C. JIMÉNEZ

Los afectados por los efectos de las antenas de telefonía móvil reivindican que se reconozca ya los efectos que puede tener sobre la salud la exposición a las radiaciones. Ana Isabel Silgueira, trabajadora de la red sanitaria pública y licenciada en Farmacia, pleiteó durante varios años por este motivo. Su lucha derivó en un problema social con toda la comunidad de vecinos, a sumar al proceso judicial emprendido contra la empresa titular de la instalación que la llevó tiempo después a abandonar su domicilio. Silgueira intervino ayer en las jornadas organizadas por la Federación de Asociaciones de Vecinos para abordar los efectos de las antenas de telefonía.

Como afectada, reivindica que se tomen en cuenta ya las consecuencias que las antenas pueden tener sobre la salud humana. Un estudio de reciente aparición en Austria advierte del incremento de los cánceres de cerebro y mama en las personas que habitaban en un entorno de 300 metros de una de estas antenas. Aunque el documento no está reconocido por la comunidad científica internacional son muchas las voces que alertan de los efectos nocivos.

Los afectados expusieron en la reunión de ayer la necesidad de regular la medición de las radiaciones por el órgano competente, ya que hasta ahora se viene haciendo a petición de particulares en la mayoría de los casos. Su objetivo es obtener una protección efectiva contra las radiaciones.