Asistí encantado hace unos días a la conferencia que impartió en el Ateneo Jovellanos Jesús Jerónimo Rodríguez sobre Eleuterio Quintanilla, en cuya disertación repasó tres facetas de la vida del notable pedagogo: la política, la sindical y la pedagógica, y pasó como el rayo que no cesa por una de las más desconocidas, el periplo masónico de Eleuterio Quintanilla.

Está claro que no se puede pedir a nadie un mayor conocimiento sobre un hombre del que, pese a contar con una calle en nuestra ciudad, el conocimiento que de él tenemos podemos decir que se reduce a su nombre y apellido, su filiación de anarquista y poco más. Por un lado, el anarquismo, aunque habla de la bandera de Quintanilla, no da un paso más allá de la bandería y, amén del trabajo de Álvarez Palomo, poco más se puede hallar que esté a disposición del vulgo. Por otro lado, tampoco su familia, con quien me veo en Bayona cada dos por tres, está por la labor de ayudar a recuperar la imagen y leyenda de Eleuterio Quintanilla. Como me dice Floreal Rodríguez, el nieto con el cual convivió los últimos años: «El recuerdo de España es muy duro y dramático, aún hoy, y fue muy duro también para el abuelo».

Pero no quería aprovechar este espacio para hablar de mis recuerdos, sino puntualizar al profesor Jerónimo Rodríguez sobre el tema de la masonería, Eleuterio Quintanilla y el anarquismo. Por un lado, se ha de recordar que se habla de incompatibilidad de la masonería y los libertarios o anarquistas, y, sin embargo, la nómina de líderes anarquistas masones es importante y debe llevarnos a plantearnos de dónde viene esa presumible incompatibilidad, pues masones anarquistas tenemos a Bakunin, a Proudhon, a Eliseo Reclús, a Ferrer y Guardia, y en clave local hay varios anarquistas como el propio Quintanilla o Mallada, Cristóbal Cano, etcétera. En mi trabajo «Masonería y anarquismo», en el blog «Masonería en Asturias», se puede leer algo sobre el tema.

Por tanto, se podía traer aquí los textos de pensadores anarquistas sobre la masonería, pero no es el caso y sería largo de explicar, por tanto sí que se puede decir que la FAI planteó la incompatibilidad entre masonería y movimiento libertario, tal vez a espaldas a la propia historia que han encarnado los masones anarquistas en las logias en la sociedad. Pero es más, mientras esto sucedía, el 28 de junio de 1937 tenemos el acta de la reunión del Grupos Faista «Orto», en el que estaban encuadrados Eleuterio Quintanilla, Acracio Bartolomé, José Pardo, Ramón García Argüelles, Niceto de la Iglesia y alguno más.

Cuando este grupo especifico trata el tema de la «incompatibilidad entre masonería y FAI», algunos compañeros alegan que no hallan justificación a tal incompatibilidad, y Acracio Bartolomé expone que, «por el contrario, deben ingresar en la masonería los compañeros que estén en condiciones de hacerlo» -eso sí, cayendo en un cierto tópico al uso, ya que plantea un total desconocimiento del trabajo masónico-. Y dice: «Ya que dentro de ella conoceríamos muchas cosas por ser quien maneja los hilos de la política internacional». Niceto de la Iglesia, por su parte, plantea «que no entiende cómo puede convivir un anarquista con algunos elementos masones que en la vida política tienen una actuación desastrosa»; se supone que se estaba refiriendo a algunos republicanos como Melquíades Álvarez?

A todos ellos contesta Quintanilla, y es una pena que el secretario no haya tomado nota de sus intervenciones, porque al final el grupo especifico de la FAI «Orto» declara que «acuerda que no procede por el momento declarar la incompatibilidad de la FIA con la masonería».

La posición de Quintanilla era dura, pues no en vano la masonería lo había expulsado unos años antes, en 1933, y aunque se dice que debido a la dura campaña que los anarquistas estaban haciendo contra la masonería, y siendo Quintanilla un reconocido líder libertario, se le desvinculaba de la Obediencia, sin embargo la realidad es muy otra. Quintanilla no fue dado de baja por tal motivo, sino por uno más simple y pragmático como era la falta a los trabajos y la falta de pago de las cuotas, lo que hizo, como en otras tantísimas ocasiones, que su logia madre «Jovellanos n.º 1» procediese a darle de baja sin «plancha de quite». Él mismo en un escrito de depuración plantea que por temas de salud y horarios de trabajo le era imposible acudir a las tenidas masónicas.

Era una situación extraña la de Quintanilla, pues siguió vinculado a la Escuela Neutra, que mantuvo hasta el final de sus existencia la Gran Logia Regional del Noroeste; por tanto, la presencia de Quintanilla en la masonería debe tener toda una revisión y una relectura en tanto en cuanto a que fue partícipe de ciertos compromisos políticos y sindicales en los cuales de la otra parte estaban también varios hermanos masones.

Gracias al profesor Jerónimo Rodríguez, pues su conferencia será un buen regalo para un nieto de Eleuterio Quintanilla.