J. MORÁN

El obispo auxiliar Raúl Berzosa defendió ayer en el Ateneo Jovellanos que «la verdadera laicidad europea se conseguirá mediante la independencia y autonomía entre Iglesia y estados, pero, al mismo tiempo, con una sana colaboración entre la Iglesia y la comunidad política para servir a la persona humana y sus derechos». Berzosa dicto ayer la conferencia «El cristianismo y Europa. La herencia de los papas Juan Pablo II y Benedicto XV», ante el público que llenaba el salón de actos ateneísta y entre el que se hallaban numerosos sacerdotes.

Javier Gómez Cuesta, párroco de San Pedro, presentó al conferenciante como un «castellano franco y abierto que se ha ganado la simpatía de Asturias» y que, «sobre todo, es un obispo cercano y evangelizador». Cuesta agregó que Berzosa es además «un intelectual que busca demostrar la complementariedad entre fe y razón», y recordó el párroco que el obispo auxiliar de Asturias «estudió en la Academia de Diplomáticos del Vaticano, donde se forman los nuncios, pero prefirió dedicarse después a la Teología».

Junto a esta notas, Gómez Cuesta destacó su «fama de claro y buen expositor y comunicador, cualidades poco comunes, junto a su facilidad para escribir y pedagogía para explicar». Eso sí, el párroco y ex vicario general de la diócesis apuntó que «la misión de un obispo auxiliar no es nada fácil».

Berzosa, en la línea de la colaboración entre Iglesia y Estado, advirtió en su conferencia que, «en el futuro, será tan perjudicial un confesionalismo religioso cerrado y fundamentalista como un confesionalismo laicista». En ese marco, «las relaciones sociales y comunitarias han de fundarse en una auténtica cultura y ética de la solidaridad, y el cristianismo tiene mucho que decir y aportar en este sentido».

Antes de exponer estas ideas, el conferenciante había recorrido el abundante pensamiento de Juan Pablo II sobre Europa, además del de su sucesor, Benedicto XVI, quien «ha advertido de algo terrible: Occidente parece sentir odio por sí mismo; es algo patológico, Occidente se abre a otros valores y culturas externos porque ya no se ama a sí mismo. Sólo parece ver de su propia historia lo que es censurable y destructivo, al tiempo que no es capaz de percibir lo grande y lo puro, su propia historia de Salvación como un servicio a los demás pueblos y civilizaciones».

Respecto al debate sobre la raíces cristianas de Europa, Berzosa explicó que el boceto de Constitución europea, todavía no aprobado, no reconoce explícitamente dicha ligazón, pero la insinúa en sus artículos 1.º y 2.º, cuando dice que «la Unión se fundamenta en los valores de respeto a la dignidad humana, libertad, democracia, igualdad, Estado de derecho y respeto a los derechos humanos»; y agrega dicho texto que «estos valores son comunes a los estados miembros en una sociedad caracterizada por pluralismo, tolerancia, justicia, solidaridad y no discriminación».