R. G.

Hace dos años los profesionales de la medicina y de la cirugía de Gijón comenzaron a sufrir la pérdida de José Antón Magarzo, uno de los cirujanos más afamados de la ciudad que falleció a los 60 años de edad mientras disfrutaba de una soleada jornada en su finca de Deva, el último día de abril de 2006. Sus compañeros de profesión, ante tan sensible pérdida, decidieron días después ponerle su nombre al salón de actos del Colegio de Médicos para así inmortalizar su figura.

El cirujano llegó a Asturias con tan sólo 2 años. Sus padres se habían venido a vivir al Principado y aquí estableció su residencia y su vida profesional, que comenzó en el Hospital de Jove y que culminó como jefe del área de cirugía del Hospital de Cabueñes. En este centro médico gijonés aún hoy siguen llorando tan notable pérdida. El fallecido ejerció durante treinta años su profesión, según sus compañeros, con dedicación, maestría, humanismo, inteligencia y sentido de la responsabilidad.

Todos los homenajes fueron pocos para este notable gijonés que falleció en su finca de Deva cuando tenía 60 años. El Ayuntamiento de la ciudad llegó en su momento a un acuerdo para ponerle su nombre a una calle pero el paso aún no se ha dado. En palabras de la viuda del cirujano, Pilar García Martín, «se halla aún pendiente el dar el nombre del doctor a una calle de la ciudad, circunstancia que, por otra parte, ya fue aprobada en su momento por la Corporación y que ahora creemos que sería una excelente oportunidad para retomar el asunto y actualizarlo definitivamente». José Antón Magarzo estaba casado en el momento de su muerte y tenía cuatro hijos: Pilar, José, Fernando y Covadonga.

Sus compañeros le recuerdan como un buen profesional, con mucha experiencia y siempre dispuesto a ayudar a los demás. «Su ilusión por el trabajo la mantuvo siempre, le entusiasmaba operar, vivía fascinado por la cirugía» aseguraba su gran amigo y compañero del Hospital de Cabueñes Raúl Álvarez Obregón. Hasta la iglesia llegó su recuerdo. En la ceremonia de recuerdo y de homenaje que sus compañeros le brindaron en el Colegio de Médicos, el arzobispo Carlos Osoro lo definió como «un gran humanista cristiano».

Hoy, dos años después de tan sensible pérdida para todos, sus familiares y amigos vuelven a recodar, aquel abril de 2006 en el que fallecía el cirujano a los 60 años. Hoy, a las 19.00 horas, en San Pedro se ofrecerá una misa por su eterno descanso.