A la vista de lo sucedido con esa promoción de 45 pisos protegidos en la calle de Velázquez, del barrio Montevil, que se vendieron en un suspiro -y con cola de decenas de interesados desde las siete de la mañana-, las 1.900 viviendas de precio tasado que saldrán al mercado en la operación de Roces podrían despertar un frenesí incalculable.

Y de tal modo que la Empresa Municipal de Vivienda (EMV), regida por el edil Francisco Santianes, de IU, planea ya una bolsa de demandantes de piso, cuyos nombres se anotarán delicadamente en listas de espera e irán a parar al bombo de la suerte.

Ya dice el filósofo Gustavo Bueno que aquí somos de matriz católica, pero atravesados por un ramalazo calvinista que conduce a adorar loterías y sorteos -para alcanzar en la vida terrena fortuna, indicio de gloria posterior-.

Así que todos al bombo. ¿Es ello propio de un mercado libre? Poca cosa. De hecho, se trata del sistema aplicado a las viviendas de promoción pública, cuya rifa suele congregar a cientos de aspirantes.

Ahora bien, no hay que olvidar que los cimientos de la operación que Sogepsa ejecuta en Roces se basan en un procedimiento de expropiación, es decir, «o acuerdas venderme tu suelo o te expropio». Y como ello se justifica mediante el «interés social» de la operación, ya hemos dicho aquí que nos parece bochornoso sacar viviendas de precio libre al mercado -unas 700- a partir de ese suelo.

También nos ha parecido poco apropiado que, cargándolo al coste global de la operación, el Ayuntamiento vaya a sacar un parque gratis total en la zona. Es decir, lo que cueste hacer el parque se suma a lo que costaron las expropiaciones, las urbanizaciones, o la supresión de líneas de alta tensión. Ese coste total es lo que después repercute sobre el precio de cada piso, de modo que no sabemos si la municipalidad se mete en esto para sacar vivienda verdaderamente barata al mercado, o, además, para sacar un parque.

De hecho, los precios de los pisos protegidos de Montevil, si no recordamos mal, oscilarán entre los 17 y los 20 o 22 millones de antiguas pesetas, pero en este país existen promociones de particulares, de ayuntamientos o de cooperativas que han llegado a poner viviendas en el mercado a 14 millones de pesetas, unos 84.000 euros. Esto es, a poco más del precio de coste. Algo debería decir IU y la Empresa Municipal de la Vivienda al respecto.

Pero volvamos al caso real de Roces. La citada EMV ha logrado hasta la fecha que varias empresa promotoras de la zona arrimen sus futuras viviendas a su sistema distributivo. Pero hasta la fecha sólo lo han logrado con 200 de los 1.900 pisos protegidos.

Se ve que muchos promotores no están para monsergas de este tipo, ya que, como antes decíamos, se producen en ese sistema de adjudicación contradicciones entre un mercado libre y un mercado intervenido por la Administración.

De existir una tercera vía entre ambos -que metafísicamente no existe- se podría apelar, en función del interés social que está en el origen de la operación de Roces, a unas suficientes condiciones de información sobre la oferta de pisos y a una concurrencia abierta de interesados.

Habría otros principios de equidad que aplicar, pero ahora no tenemos tiempo para describirlos.

Por otra parte, la cuestión siguiente es: ¿resulta el sorteo el método adecuado de distribución para los bienes de interés social? ¿Cabe la idea de sortear el pan, en el caso de que fuera escaso, o sería mejor distribuirlo según otros criterios?

Una de dos: o se produce toda la vivienda para cubrir las necesidades de una cierta franja de comprador de nivel medio y medio-bajo, o, por el contario, como ha sucedido en Gijón, se limita su producción más fuerte al intervalo de una década -hace casi diez años se procedió con Montevil Oeste, y diez años antes, con el primer Montevil-.

Pues bien, dado que la producción es escasa, la distribución de dichos bienes plantea interrogantes serios. A ver si los comandos de Santianes y de la EMV salen airosos del reto, que no es sencillo (otro asunto peliagudo es el de la entrega de los pisos, para que se garanticen las condiciones de venta establecidas en la ley, pero no adelantemos sucesos).