Aquello de que los últimos serán los primeros se hace realidad cada día. Ayer, en el cercano universo que separa Begoña de Cabueñes, la experiencia confirmó la cita evangélica. La sucursal de Cajastur en Begoña suele verse con una nutrida afluencia de clientes cada mañana y varios esperaban su turno tras la señal del piso bancario. Aunque la inevitable presencia policial en el paseo insinuaba a cercanía residencial de la autoridad, Areces estaba a la cola, paciente, esperando a ser atendido en Cajastur. Como uno más de los impositores. Era el último. Después fue a inaugurar la nueva sede de Adaro Tecnología y allí era el primero, el Presidente. Pues eso, como decía Tagore, «cuanto más grandes seamos en humildad, tanto más cerca estamos de la grandeza».