Al tiempo que tiende a disiparse la idea de que Alicia Castro Masaveu dispute la presidencia del PP asturiano a Ovidio Sánchez, el triunvirato Goñi, Aréstegui y Caunedo declara que hay que «refundar» el partido empezando por el triste papel de las municipalidades en los resultados electorales de la derecha. Han tardado casi un año en decirlo, y parece que lo afirman azuzados por esa oleada de juntas locales que animan a la citada Castro a que se ponga en cabeza y les dé ganas de trabajar a algunos.

Tal lamento y propósito de enmienda de los triunviros suena también a «que no venga nadie, que ya lo arreglamos nosotros», o sea, a causar impresión de actividad.

Además de ello, lo curioso de la reunión en la que se declaró la defunción municipal del partido fue que, una vez más, no acudió ningún representante de la junta local de Gijón, ciudad que tendría que señalar a un miembro para que dicho triunvirato se hiciera cuarteto.

Nada. Gijón no responde. Y no ha de ser porque Pilar Fernández Pardo no vaya a abrazarse en su momento a Ovidio Sánchez y a Gabino de Lorenzo, para formar de nuevo, como en el congreso anterior del PP, la conjura de los derrotados resistentes. No ha de ser por eso, pues el destino de este otro trío es el de apuntalarse mutuamente. Más bien será por las altas ocupaciones estatales de la ya diputada Pardo, con lo que, por otra parte, se repite la conocida proclividad a la molicie en la actividad del PP en el Ayuntamiento de Gijón.

Ahora mismo, la ciudad anda aquejada de males muy recientes: el misterio de la reforma de El Molinón, el balneario que cotiza a la baja, o el plan de desintegración ferroviaria de la ciudad. Pero a la oposición casi ni se la ve. Y a Pardo, menos. Madrid tira demasiado, y esto es un pozo aburrido.