero en la actualidad son las mismas normas de toda la red de casas de acogida. Normas tiene que haber, y decidir cuáles ha sido una pelea de años y años en la que seguimos, porque lo que sirve para una, no sirve para otra. Esto no es perfecto. No hay un manual. Si lo hubiera, no habría violencia de género. A partir de ahí... flexibilidad y ajustarse a las circunstancias de cada mujer. A lo mejor todos los días no se hace todo bien, porque, por muchas casas malvas que existan, la casas de acogida no son un paraíso. De esos somos conscientes.

-¿Entonces?

-Esto pasa a menudo. No es algo que haya pasado de manera distinta a lo que pasara en otras casas de acogida. Desde que arrancara la red, en el año 2002, han pasado dos mil mujeres con sus niños y niñas. ¿De verdad alguien piensa que no hubo problemas? Pero lo superamos desde el trabajo y el consenso. Nada se hizo público. La diferencia, en este caso, es que alguien denuncia a través de un medio de comunicación y que el Partido Popular lo usa.

-¿Cuál es el reproche al Partido Popular?

-En Asturias pactamos hace mucho tiempo que la violencia de género era un tema de Estado y así se trató siempre con todo el mundo, aunque hubiera diferencias en la manera de hacer. Este consenso en Asturias lo rompe, clarísimamente, Pilar Fernández Pardo. La política es muy digna y el juego político también, pero no el juego político sucio que se ha hecho en este asunto. Y cuando llega al Senado, la gota está colmando el vaso. En Pilar Fernández Pardo está la responsabilidad de lo que está pasando, y por ello digo que pesará sobre su conciencia si una sola mujer, al leer esto, no quiere entrar en una casa de acogida. Mi único interés es que las mujeres vean que si nos necesitan estamos ahí; que hay casas de acogida y recursos para que no se tengan que quedar con su agresor. Ésa es nuestra responsabilidad.

-¿Qué hizo la Administración al conocer la denuncia de las usuarias?

-Todo esto salta el 15 de agosto. Ese mismo día, la directora del Instituto Asturiano de la Mujer se sienta en la Casa Malva con las profesionales y atiende a las mujeres para saber qué está pasando. Dos días después, piden una reunión las concejalas y senadora del PP y se les dan todas las explicaciones. Se les dice que vamos a hacer un informe interno, una reunión con las parlamentarias, una convocatoria de la comisión de la Red de Casas de Acogida y otra del Consejo Asturiano de la Mujer. Todo eso está hecho, hemos trabajado, pero desde ese momento el PP no ha parado. A eso llamo yo juego sucio. Yo no quiero hablar de las mujeres, no debo, pero no debemos tirar por la borda un trabajo de tantos años, y yo no lo voy a hacer. Ante una denuncia, se habla con las mujeres, se ve qué pasa y se hacen los ajustes que sea necesarios. Se hace... y nada más. Esto no es un proyecto que se mida en metros o en hormigón. Aquí hablamos de gente: las mujeres que están en el centro y las que trabajan en él.

-Para estas trabajadoras ha tenido usted un recuerdo en un reciente artículo de opinión.

-Es muy duro ir todos los días ocho horas a atender a unas mujeres que cada una es un mundo. Éste es uno de los servicios que tienen más cambios, porque mucha gente no lo resiste. Gijón tuvo la primera casa de acogida de Asturias y tuvimos un problema con la empresa que lo llevaba. Nos sentamos los grupos políticos y contratamos a Cruz Roja, con su equipo de profesionales. Al llegar, en 1999, al Gobierno de Asturias, lo primero que hago es proponer a Oviedo, Gijón y Avilés hacer una red de casas de acogida para que cualquier mujer de Asturias tuviera un lugar adonde ir, independientemente de su municipio, y en 2002 se firma. Desde entonces, la red funciona porque Cruz Roja es la encargada en Gijón, Oviedo y Avilés del equipo de profesionales. Ese compromiso se mantiene.

-¿Por qué la Casa Malva tiene tan pocas ocupantes?

-Empezaron cuatro mujeres, las que estaban en la casa de acogida de Gijón, y ahora hay doce mujeres y diez niños. Hasta primeros de año no podemos coger a las mujeres que están en la casa autonómica de acogida que hay en Oviedo. No se trata de llenar la Casa Malva trayendo aquí a nadie de ningún sitio.

-¿No cree que el despliegue en la presentación de la Casa Malva haya podido excitar el ánimo de la oposición?

-No lo hicimos con esa intención. Al contrario, lo hicimos de la mano de ellos. La Casa Malva es un proyecto compartido de mucha gente, y allí estaba el PP. Estamos orgullosas de tener un centro de estas características y de que se haya hecho de esta manera. ¿Por qué no estar orgullosas, después de tantos años de clandestinidad? Es difícil tener recursos públicos para estos temas, y la Casa Malva es un modelo pionero que puede exportarse. Eso lo hace novedoso y distinto, y por eso lo hemos querido enseñar. ¿Por qué no vamos a enseñarlo? Se ha conseguido que la sociedad entienda que la violencia de género no es un tema privado, es un tema de todo el mundo.

-¿La mujer debe denunciar para tener acceso a una casa de acogida de la red?

-Éste es un tema en el que hubo muchas diferencias. Nosotros decimos: primero, que la mujer venga, y luego lo analizamos. Sí pedimos, al menos, el compromiso de que a lo largo de todo el proceso se intente la separación del agresor. Además, todos los dispositivos sociales piden para acceder a ellos, porque la ley es así de dura, una denuncia. También hay mujeres que pueden utilizar el maltrato. De todo hay.

-¿Cómo se entra a una casa de acogida?

-Hay muchas maneras. Suele ser habitual entrar por los servicios sociales, pero también se puede entrar por un centro de salud, ya que los médicos tienen la obligación de cubrir un protocolo si detectan que esa mujer pude sufrir malos tratos, o por una asociación de mujeres, o por el 112... Y, además de las casas, hay otros recursos; en breve tendremos en Gijón un recurso que hay en Oviedo de atención a las mujeres que no van a las casas de acogida. Hay que tener en cuenta que al año hay 1.500 denuncias.

-¿Qué temas tiene entre manos en el apartado de Justicia?

-Quiero resaltar el Instituto de Medicina Legal y el Palacio de Justicia de Gijón. Para el instituto, que es un edificio importante en Oviedo, hay un compromiso con el Ministerio, que quedó en elaborar el proyecto. Estamos trabajando en él y próximamente lo pondremos encima de la mesa. El compromiso es que lo elaboraba el Ministerio de Justicia. En el Palacio de Justicia de Gijón es al revés. La finca de la Bohemia está, y también el consejero Valledor trabajó el modelo funcional con los profesionales. Y no hay nada más. Se pidió un estudio geotécnico para ver si era posible hacer más con la intención de que, de cara a unos años, el Palacio no se quedara pequeño. El estudio geotécnico dice que sí es posible. Esto es todo lo que hay, pero la operación no está hecha. Hay que saber cuánto cuesta lo de Bohemia, cuánto se puede sacar del palacio de Prendes Pando...

-Vamos, que falta el dinero para hacerlo.

-Nuestro compromiso es que seguimos adelante y que queremos realizar este proyecto, pero lo que está hecho es lo que digo. No tengo un euro encima de la mesa para esta operación. En la negociación del consejero Valledor había ocho millones que ya estaban distribuidos y donde no estaba este Palacio de Justicia de Gijón. Hay un compromiso y vamos a cumplirlo, pero que se sepa lo que hay.

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