La transparencia y el derecho a saber constituyen dos magníficos instrumentos para el saludable control de los políticos y, en general, para garantizar la credibilidad social y económica. Por ejemplo, los candidatos americanos se someten a escrutinio cotidiano y riguroso de sus cuentas, tan transparentes como sus vidas. Y en España, como en América, los partidos políticos tienen una gran responsabilidad frente a los ciudadanos. Aquí, ahora, asistimos a un doloroso parto económico, municipal, que debiera de ser tan habitual y frecuente como las mismas campañas electorales. El problema radica en los apaños, cuentas, dietas, tarjetas y donaciones que se enmascaran y ocultan, tanto a los compañeros de partido como al pueblo soberano. Qué inocencia en el PP de Gijón, olvidaron que el PSOE tiene mayoría en Cajastur.