Albina FERNÁNDEZ

La sociedad necesita sangre porque sólo dona un 3,7 por ciento de la población, frente al 4,3 que sería necesario para satisfacer las necesidades actuales. Pero, ¿cómo se pueden reclutar y consolidar donantes e involucrar a la juventud en esta tarea solidaria? Ésa fue la cuestión abordada en la mesa redonda del XVII Congreso nacional de donantes de sangre, celebrada ayer en la Laboral.

La conclusión es que la esperanza de futuro pasa por la educación en valores solidarios y por la capacidad de las organizaciones involucradas en divulgar el mensaje. Y la asignatura pendiente es la participación en esta empresa de las instituciones públicas y de las organizaciones de ámbito social. La realidad es que se repiten muy poco las primeras donaciones y que dona quien tiene una familia donante o si una persona cercana lo necesita. El reto para las organizaciones concienciadas con el problema es ganar al resto de la población.

Participaron en la mesa redonda José Antonio Barreda Argueso, profesor de la Escuela de Turismo de la Universidad de Cantabria; Marc Ibars i Badía, presidente de la Federación Catalana de Donantes, y Ana Ferrando Carretero, doctora en Psicología, psicóloga, asesora en educación en Castilla-La Mancha y coordinadora de la comisión de educación de la Federación de Donantes. Expusieron, respectivamente, el trabajo que se hace para captar donaciones en la Universidad, de los delegados locales, y la tarea divulgativa en Educación Primaria.

José Antonio Barreda trabajó como divulgador de la donación siendo alumno y ahora lo hace como profesor de la Universidad de Cantabria. El joven profesor alertó del descenso del alumnado universitario y, por lo tanto, de las posibles donaciones de jóvenes entre 18 y 22 años, e invitó a reflexionar sobre las trabas que limitan su compromiso altruista. Y citó, entre otras, el que aún no alcanzaron su madurez intelectual y social, la «pereza» por acudir a un centro e incluso a las unidades móviles; el miedo a la propia extracción, a las agujas y a las batas blancas, y circunstancias propias de la edad, como los tatuajes, los piercings, alcohol, drogas, trastornos de la alimentación (bulimia o anorexia) y relaciones sexuales.

Para hacer frente a estos inconvenientes citó la necesidad de conseguir la colaboración de jóvenes que incentiven al grupo desde dentro con el apoyo de los profesores y de los centros educativos, «teniendo en cuenta que cada centro tiene su propia idiosincrasia y que, en cualquier caso, hay que confeccionar unos carteles atractivos y una propaganda acorde con el lugar».

Marc Ibars explicó que en Cataluña es «fundamental» el papel del delegado local en el movimiento asociativo de la donación, sobre todo en ciudades pequeñas, porque, señaló, «es capaz de influir en el ámbito en el que se mueve, es el referente de su comunidad y permite subir las donaciones entre el 8 y el 10 por ciento». Ibars incidió en el mensaje de que la donación genera autoestima y prestigio social y explicó que un camino que se sigue en Cataluña es la elaboración de carteles con jóvenes de la comunidad que, además, participen activamente en las campañas. «Son personas conocidas por el vecindario que animan al resto a seguir sus pasos, y lo consiguen muy a menudo.

Ana María Ferrando explicó que en Primaria se trabaja en proyectos educativos de divulgación nacionales e internacionales. Entre los primeros figuran materiales con vídeos y con el cuento «Donante», de Antonio Benito. En todos los casos se trabaja con tareas fáciles para sensibilizar al alumnado. El proyecto internacional es el denominado «Escuela para escuela» y se desarrolla en toda Europa a través de un porfolio divulgativo. «Es un proyecto que estamos desarrollando con gran ilusión y que busca el fomentar entre los más pequeños valores de ciudadanía, solidaridad y tolerancia», concluyó.