Teté F. BALSEIROEl barrio de Pumarín es sin duda una de las zonas de la ciudad con más personalidad propia de Gijón. Antigua pumarada, en el año 1950 estaba rodeado de caserías y cuadras. Su urbanización dependió de grupos tanto de iniciativa pública como privada. Y así se comenzaron a edificar las casas de Urgisa, Santa Bárbara, Carsa, Nuevo Gijón, Polígono de Pumarín y las populares «Mil Quinientas». Entre todas ellas lograron formar el lugar de residencia que es hoy.Aun así, la zona ha crecido y se ha modificado su urbanización todavía más. Ahora la rodean importantes centros comerciales, un hotel y múltiples edificaciones con zonas ajardinadas. Es también paso hacia las afueras de la ciudad y sus buenas comunicaciones han hecho de esta zona un lugar fantástico para sembrar raíces. Los colegios y parques que se han ido añadiendo al entorno han embellecido este barrio, impulsando a numerosos empresarios a instalar sus negocios en él.La calle Guipúzcoa es una de las tantas que forman el entresijo de travesías. Cercana a un importantísimo centro comercial, está justo en frente de las renombradas «Mil Quinientas». Una pista deportiva alegra el día a día de los vecinos, que no tienen necesidad ninguna de desplazarse hasta el centro de ciudad en busca de alguna demanda o producto por selecto que sea. La hostelería forma parte importante del entorno, convirtiendo las noches en entretenidas veladas. No en vano, en verano las terrazas forman parte, como si del mobiliario urbano se trataran, de las cuidadas aceras.Noé Martínez ha nacido y ha crecido en esta calle. Su padre regentó la autoescuela que a día de hoy él dirige. «El negocio está abierto desde el año 1964», recuerda, «el entorno ha ido creciendo y transformándose poco a poco», prosigue, «la única pega que tengo yo personalmente es que los coches ahora aparcan en batería», confiesa, «y eso es un poco engorroso para mi negocio». Así todo, se siente contento de haber sido testigo de los múltiples y beneficiosos cambios. «Puedo decir que yo crecí a la vez que el barrio», concluye.Otra de las empresarias, Ana Patricia Lemoine, lleva formando parte del barrio desde hace casi una década. «Con nuestra tienda de herboristería y dietética pretendemos cuidar de nuestros fieles clientes», afirma, «éste es un barrio alegre, con mucha vida», cuenta, «sobre todo en verano, cuando los establecimientos de hostelería llenan las aceras con sus terrazas», continúa, «hay un ambiente fantástico». Lemoine hecha en falta un poco más de iluminación en las calles, aunque afirma que la de ella, Guipúzcoa, está perfectamente limpia.Y del gremio de la dietética al del tatuaje, que también está presente en esta zona como en otras muchas de la ciudad. De él se encarga Carolina García. Ayer celebraba el cumpleaños de su hija Yaiza y recordaba lo alegre que es esta parte de la ciudad. «Mi otro hijo, Raúl, va a un colegio cercano, así que todo me queda muy a mano». Y es que además de contar con todo el sector comercial, la calle está rodeada de todo lo necesario para vivir cómodamente. «Los autobuses pasan cada nada, así que si quiero moverme a otra calle, me es fácil», se despide diciendo, no sin antes recordar al buen vecindario que rodea todo Pumarín y que hace que la convivencia sea cada vez mejor. «Vivo también en el barrio y estoy encantada y muy a gusto», dijo Carolina García.«Puedo decir que yo crecí como persona a la vez que este mismo barrio»«Los autobuses pasan cada nada, así que puedo moverme a otras zonas»«Con nuestra tienda pretendemos cuidar de nuestros fieles clientes»