J. L. A.

El turismo de cruceros es una de las asignaturas pendientes de la ciudad y de su puerto. Pese al fuerte crecimiento del sector en España a lo largo de los últimos años, con un incremento en 2007 del 65 por ciento y 2,5 millones de cruceristas, Gijón y El Musel sólo presentan números muy modestos que aún no reflejan el importante esfuerzo económico y de promoción que ha hecho la Autoridad Portuaria en el último lustro.

La ciudad tiene previsto recibir este año cinco cruceros, con 5.880 pasajeros a bordo, unos números que están aún muy lejos de los que ofrecen otros puertos atlánticos del norte español. Y no sólo los de Vigo o La Coruña, dársenas con una mayor tradición que la gijonesa en un sector en auge que es ya una sólida alternativa al turismo de sol y playa. También Santander y Bilbao han logrado en los últimos años mejores registros que Gijón.

La importancia del volumen de negocio que mueve el turismo de cruceros es indiscutible, más en un país como España, que es el segundo destino europeo, tras Italia, en la lista de las preferencias de los clientes. Un reciente estudio del Consejo Europeo de Cruceros subraya que, por cada millón de euros que se invierte en esta industria, se generan 2,2 millones y se crean 21 puestos de trabajo. El sector español, donde en los últimos años se han multiplicado las inversiones, da empleo a 15.500 personas y crece veinte puntos por encima del resto de Europa. Los cruceros europeos suponen el 23 por ciento del total mundial.

Promoción internacional

La estrategia de diversificación que defiende el presidente de El Musel, Fernando Menéndez Rexach, ha dado mejores resultados en el segmento de negocio de la mercancía general que en el de turismo de cruceros. Pero no es porque no se intente. El puerto de Gijón participa junto a La Coruña, Santander y Bilbao en la asociación Costa Verde Cruise, un instrumento con el que trata de promocionar la imagen de la principal dársena asturiana en las principales ferias internacionales, entre otras la Seatrade, en Miami. Tampoco han faltado las reuniones con destacados representantes mundiales del sector, unos encuentros en los que ha participado la Sociedad Regional de Turismo. En junio del año pasado, un grupo de armadores estadounidenses, representantes de algunas de las más importantes navieras, evaluaron la posibilidad de hacer de Gijón una escala para sus buques.

¿Cuál es, entonces, el problema que impide a El Musel alcanzar los resultados de otros puertos cantábricos con características similares, caso de Bilbao? Es cierto que el perfil industrial de estas dársenas, muy ligadas a la actividad de su entorno (Arcelor y las empresas eléctricas, fundamentalmente, en el caso de Gijón), ayuda poco. Pero tampoco es un elemento decisivo. Los cruceristas pasan poco tiempo en los muelles. Lo que sí deben ofrecer los puertos de escala son buenos servicios de transporte a los pasajeros.

Todos los expertos consultados apuntan en la misma dirección. Los puertos de escala de cruceros suelen tener una larga tradición en un sector económicamente muy dinámico, pero con importantes resistencias a la hora de abrir o buscar nuevas rutas. Es una situación de la que se ha beneficiado, por ejemplo, Vigo, donde llegan a atracar hasta cien cruceros al año. Esas mismas fuentes subrayan, además, que otro factor decisivo es la oferta cultural, gastronómica o paisajística, por ejemplo, de la ciudad o ciudades próximas. «Una oferta atractiva que se pueda visitar en pocas horas», subrayan.