R. GARCÍA

Cada día intentan quitarse la vida en Gijón tres personas. No es sólo una luctuosa media estadística. Es una cifra contrastada con la experiencia real de los encargados de la seguridad de la ciudad que, aseguran, no hay semana al año done se baje de los seis intentos de suicidio. Los datos resultan, desde luego, elevados. Sobre todo si se tiene en cuenta que la población con la que cuenta Gijón no llega a los 300.000 habitantes. La estadística general de la comunidad autónoma en lo que a suicidios se refiere no varía en exceso de la local, al menos en cuanto a lo alarmista de su resultado. Un informe médico presentado recientemente en Asturias señalaba al suicidio como una de las causas de mortalidad más importantes en Asturias y, de hecho, este tema aparece como prioridad en el futuro de la salud pública.

El afán de algunos por acabar con su vida -y de paso con lo que ellos creen su sufrimiento- no tiene ninguna explicación científica. El aumento de los casos, tampoco. Para muchos los datos gijoneses no son fácilmente entendieres. Los expertos rechazan achacar estas actuaciones a la mala situación económica que vive el país. La «crisis» no ha pasado factura en este sentido».

Parece que no hay explicación que valga, pero sí muchas excusas. Los expertos concretan algunas. Las separaciones de pareja se suelen dar en momentos en los que el ciudadano rompe con todo su pasado y se ve obligado a pasar momentos traumáticos que en ocasiones le obligan a dejar de ver a sus hijos. Otros motivos para que una persona decida dar un paso tan importante como es el de quitarse la vida son las enfermedades mentales. Los estudios recientes señalan que el 90 por ciento de los ciudadanos que deciden suicidarse tienen algún tipo de patología psicológica y, en la mayor parte de los casos, no se están medicando para poder solucionarla.

El suicidio no entiende de edades ni de condiciones sociales, aunque sí se puede establecer un retrato robot de la persona que tiene más probabilidades de quitarse la vida. Según los expertos es más habitual que decidan acabar con sus problemas de manera drástica las mujeres de entre 15 y 34 años, normalmente divorciadas y sin empleo.

A pesar de todo, en la ciudad ese retrato es cambiante a la luz de los últimos titulares de los medios de comunicación. De hecho en los últimos meses tres sucesos conmocionaron Gijón y en ninguno se podía establecer un patrón. Un hombre de elevada edad se quitó la vida en su chalé de La Guía. Tan solo dos días más tarde otro hizo lo mismo y luego se tiró al Piles. Dos sucesos con similares características pero completamente distintos en cuanto a las edades de los fallecidos y sus circunstancias personales.

Pocos días antes el sexo contrario era el protagonista. Una vecina del barrio de El Llano se tiraba por la ventana poco después de descubrir que su hijo había sido víctima de la muerte súbita.

Los ejemplos pueden seguir sucediéndose en una sociedad en la que el afán por tenerlo todo crea frustraciones difíciles de solucionar, según algunos psicólogos consultados. Carpinteros, jubilados, amas de casa... ninguna profesión se libra de este mal al que hay que saber poner tope con ayuda profesional y consejos de los más cercanos que pueden solucionar problemas mayores.

Gijón

En la ciudad se intentan quitar la vida casi tres personas al día y al menos seis por semana.

Retrato

Los expertos hablan de un retrato robot de persona que se quita la vida y que son mujeres de entre 15 y 34 años, divorciadas y sin empleo.