A. RUBIERA

Llevan apenas dos meses participando y haciendo historia en las denominadas terapias de reencuentro (o terapias por el buen trato) y ya están temiendo que su programa, pionero en España, no llegue a buen puerto. Treinta asturianos, que participan desde abril en el centro de salud de El Natahoyo en el primer grupo constituido de varones «por el buen trato», han dado la voz de alerta por la repercusión que la nueva organización del trabajo de tarde en los centros de salud del área central puede tener en su terapia. Algunos de esos implicados ya han llevado su queja y su alerta ante las autoridades sanitarias, pero por el momento no tienen la seguridad de que su experiencia terapéutica pueda seguir adelante.

«El problema es que sólo hay una profesional en Asturias, Elena Fernández Ardisana, que esté tutelando estos grupos de terapia de reencuentro, y a partir del día 1 de junio y de los cambios en las guardias que establece el Sespa le correspondería entrar en esos turnos y no va a poder hacerse cargo de los grupos que estaba llevando. Nuestro grupo de varones, como es de los que menos sesiones lleva, podría ser de los más perjudicados», explicó uno de los afectados que ya anuncia, en nombre de sus compañeros, que «no estamos dispuestos a que las cosas sucedan como está previsto y queremos tomar cartas en el asunto».

La terapia de reencuentro o talleres por el buen trato es una alternativa terapéutica que busca curar algunas enfermedades provocadas por el modo de vida, las relaciones construidas, los roles asumidos o las expectativas creadas por las personas, sin recurrir a los fármacos y buceando en los procesos vivenciales. Lo que lleva a los participantes en la terapia, al final, a asumir cambios en su forma de vida y en su manera de entender la vida y relacionarse con los demás, que acaban siendo más saludables. Los talleres llevan siete años desarrollándose y hay más de 500 mujeres que pasaron con éxito por esta terapia, que ahora se había iniciado también con los hombres.