María IGLESIAS

En el aparcamiento de El Molinón ayer hasta las guardias de seguridad eran mujeres. Mujeres de todas las edades, procedencias y motivaciones, unidas bajo una misma causa: la lucha contra el cáncer de mama. Ataviadas con idéntica camiseta, formaron una marea azul que ya quisiera para sí el astro deportivo Fernando Alonso. Y es que ni más ni menos que 4.000 mujeres quisieron recorrer ayer los cinco kilómetros de lucha solidaria de lo que ya se conoce como la «Carrera de la mujer».

Aurora Pandiella tiene 86 años, una edad que no le impide participar, «desde hace tres ediciones», en la marcha contra el cáncer de mama. «Me gusta mucho el deporte, hago natación, gimnasia y camino hasta La Providencia siempre que puedo», contaba la veterana, que asistió al encuentro acompañada por su hija, Eva Campal, y su nieta de tres años, Itzel de los Mozos. «A mí me motivó mi madre, es la primera vez que vengo, colaboro con una buena causa a la vez que me divierto», decía Eva, quien no se mostraba muy confiada de si su hija terminaría la carrera, «la tendré que acabar llevando en el carrito», bromeaba.

Quien sí participó por primera vez, y sentada en su sillita, fue Noa Álvarez. Sólo tiene ocho meses, pero ya se ha unido a su madre y a su abuela en una carrera que cumple tres años de celebración en la ciudad. «Queremos que ésta sea su primera vez, pero no la última», explicaba ayer la abuela, María Felisa Rodríguez. La familia venía acompañada por el grupo cultural y de charanga «Los Apuraos», «en total somos quince mujeres, primero empezaron tres y ahora nos metieron el gusanillo al resto», aseguraba María Felisa. Tampoco se quisieron perder la carrera las trabajadoras del Hospital de Cabueñes Margarita, Mercedes, Lali y Tere, quienes llegaron puntuales a la cita. Aunque su intención «no era ganar, sino participar y hacer bulto».

Y es que la mayoría de mujeres venían de Gijón, pero también hubo hueco para otras localidades que tuvieron gran poder de convocatoria. El patronato deportivo municipal de Pola de Siero, con Marta Colla al frente, fletó cuatro autobuses con más de 200 mujeres. «Vienen personas desde los 14 hasta más de 70 años», explicaba la responsable del patronato. «Además, llevamos dos años en que somos las ganadoras de la clasificación por equipos», añadió la mujer, quien reconoció que «las que corren se ponen hacia delante, el resto venimos a caminar, a luchar contra el cáncer y a pasarlo bien».

Hay otras que viven más de cerca la enfermedad, motivación suficiente para asistir por primera vez a la carrera, como es el caso de Cristina Rodríguez. «Conozco a una persona que lo está pasando muy mal y me he dado cuenta de lo importante que es que este tipo de actos tengan repercusión social», contaba momentos antes de empezar la carrera. En la misma situación se encontraba su amiga María Argelia López, ya que, según la mujer, «hay diferentes formas de lucha, y ésta es una de ellas. El año pasado también corrí, pero participé ayudando a las que no podían llegar a meta».

Por razones muy diferentes ayer también fue la primera vez para Helena Sánchez, Paula Álvarez y María Llaneza. A sus siete años las pequeñas del Colegio de Meres ya sabían lo que era correr por una buena causa. «Nos lo dijeron unas amigas de mi madre y ya tenemos ganas de salir, además, yo corro muy rápido», puntualizaba Helena.

Diferentes dorsales y diferentes números, pero algunos muy especiales, como el de Kyran, de seis meses. Un cachorro de perro que con sólo esa edad conoció lo que era recorrer cinco kilómetros, aunque, eso sí, en brazos de su dueña, Rosa Serrano.

Hora y media después, muchas no llegaron a la meta de El Molinón, otras lo hicieron caminando y sólo unas pocas corrieron desde el principio hasta el final. Quienes no se animaron a más pudieron practicar aeróbic o bailar al ritmo de la «triunfita» Nika. Todas, eso sí, quisieron demostrar que estaban en la lucha, aunque no hubieran sido las más veloces.