Neurólogo y pediatra. Jefe de neuropediatría en Navarra

A. RUBIERA

-¿Los niños tienen problema de memoria?

-Los niños pueden presentar toda la variedad de patología de memoria que presenta también el adulto. Lo que sucede es que son patologías por lo general no progresivas, que son las que más se conocen en el adulto. Pero en el caso infantil pueden ser déficits tanto de la memoria declarativa como de la de procesos.

-¿Cómo son esos problemas? ¿Tienen tanto impacto como en los adultos?

-El aprendizaje de rutinas nos facilita la vida. Es imposible vivir sin rutinas. Yo no podría estar hablando ahora si tuviera que pensar cómo se pronuncia cada palabra. Ésa es una rutina que el sistema nervioso tiene automatizada. Lo mismo pasa cuando nos atamos los zapatos, o nos ponemos el pijama, por citar dos cosas simples. Estamos continuamente realizando actos, patrones de conducta rutinarios, que nos ahorran mucha energía de actualización de la conciencia y que, por eso mismo, nos permite gastarla en otras cosas. Hay que pesar, entonces, lo que puede significar para un niño el tener una dificultad para aprender procedimientos, para hacerlos rutinarios y tener que gastar energía consciente de cada vez, para autoinstruirse constantemente en actos corrientes. Esa sería una modalidad de dificultad de la memoria que se expresa como trastornos de aprendizaje en la escuela, con un niño torpe motor, con trastornos de la coordinación... Pero lo que tiene es un trastorno de la memoria de procedimientos. Luego estarían los trastornos de memoria declarativa, de hechos, eventos, cifras, datos o conocimientos generales que no forman parte de tu autobiografía pero que necesitas para poder hablar sobre el mundo, narrarlo, describirlo....

-¿Qué los causa?

-Cuando falla la memoria procedimental lo más frecuente es que tenga origen genético. Pero también hemos visto de daño cerebral adquirido por tratamientos oncológicos, por traumatismos, por prematuridad y dificultades respiratorias en el período prenatal. Digamos que hay causas constitucionales y causas adquiridas.

-¿Cuántos niños están afectados por estos problemas?

-Hay pocos estudios epidemiológicos al respecto porque la memoria se ha dejado un poco de lado en el niño, parecía que era más un problema de adultos. Una profesora británica hizo un estudio elemental en escuelas de un condado de Reino Unido, con alumnos de edad escolar media, y llegó a la conclusión de que entre los niños con inteligencia normal media, que no tenían retraso ni trastorno de aprendizaje conocido o detectado, al menos 4,5 de cada cien tenían un rendimiento bajo en pruebas de memoria declarativa, semántica y episódica. Es un trabajo de hace pocos años que puede servir de referencia para hacernos una idea. Son cifras nada desdeñables.

-¿Y, entonces, por qué se ha prestado tan poca atención a la memoria infantil?

-Porque estamos en un momento en que lo que importa es la atención. Ahora la atención es la dimensión reina de la psicología. La memoria incluso se ha desprestigiado, incluso en la enseñanza. Todos hemos oído eso de la «memorieta», en tono despectivo. Saberse los ríos de Asia es algo absurdo, pero a mí me gusta mucho. Me los aprendí con 9 años y ahora cuando leo un libro o veo una película me sitúo mejor por dónde va la acción.

-Explíquese.

-Los niños de ahora tienen mucha formación en procedimientos, pero eso ha repercutido de alguna forma en tantos hablares vacíos como oímos en los chicos. Todo es porque no tienen contenidos. Dominan perfectamente unos cuantos procedimientos, y si son informáticos mejor, pero que nadie les pida jugar a las canicas o arreglar un pinchazo de una bicicleta. Aunque eso son habilidades procedimentales, entran dentro del campo de la memoria, y eso tampoco se lo podemos pedir. Es cierto que tienen otros automatismos y otros aprendizajes, pero yo creo que hay que dar a los chicos más contenidos, tienen que saber cosas, hay que darles lecciones de cosas. Porque si no, no acceden a otros niveles de conocimiento. En todo caso, esto ya no entra dentro de los temas de las patologías, sino de la educación.

-O sea, que es partidario de que se preste más atención a forzar la memoria en la escuela.

-Más que forzar, invitar. Además, los niños son una esponja y no hay que forzar mucho para que se aprendan de memoria cosas inverosímiles.

-¿Aprenderse los ríos de España y todos sus afluentes es recomendable?

-Por supuesto. Sobre todo para cuando voy de vacaciones y paso por determinados sitios, porque lograré situarme mejor en el mapa. Ése, en concreto, es además un aprendizaje significativo, no sólo de ejercicio simple. En todo caso, puedo decir que la memoria ayuda, y mucho.

-¿También es interesante saberse la lista de los reyes godos?

-Podría ser un ejercicio interesante. Desde luego, no es ninguna tara para el que se lo sabe.

-¿Y por qué?

-Aparte de que es un juego bonito y divertido, también es una buena gimnasia mental. Eso da acceso al léxico y permite tener la palabra a punto para usarla en un momento dado. Y cuanto más se conversa y más se usa lo aprendido, se reconsolida. Cada vez que yo dijo «el miércoles», o «Alarico», por citar a un rey godo, estoy consolidando la base bioquímica en mis neuronas de esos enlaces que forman la memoria. Usando la memoria conservas lo que usas y pierdes lo que no usas.

-Pues hay generaciones de adolescentes que no han ejercitado la memoria por ese desprestigio del que hablaba. ¿Eso se recupera?

-Claro que sí. Y con todo esto tampoco estoy reprochando a la escuela lo que han hecho, o diciendo que lo hayan hecho mal, ya que han tenido que dedicarse a muchas más cosas, puesto que se ha ampliado el acervo de conocimientos. Con todo esto sólo digo que no se debe menospreciar la memoria como «memorieta». Los chicos tienen que aprender a narrar, a describir, a poner por escrito lo que piensan, y no a poner cruces en respuestas correctas. Tienen que aprender a construir temas sobre algo, sabiendo explicarlo. Porque el que sabe explicar algo es quien lo sabe de verdad. En eso baso mi petición de volver a las habilidades básicas. Es como atarse los zapatos; son cosas que los niños deben seguir sabiendo hacer. Pero, en todo caso, lo que hay que decir de la memoria es que no hay que descuidarla, hay que trabajarla, sin obsesionarse.

-Cuando se trata de patologías, ¿los niños pueden recuperar memoria?

-Pueden recuperar bastante. Lo importante a veces es reconocer esos problemas a tiempo. No siempre un niño es un distraído, un atolondrado o se le olvida todo, a lo mejor tiene una amnesia y va olvidando a medida que va viviendo. Pero bueno, eso ya es un tema de diagnóstico que no nos debe llevar a vivir asustados por la memoria.

Neurólogo y pediatra sevillano, formado en la las Universidades de Sevilla y París. En la actualidad es jefe de la unidad de neuropediatría de la Clínica Universitaria de Navarra. Además, es profesor agregado de Pediatría y de Neurología de la Universidad de Navarra. Ayer dio la charla magistral que cerró las jornadas sobre neuropsicología infantil y patología neuropediátrica, organizada por la Sociedad Asturiana de Neuropsicología y Neurología de la Conducta. Su conferencia versó sobre «La memoria y sus trastornos en el niño».