C. JIMÉNEZ

El nuevo presidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), el astrofísico Rafael Rodrigo Montero, dejó su huella en Gijón tras su participación en una de las últimas sesiones de 2006 del Club de Ciencia y Tecnología organizado por la Escuela Politécnica Superior de Ingeniería de Gijón, en colaboración con el Ministerio de Educación y LA NUEVA ESPAÑA.

Rodrigo llegó a la ciudad en calidad de vicepresidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y como profesor del Instituto Astrofísico de Andalucía, que dirigió durante varios años, para hablar sobre la misión espacial «Cassini-Huygens», la más ambiciosa exploración del Sistema Solar, cuyo objetivo era analizar uno de los satélites de Saturno, Titán.

El nuevo presidente del CSIC reflexionaba entonces sobre la ambición del ser humano en la exploración del Sistema Solar. Durante su estancia en la ciudad se mostró muy cercano con toda la comunidad académica reunida en Viesques. Habló sobre los riesgos de la ciencia espacial y también de las posibilidades de conocer las condiciones de habitabilidad en el Sistema Solar.

Rodrigo confesó al auditorio del campus gijonés haberse «divertido mucho» durante los siete años que se prolongó esta misión espacial, «además de haber podido hacer ciencia». Y llevó a Viesques su odisea en el espacio permitiendo a los asistentes a la conferencia escuchar el sonido real del aterrizaje de la sonda espacial que llegó a Titán, mostrando imágenes impresionantes del satélite de Saturno, que definió como gemelo a la Tierra.

Hombre de trato afable y especialmente volcado en el impulso definitivo a los tres nuevos centros del CSIC en Asturias, Rodrigo participó después en la firma de los convenios de colaboración entre la Administración regional, el Ministerio de Educación y Ciencia y el organismo científico para impulsar un centro de nanotecnología en Oviedo, otro sobre biodiversidad en Somiedo y un tercero sobre productos lácteos que vendría a complementar el ya instalado en Villaviciosa (Ipla). Era el primer paso a tres ambiciosos proyectos que contaron desde el inicio con un apoyo expreso de este científico de origen granadino.

Rafael Rodrigo Montero es licenciado en Matemáticas por la Universidad de Granada (1975) y doctor en Físicas (1979). Su área de especialización son las atmósferas planetarias. La huella de este astrofísico, ahora en la élite de la ciencia, ha quedado marcada en el campus de Viesques.

Ha trabajado en diversos laboratorios e institutos europeos y norteamericanos. Entre 1990 y 2004 dirigió el Instituto de Astrofísica de Andalucía, dependiente del CSIC, en el que ha ejercido como profesor de Investigación. Es también vicepresidente de Organización y Relaciones Institucionales. Además, ha sido coordinador del área Científico-Técnica de Física y Tecnologías Físicas del CSIC y gestor del Programa Nacional del Espacio, Astronomía y Astrofísica. Junto a las atmósferas planetarias, sus principales campos de investigación son la aeronomía, cuerpos menores y la exploración del Sistema Solar.

Sucede en la presidencia a Carlos Martínez Alonso, actual secretario de Estado de Investigación del nuevo Ministerio de Ciencia e Innovación. En sus manos queda ahora la conversión del Consejo Superior de Investigaciones Científicas en agencia estatal.

«España no tiene un entorno idóneo para la ciencia», comentaba en Gijón con respecto a la fuga de talentos. No obstante, añadía que aún es posible «ser líderes en algo». Desde su nuevo cargo en la dirección del CSIC su entorno espera poder llegar a cumplir este objetivo.