D. ORIHUELA /

J. E. CIMA

David Viña, hijo de Dioni Viña, comentaba durante el velatorio del cuerpo de su padre en el tanatorio de Cabueñes que, con lo que le gustaban a Dioni los barullos y las aglomeraciones de gente, estaría encantado viendo los cientos de personas que acudieron al tanatorio. Ayer, Marina Viña abandonaba la iglesia de San Lorenzo tras el funeral por su padre abrazada a un ramo de flores. Alguien dijo, con todo el respeto del mundo, «está feliz», y lo cierto es que la cara de Marina Viña transmitía agradecimiento a todos aquellos que, en multitud, habían acudido a despedir al cronista playu.

La iglesia se quedó pequeña, pero también la acera exterior y la acera de enfrente y parte de la carretera. Por la parroquia de San Lorenzo pasó el Gijón de Dioni Viña. Políticos de todos los colores, deportistas de muchas disciplinas, empresarios, artistas, gentes de la cultura, representantes de multitud de entidades de Gijón. Todos refrendarían la frase de Pedro de Silva, escritor, abogado, gijonés y ex presidente del Principado. «Sólo voy a decir una frase: era el mejor», sentenció De Silva.