Miriam SUÁREZ

La concejalía de Urbanismo ya ha recibido la correspondiente autorización del Ministerio de Fomento para poder ocupar la «Y» con las obras de remodelación de la avenida de Portugal. Dicha reforma incluye la construcción de una gran rotonda sobre la A-66, que cambiará radicalmente la entrada de la autopista al casco urbano y permitirá liberar de tráfico Sanz Crespo de cara a la operación de las vías.

Operarios de Constructora Hispánica, empresa adjudicataria de la obra de la avenida de Portugal, empezaron ayer mismo a trabajar en el desmonte de la rotonda. Las excavaciones para la glorieta, que tendrá unos 75 metros de diámetro, comenzaron frente a la calle Puerto de Vegarada. La conexión de la avenida de Portugal con la «Y» se presenta como una alternativa a la entrada tradicional por Sanz Crespo, donde está prevista la estación provisional que dará servicio ferroviario a la ciudad mientras se ejecuta el plan especial de las vías.

Para poder «pinchar» la autopista, que depende del Ministerio de Fomento, es imprescindible reorganizar la circulación entre el puente de La Braña y el cruce con Carlos Marx. Los técnicos de la Oficina Municipal de Tráfico trabajaron todo el día de ayer en la nueva señalización de la infraestructura, que registra un flujo de entrada y salida de 12.000 vehículos al día. El Ayuntamiento no interrumpirá el tráfico «en ningún momento», aunque la «Y» perderá un carril en cada sentido durante las obras.

La remodelación de la avenida de Portugal tiene un plazo de ejecución de seis meses y Constructora Hispánica trabajará en turnos de ocho de la mañana a diez de la noche para poder cumplir este compromiso. La rotonda de Puerto de Vegarada, de gran complejidad, se acometerá por «medias lunas». Al empezar por la mitad derecha, los primeros carriles de la «Y» que habrá que ocupar serán los de entrada a la ciudad. El acceso a Gijón se mantendrá utilizando uno de los carriles que hasta ahora canalizaban la circulación de salida.

Pero de momento, y aunque está previsto «atacar» de lleno la infraestructura en los próximos días, la actividad constructiva todavía no afecta a la «Y». Así que ayer los técnicos municipales se limitaron a anular un carril de entrada y otro de salida, lo que dio lugar a retenciones, sin llegar a colapsar la autopista. El Ayuntamiento confía en que «no se producirán grandes problemas», ya que «tenemos la Ronda Sur». La circunvalación gijonesa se ha consolidado como la principal vía de comunicación del concejo, especialmente desde que se inauguró su enlace con la Autovía Minera.

La reforma proyectada transformará la Portugal entre Príncipe de Asturias y Carlos Marx, donde está proyectada otra rotonda. La construcción de esta segunda glorieta, considerablemente más pequeña, ya se inició la semana pasada con el vaciado del terreno y la eliminación de una veintena de aparcamientos. Para ganar espacio, se alejarán los semáforos del cruce y se utilizarán «las orejas» de las aceras.

El Ayuntamiento calcula que este nudo de comunicación urbana estará listo en cuestión de dos meses. Durante este tiempo, se pondrán en marcha las obras en el tronco de la avenida. La Oficina de Tráfico se apoyará en el carril de servicio existente -incluidos los aparcamientos- para poder mantener la circulación en ambas direcciones. Esta pérdida de estacionamientos se compensará con 240 plazas provisionales en una explanada que también le servirá a la empresa adjudicataria como zona de operaciones y almacenamiento.

La urbanización de la parcela donde se está habilitando este «parking» provisional se veía ayer muy avanzada. Solucionado el problema de los aparcamientos, los vecinos del Polígono de Pumarín mantienen la preocupación por la gran presión de tráfico que tendrán que soportar cuando se complete la reforma. La avenida de Portugal pasará a tener dos carriles en cada sentido, separados por una gran rosaleda. El Ayuntamiento se compromete a plantar arbolado, a mejorar las aceras y a crear un itinerario ciclista de 1,5 kilómetros. Pero el barrio quiere más: la reordenación del tráfico en la zona una vez terminada la operación ferroviaria.