R. VALLE

«Que la Virgen de Begoña nos ilumine», pedía desde el altar el obispo auxiliar de Guayaquil (Ecuador), el zamorano de origen y asturiano de vida Anibal Nieto, encargado de presidir la misa de doce en la iglesia de Nuestra Señora de Begoña. Su petición se hizo realidad con el paso de las horas. La Virgen de Begoña cedió su luz al largo e intenso día grande de la semana grande de las fiestas de Gijón, al tiempo que prolongaba el resplandor de unos fuegos artificiales que recibieron el aplauso de centenares de miles de personas. «Han sido unos de los mejores fuegos de Gijón», aseguraba la alcaldesa, Paz Fernández Felgueroso, antes de entrar en misa. La regidora socialista, que destacó la tranquilidad de la noche festiva pese a la aglomeración de más de 700.000 personas en la ciudad y el acierto en el cambio de ubicación del lugar de disparo de los fuegos al cerro de Santa Catalina, que aumenta la visibilidad desde gran parte de la costa gijonesa, estuvo acompañada en la celebración religiosa del día de Begoña por sus concejales José Manuel Sariego, Pilar Pintos, Santiago Martínez y Begoña Huergo, que festejaba su santo. En un segundo plano se pudo ver, acompañado de su madre y sus hermanas, al ex concejal socialista Jesús Morales. Tampoco faltó a la cita religiosa la líder de la oposición, Pilar Fernández Pardo, a la que acompañaron casi la totalidad de los ediles que conforman el Grupo municipal Popular. En los bancos reservados para las autoridades estuvieron también representantes de la Policía Nacional, la Guardia Civil y la Comandancia de Marina.

El obispo carmelita Aníbal Nieto y el arcipreste de Gijón, Adolfo Mariño, compartieron con varios hermanos carmelitas el altar, en una celebración religiosa que despertaba a los gijoneses para una jornada de fiesta marcada por la danza prima, el restallón, el fútbol y la clausura de las tardes taurinas en El Bibio. A lo largo de la misa, en la que tuvieron un protagonismo especial los integrantes de la coral «Roberto Luna» y del grupo folclórico «Aires de Asturias», el reconocimiento del sentimiento asturiano dio paso a las peticiones en favor de los colectivos más desfavorecidos de la sociedad, a la exigencia del fin del terrorismo y a la reivindicación de la solidaridad con los inmigrantes. «Tenemos que llenar de nuevo de fondo a las personas, rearmarlas ante un mundo que mira exclusivamente a la tierra y se olvida de los valores que llegan de la tierra», indicó en su alocución el obispo auxiliar de Guayaquil.