J. M. CEINOS

«Estoy a favor del diálogo intercultural, pero diálogo no es alianza; ¿aliarnos con quién y para qué? Con países que no defiendan los derechos humanos creo que no cabe ninguna alianza», reflexionó Rosa María Rodríguez Magda (Valencia, 1957), autora de la obra «Inexistente Al Ándalus. De cómo los intelectuales reinventan el Islam», con la que ganó el premio de ensayo «Jovellanos» 2008, que recibió, ayer, en el Centro de Cultura Antiguo Instituto.

Catedrática de Filosofía y miembro del Consejo Valenciano de Cultura, Rodríguez Magda está especializada en pensamiento contemporáneo y dirige el Aula de Pensamiento de la Institución Alfons el Magnánim y la revista «Debats». Poco antes de recoger el premio, afirmó que «la defensa de los derechos humanos es una lucha en la que debemos encontrarnos todos, independientemente de los credos y de las nacionalidades».

En su ensayo «Inexistente Al Ándalus» reflexiona sobre la relación entre Occidente y el Islam y, en este sentido, sobre las consecuencias sociales y políticas de esa relación, que parece conflictiva. Por ello, afrontó su ensayo desde el punto de vista de que «me interesaba mucho saber qué visión tienen los intelectuales occidentales de Al Ándalus», ya que, señaló, «según como pensemos nuestra relación con nuestra propia historia, estaremos pertrechados también para pensar la relación» de Occidente con el Islam.

Una de sus conclusiones es que «tenemos una cierta relación vergonzante con nuestra historia, pero ningún pueblo debe sentirse culpable, dado que todas las trayectorias a lo largo de los siglos están plagadas de guerras, de injusticias... Por lo tanto, en la actualidad lo que se debe hacer no es crear un nuevo mito, crear un nuevo mito de Al Ándalus no sirve para solucionar los problemas del siglo XXI; de lo que se debe hablar es de la igualdad entre los sexos, de la libertad individual y de creencias, de cómo construir una sociedad emancipada y con respeto, de cómo construir, en última instancia, la Europa del siglo XXI, y para eso no me parece oportuno retrotraernos a una época mitificada, con una versión más o menos idílica de convivencia entre las tres culturas: la judía, la musulmana y la cristiana. Me parece más sensato saber que en todos los momentos de la Historia hubo tensiones y, por lo tanto, ésa es la sabiduría que nos debe hacer pensar en que la convivencia es algo difícil que hay que tratar con cuidado y con respeto».