A. RUBIERA

«O pones remedio a esta peste, o cortas la buganvilla». Esa fue la tesitura en la que se vio Manuel del Castillo, empresario gijonés y cónsul de Chile en el Principado, hace poco más de dos años. La popular planta trepadora, cada año más conocida y apreciada en Asturias por su espectacular floración -y uno de cuyos magníficos ejemplares poseía del Castillo en su casa de Somió- estaba convirtiéndose en una pesadilla para él y su familia. «Estaba llena de un bichito diminuto que se denomina «cochinilla harinosa», una de las plagas más difíciles de controlar, según me explicaron varios profesionales con los que consulté», cuenta del Castillo.

El ultimátum que le dieron en casa le sirvió como acicate para que, de una forma muy concienzuda, quisiera encontrar la respuesta y la solución a sus males. «Las "cochinillas" se cubren de una secreción cérea de color blanco que las protege y por eso, aplicarles cualquier líquido de insecticida les resbala. Con el hándicap, además, de que con la altura y el porte de estas plantas, aplicarles remedios superficiales es muy complicado. Por si fuera poco el ataque de las cochinillas, que consiste en succionarle la savia a la planta, estos bichinos producen una melaza que sirve de alimento a un hongo llamado "negrilla", con lo que la planta se va quedando sin vida por el insecto y las hojas toman un mal aspecto, como negro ahumado, que perjudica la función fotosintética», explica el gijonés, recordando el calamitoso estado en que llegó a estar su planta.

Tras consultas diversas y rociaduras de insecticida muy poco fructíferas, Del Castillo siguió con la búsqueda de una salvación para su buganvilla en internet. «Llevaba ya un tiempo preocupándome por el tema cuando di con una información relativa a que así como la popular mariquita de puntos es depredadora natural de los pulgones, había unos insectos de la misma familia que se alimentaban precisamente de la "cochinilla harinosa". Me pareció la clave, porque de una forma ecológica se podía acabar con la plaga», recuerda el afectado. Conseguir a quien pudiera proporcionarle esas «Cryptolaemus montrouzieri», nombre científico de las «mariquitas» que buscaba, se convirtió en la siguiente fase de su investigación. Tal era su obsesión que Manuel del Castillo fue presa, incluso, de la mofa de sus amigos. «Un día me llamó un ingeniero alemán que sabía de mi búsqueda y que me ofreció toda clase de explicaciones y de posibilidades para obtener la mariquita. Quedé encantado, pero sólo era una broma de amigos», rememora.

Pero su constancia tuvo frutos y por internet contactó con un laboratorio italiano que le puso en la pista de un ingeniero técnico agrícola de Huelva -Agrofresas, S. A.-, que disponía de cantidades de la «Cryptolaemus». «Allí por lo visto, la crían sobre todo para uso en los campos de cítricos, a los que también ataca este bicho», cuenta Del Castillo. Hizo un pedido de 2.000 mariquitas, que le llegaron por paquetería urgente, y el resultado fue inmejorable. «Las distribuí por la planta al atardecer, y durante días dejé que actuaran. Hasta la gravé en vídeo», explica Del Castillo, que ha vuelto a tener una buganvilla «preciosa». Y él, sin quererlo, se ha convertido en un asesor para un montón de vecinos y de amigos que tenían el mismo problema. Tanto que no para de dar la dirección de Huelva para gijoneses que quieren conseguir mariquitas que salven a sus buganvillas.

Cochinilla harinosa

Una hembra de cochinilla pone de 300 a 500 huevos en una bolsa de fibra cerosa. Las cochinillas jóvenes se dispersan por la planta, que colonizan con rapidez, y succionan su savia.

«Cryptolaemus montrouzieri»

Una variedad de mariquita de puntos que devora cochinillas. Es originaria de Australia. Las hembras viven unos 2 meses y son muy activas con sol.