Doctor en Filosofía, profesor del IES Rosario de Acuña y autor del libro «El fin de la educación»

Eloy MÉNDEZ

Doctor en Filosofía por la Universidad de Oviedo, Pablo Huerga (Benavides de Órbigo, León, 1966) es profesor del IES Rosario de Acuña desde hace dieciocho años. En su tercer libro, «El fin de la educación. Ensayo de una filosofía materialista de la educación», desarrolla su tesis sobre la evolución histórica de la escuela, hasta llegar a un modelo que ha dado origen al «individuo flotante o sujeto consumidor» de la sociedad globalizada actual. En sus páginas hace una encendida defensa del sistema educativo público.

-¿«El fin de la educación» es el anuncio de un nuevo modelo educativo?

-«El fin de la educación» se plantea en dos sentidos. Por un lado, el libro intenta hacer un ensayo sobre lo que es la educación, pero también se pregunta por el destino de la educación. Surgió a partir de una propuesta de profesores de México, que querían hacer un ensayo sobre educación y globalización. La idea era abordar qué situación se le plantea a la escuela pública en los estados modernos en el contexto de la globalización. Sobre ese punto, rastreé la historia y el origen de la escuela pública para ver cómo debe enfocar el futuro.

-;La escuela pública ha sido utilizada históricamente por los estados como un elemento ideologizador?

-Más que ideologizar, que es un término excesivamente sociologista, lo que ha hecho siempre la escuela pública es proyectar sobre los individuos modelos, patrones de persona que, a su vez, han ido configurando los modelos educativos y el sentido de la educación en cada momento. En cada época histórica existen unos patrones sobre los cuales los individuos proyectan sus fines personales. No hay que olvidar que lo que busca la educación es tratar de integrar los fines personales del individuo en los planes generales de una sociedad.

-¿Es más importante educar en valores que en conocimientos?

-No se puede construir una sociedad sin transmitir los conocimientos que se tienen en esa época. Y es imposible que un individuo pueda gestionar los valores sobre los que se organiza una sociedad sin estar al tanto de los conocimientos sobre los que esa sociedad se asienta. Es decir, el individuo no se hace persona porque estudie una asignatura para eso, sino que se hace persona cuando es capaz de integrar en su perfil personal el momento histórico en el que vive. No se pueden separar valores de conocimientos. Hemos caído en esa trampa.

-¿La escuela ha asumido responsabilidades derivadas de otras instituciones como la familia?

-Uno de los problemas que planteo en el libro es la figura del individuo flotante, es decir, la pérdida de valores derivados de la sociedad de consumo en la que vivimos. Estamos exigiendo a las instituciones la solución de problemas que no asumimos los individuos. Hemos creado una moral heterónoma, es decir, hemos cargado sobre instituciones como la escuela los problemas que no somos capaces de asumir y resolver.

-En su libro ofrece un enfoque materialista filosófico del sistema educativo. ¿Sigue la estela de Gustavo Bueno?

-En mi libro aplico la teoría de la esencia de Gustavo Bueno, es decir, busco el núcleo, el cuerpo y el curso de la idea de la educación. Por eso es un ensayo, es decir, pretendo ensayar ese modelo. Ver cómo a través de ese modelo sale una interpretación, una serie de reflexiones sobre la educación. En el fondo, el motivo del libro es una defensa de la escuela pública.

-¿Ha perdido la escuela pública su función específica de promoción social?

-Creo que la promoción sigue siendo la función social de la escuela pública por excelencia. Hoy, como a lo largo de la Historia, muchos individuos sólo tienen el camino de la educación para llegar a la promoción social. Lo que ocurre es que los políticos que gestionan la educación pública han olvidado o menospreciado esa función de integración y promoción social. Para muchos chicos, la institución educativa es el medio para superar o integrar sus problemas. Pero esa función se está perdiendo.

-¿Por qué se habla tanto del fracaso del sistema educativo español?

-El sistema público educativo español tiene las mejores condiciones personales y materiales que ha habido en la historia de España. Lo que pasa es que la valoración social del sistema educativo está muy por debajo de lo que realmente la institución educativa ofrece.

-¿La Logse fue un acierto o un error?

-La Logse se adaptó a una época nueva y abrió el camino a muchos alumnos que antes dejaban de estudiar a los 14 años. En la medida en que esta edad se amplió, se consiguió dar más oportunidades a esos chavales. Pero también es cierto que la Logse generó un verdadero trauma desde el punto de vista de la estructura escolar, pues obligó a los profesores a afrontar un montón de problemáticas personales que antes no eran de su incumbencia. Problemas que, en muchos casos, no hemos sabido gestionar.

-¿Tenemos un sistema educativo poco meritocrático?

-Es importante aumentar la exigencia desde un punto de vista académico. El mérito es fundamental porque el individuo asume la responsabilidad de sus actos. Pero también es verdad que a día de hoy se está procurando dotar de una promoción social a chavales que quizás carezcan de una buena orientación escolar en casa.

-¿Es preciso un pacto de Estado entre los grandes partidos para definir un modelo educativo sólido?

-Es totalmente necesario. Es un error pensar que modificaciones circunstanciales pueden cambiar para bien el sistema educativo. La escuela debe asentarse sobre una serie de pilares sólidos que deben estar consensuados por los representantes de los ciudadanos.

«Premiar el mérito es fundamental porque el alumno aprende a asumir la responsabilidad de sus actos»

«La educación trata de integrar los fines personales del individuo en los planes generales de una sociedad»